¿Fue negociada la soberanía dominicana en 1966?

¿Fue negociada la soberanía dominicana en 1966?

JOSÉ B. GAUTIER
¿Alguna vez has pensado sobre los vínculos que unen el continuismo político dominicano tradicional (tiranías, dictaduras, reelecciones presidenciales, modificaciones constitucionales, servilismos, tolerancias) con las ventas, arrendamientos o usufructos del territorio nacional a potencias extranjeras? Observa. El general Pedro Santana, varias veces presidente, anexó el territorio de la República Dominicana a la monarquía española. El presidente Buenaventura Báez, cinco veces presidente, ofreció un tratado de anexión de la República a los Estados Unidos de América.

Otros presidentes, -entre ellos Ulises Heureaux, Horacio Vásquez y Rafael Trujillo, cedieron territorio a la República de Haití. ¿Acaso no buscaban esos políticos con sus acciones negociadoras quedarse en el poder?

No faltó, tampoco, interés de potencias europeas en comprar o arrendar la bahía de Samaná para construir una gran base naval que dominara el Mar Caribe, ombligo estratégico entre la América del Norte y la del Sur. Ni interés de políticos continuistas dominicanos en hacerlo. Esta idea la tuvo, antes de que fuéramos República, el mismo emperador Napoleón Bonaparte. Hasta los Estados Unidos compró tierras en Samaná, durante la ocupación haitiana, para establecer una colonia para alojar antiguos esclavos libertos de su guerra civil.

Horacio Vásquez, reeleccionista, prolongacionista, dos veces presidente, cedió el territorio dominicano lacustre de la Laguna de El Fondo y Rafael Trujillo, reeleccionista, presidente varias veces y hombre fuerte por 31 años continuos, convertido en Benefactor y Padre de la Patria, entregó La Miel y Cachimán-, todos territorios establecidos en el Tratado de Aranjuez de 1777 como pertenecientes a la monarquía española y consagrados constitucionalmente hasta 1929 como partes integrantes del territorio de República Dominicana.

Este breve recordatorio de negociaciones territoriales pasadas recurrentes hechas por figuras significativas en el devenir histórico dominicano es un preámbulo que sirve como guía al debacle territorial postrujillistas existente en la actualidad.

Varias veces después del 30 de mayo de 1961, con la desaparición de la dictadura, -recuperada la facultad de pensar en libertad-, ya no como cartas de un tablero político ajeno, si no con luz propia para analizar los hechos y las consecuencias derivadas de la adopción de políticas gubernamentales subversivas, equivocadas o comprometidas, realizadas por caudillos inescrupulosos a lo Pedro Santana o a lo Buenaventura, -para mantenerse en el poder en complicidad con naciones extranjeras-, nos hemos hecho siempre la misma pregunta troncal y otras que brotan como de sus ramas:

¿Fue negociada por el presidente Joaquín Balaguer-, reeleccionista, padre de la democracia, quien fuera por siete veces presidente, -toda la soberanía territorial dominicana con países afectados por la migración ilegal de haitianos a sus territorios, como los Estados Unidos de América, el Canadá y Francia-, a cambio de conservar el poder político indefinidamente-, al firmar, en 1966-, lo que parecía ser un inocente e inofensivo acuerdo «sobre la contratación en Haití y la entrada a la República Dominicana de hornalero temporeros haitianos», -comprometiéndose hábilmente a asentarlos en tierras propiedad del Estado dedicadas al cultivo de caña, emulando con esta acción la reforma agraria realizada durante la ocupación haitiana por el presidente vitalicio, Jean Pierre Boyer?

¿Cuántos miles de jornaleros temporeros haitianos contratados por el Estado a partir de entonces, acompañados de sus mujeres e hijos, entraron ilegalmente, sin controles migratorios ni sanitarios a Dominicana por vía del Consejo Estatal del Azúcar (CEA) con boleto de no regreso a Haití?

¿Por qué todas las autoridades gubernamentales nacionales, -como si fueran avestruces presas de pánico-, esconden sus truncas responsabilidades en la arena de la indiferencia y del olvido para no enfrentar ese problema migratorio generado por el propio Estado dominicano?

¿Existirá ese «pacto de caballeros», secreto, comprometedor, no escrito, de doble moral, negociado por debajo de la mesa de organismos económicas multinacionales, establecido que determinados políticos escogidos, a cambio de su permanencia en el poder, hagan concesiones «non santas», -ya sea por comisión u omisión-, dirigidas a que el país se convierta en esponja receptora de la explosión demográfica haitiana, asimilando clandestinamente a toda esa masa humana excedente (analfabeta, enferma hambrienta, desempleada, con idioma y costumbre diferente),- en contrapelo al bienestar social y económico del pueblo dominicano?

¿Por qué la Constitución dominicana fue modificada recientemente para restablecer la reelección presidencial?

¿Qué conexión tiene la reelección presidencial con la nueva Ley General de Migración, la cual establece que mediante un simple decreto del Poder Ejecutivo se pueda ratificar el Plan Nacional de Regularización de los extranjeros ilegales radicados en el país, -afectando gravemente esa decisión política la soberanía territorial dominicana?

¿Por qué ningún gobierno ha sometido a la justicia para que se sancione con cárcel y multas a los industriales y comerciantes agropecuarios, de la construcción, de turismo y zonas francas que utilizan en sus empresas mano de obra haitiana ilegal, contratadas al margen de la Constitución y de las leyes de trabajo?

¿Por qué organismos internacionales como la ONU pretenden envolver continuamente a instituciones dominicanas como la Junta Central Electoral en los problemas internos de la República de Haití y en asuntos tan delicados como la celebración de comicios para elegir a sus autoridades gubernamentales?

¿Por qué cuando se pagan los desafueros patológicos que sufren esos políticos continuistas al negociar su permanencia en el poder con naciones extranjeras,- los autores quedan exonerados de culpa y sus crímenes ocultados a la sociedad?

Nos preocupa, nos llena de inquietudes e interrogantes, -el silencio que guardan muchos jóvenes que hoy pueden hablar y debatir abiertamente, en libertad, sin miedo a expresar sus ideas en centros académicos y universidades mediante seminarios y talleres y hasta en peñas de amigos, -también a través de la prensa escrita, radial y televisada, y por tecnología de punta en los medios electrónicos como el Internet-, exponiendo sus criterios y posiciones frente al problema migratorio haitiano en el país. ¡Es tiempo de que la juventud dominicana rompa la cadena de mordaza impuesta por gobiernos desaprensivos en el pasado! ¡Entramos en la era del conocimiento y la razón!

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