Frutos secos: alimento y salud

Frutos secos: alimento y salud

Atendiendo al tipo de fruto, los más frecuentes son: almendras, avellanas, castañas, nueces, piñones, pistachos, anacardos, nueces del Brasil, pacanas…, aunque también se consideran frutos secos las semillas de plantas oleaginosas como las pipas de girasol y de calabaza y los cacahuetes.

Podemos disponer de ellos durante todo el año, aunque algunos como las castañas y las nueces se encuentran con más facilidad durante el otoño y el invierno. Los frutos secos se comercializan según su presentación o tratamiento: los podemos encontrar en crudo y tostados, con o sin cáscara, picados, molidos, fileteados o troceados.

COMPRAR Y CONSERVAR

Cuando compremos frutos secos debemos fijarnos en ciertos rasgos de calidad:

 En el caso de los frutos secos crudos debemos fijarnos en la integridad de las cáscaras. No deben presentar roturas, manchas, orificios o deformaciones y deben tener la coloración propia de su especie o variedad.

 Si son elaborados, debemos observar las características del tratamiento: salado, tostado, con o  sin piel… En las variedades tostadas no debemos comprar los que hayan sufrido un exceso de tostado y en las peladas no debemos comprar las que presenten restos de piel.

 En los envasados debemos prestar especial atención a la aparición de agujeros en los envases, ya que esto puede denotar la presencia de insectos. También es importante comprobar que los frutos secos estén sueltos, especialmente en los salados, ya que la aglomeración de los frutos secos entre sí, unidos con la sal, puede significar una manipulación deficiente o una humedad excesiva durante el almacenamiento. Y, por supuesto, todos deberán llevar el etiquetado con todos los datos obligatorios.

Los frutos secos, en general, han de conservarse en ambientes secos y bien ventilados. Para retrasar el enranciamiento, es aconsejable guardar los frutos secos más grasos envasados en recipientes herméticos en el frigorífico, donde se podrán conservar durante seis meses.

LA PARTE SALUDABLE DE LOS FRUTOS SECOS

Los frutos secos han pasado de estar incluídos en la lista negra de la alimentación, a convertirse en un elemento muy útil de la dieta mediterránea. En general, los frutos secos suelen ser un complemento de un plato, por lo tanto su aportación calórica es escasa. Son ricos en ácidos grasos esenciales omega-3 y ácido linoleico que contribuyen a reducir el nivel de colesterol e impedir la formación de coágulos.

También tienen un alto contenido en vitaminas (sobre todo E) y minerales como zinc y magnesio; este mineral ayuda a disminuir los síntomas del asma ya que ayuda a relajar las vías respiratorias.

Además previenen la aparición de calambres ya que refuerzan las conexiones nerviosas. Pueden evitar que se produzca hipoglucemia (bajada de azúcar), porque proporcionan glucosa y energía al instante. También pueden aliviar los dolores de cabeza.

De todos los frutos secos las nueces son las que contienen mayor proporción de grasas buenas, un 40%. Contribuyen a reducir el riesgo cardiovascular, poseen numerosos nutrientes que favorecen el cuidado de la piel y mantienen, también, el buen estado del cabello y las uñas.

Las almendras son una excelente fuente de calcio y también unas auténticas cápsulas naturales de aceite cardiosaludable.

Las castañas son nutritivas, energéticas y muy ricas en vitaminas. En estados de convalecencia, ayudan a la recuperación. Eliminan toxinas, importantes para evitar trastornos hepáticos, y son laxantes.

Los piñones aportan vitaminas del grupo B y vitamina E, que favorecen la circulación sanguínea.

Las avellanas contribuyen a reducir los síntomas de la amigdalitis. El maní es ricos en ácido fólico y las nueces del Brasil son ricas en selenio, mineral básico para mantener las articulaciones a punto.

Las semillas de girasol ayudan a aliviar el acné y el dolor menstrual y las de auyama previenen las infecciones.

Tomar frutos secos de forma habitual (25 gramos diarios) puede ayudarnos a mantener el peso y hacer que el corazón nos funcione como un auténtico reloj suizo. EFE REPORTAJES

CREMA DE MANÍ

Ingredientes (para 6 personas)
2 litros de caldo de gallina  o pollo.
500 grs. de cacahuetes frescos.
1 litro de leche de coco ( o leche normal).
1 cucharada de aceite de cacahuete o vegetal.
1 guindilla.
Perejil.
Sal.

Preparación:

En una sartén amplia, tostar los maní pelados con un poco de aceite, hasta que estén bien dorados. Poner los cacahuetes sobre una tabla de madera y, con el rodillo, machacarlo hasta obtener pasta de maní.

En una olla grande, poner a calentar a fuego medio el caldo de gallina, añadir la pasta de maní, la leche de coco, la guindilla y la sal. Dejarlo hervir, a fuego medio, durante unos 30 minutos. Retirar del fuego y pasar la sopa por un colador para obtener una crema. Rectificar de sazón si fuera necesario, espolvorear con un poco de perejil picadito y servir caliente.

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