Fue una sequía que propició el ocaso del Imperio Maya

Fue una sequía que propició el ocaso del Imperio Maya

La verdadera causa del ocaso del Imperio Maya fue una severa sequía que estaba ahogando sus cultivos, afectando sobre todo a su principal sustento, el maíz, según un estudio publicado en Science.
«Las épocas de sequías extremas pudieron haber reducido de forma drástica las reservas de agua potable en la Península de Yucatán y haber mermado las cosechas», aclara Fernando Gáz quez Sánchez, coautor del estudio e investigador español de la Universidad de St. Andrews de Reino Unido.
Durante el período conocido como Clásico terminal (800-1000 d.C), el clima en la península estuvo caracterizado por ciclos de sequías continuadas», añade. Las reconstrucciones paleoclimáticas obtenidas a partir de los sedimentos de la laguna demuestran que hubo un descenso en la cantidad de lluvia anual (en torno al 40-55%), con picos de hasta el 70%, comparado con las condiciones actuales.
«Las sequías acontecidas durante esta época fueron, sin duda, de las más severas -en términos de intensidad y duración- de los últimos 10.000 años», puntualiza el coautor del estudio.
Varios factores acabaron con la civilización maya, pero todo indica que la sucesión de sequías fue uno de los más importantes. Sin embargo, como recalca Gázquez, «desconocemos la capacidad de adaptación que pudieron tener los mayas ante eventos bruscos y extremos como este».
Teniendo en cuenta que durante los terremotos que asolaron México en septiembre del año pasado, las estructuras prehispánicas permanecieron impertérritas, sin apenas daños, como los que sí habían sufrido las edificaciones más modernas; la capacidad de adaptación de esta civilización parece admirable, explica una publicación del diario español El Mundo.
Para cuantificar la gravedad de este período de escasas precipitaciones durante el colapso maya, investigadores de la Universidad de Cambridge y de la Universidad de Florida desarrollaron un método para medir los diferentes isótopos del agua atrapada en el yeso de la laguna Chichancanab, en la Península de Yucatán.
Este mineral se forma en tiempos de sequía -años con lluvias inferiores al 50%-, cuando desciende el nivel del agua de lagos y cuencas cerradas.

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