Fuego, fuerza y fútbol (final)

Fuego, fuerza y fútbol (final)

Karina Pereyra.

“El fútbol no es un juego, es magia”.

David Beckham

De pronto, la atención de todos los presentes se concentró en los enormes plasmas colocados al frente y a los costados del animado bar. Una de las figuras más populares y prestigiosas de un canal líder en noticias, anunciaba a los más de tres mil ochocientos millones de personas en 230 países, que seguían la transmisión en vivo de la apertura de la copa mundial Rusia 2018, un revelador material que documentaba el origen del juego de fútbol.

La imagen de un hermoso paisaje, servía de fondo a la presentación del nombre de la investigación llamada “fuego, fuerza y fútbol”, mientras la voz de un reconocido locutor empezó la historia como si se relatara un cuento: “Había una vez, en un lejano y montañoso poblado llamado Roccatederighi, tres nobles caballeros que pertenecían a la Orden del Temple, conversaban a la sombra de un árbol mientras descansaban sus pies de una larga travesía, que tendría por destino final el cuartel general de los militares cristianos ubicado en Chipre…”

El narrador relató como tras la caída de Roma, Chipre pasó por la dominación bizantina y árabe, hasta que finalmente en el 1192 fue conquistada por los cruzados, al mando de Ricardo I Corazón de León quien quedó coronado como Rey, convirtiendo a la isla en el primer país del mundo gobernado por un cristiano, y posteriormente vendiéndola a los enriquecidos caballeros.

Según el documental, los templarios regresaron al lugar que antaño poseyeron, tras la caída de Acreen en el 1291 donde fueron vencidos al lado de su Maestre, Guillaume de Beaujeu. Éste hecho marcó el fin de la presencia cruzada en Tierra Santa. La voz que acompañaba las imágenes del interesante documental decía que fue así como la cálida y amigable isla, se convirtió en el único refugio seguro para los desafortunados caballeros de Cristo.

El anterior bullicio del local fue sustituido por el volumen de los televisores que tenían la atención total de los presentes, incluido mi nieto Nicolás. El tema parecía fascinante para los habitantes de esta pequeña ciudad conocida por su pasión hacia el fútbol. Mi cabeza empezó a ser invadida por imágenes y voces paralelas.

El mareo regresó haciéndome sentir rara de nuevo, sin embargo, mi atención se enfocó en la pantalla cuando el documental narraba como Felipe IV el Hermoso de Francia, quien al casarse con la reina Juana de España se convirtió también en Felipe I de Navarra, aprovechó la pérdida de Tierra Santa para iniciar un macabro plan que terminaría con la disolución de la Orden.

Escuché la voz de Eric preguntar a Nico si quería otro jugo de cerezas, como si estuviera a una distancia de kilómetros. Tenía la conciencia del lugar en donde estaba, mientras las sensaciones de mi carne recreaban la angustia y el dolor de aquella trascendental época.

Un historiador decía en el cortometraje que las razones verdaderas de Felipe, a quien tanto sus enemigos como sus admiradores lo apodaban «El Rey de Hierro», era desconocer las numerosas deudas que su corona tenía con la Orden, luego que los caballeros facilitaran una cuantiosa suma solicitada por su abuelo Luís IX, para pagar su rescate tras ser capturado en la Séptima Cruzada.

En ocasiones sentí en mi nuca la mirada insistente de Eric, y aunque podía sentir su urgencia de conocer lo que ocurría conmigo, era incapaz de enfrentarlo en ese momento. Mi malestar se acrecentaba con cada palabra pronunciada por el conductor, hasta que finalmente mi columna se crispó al escucharle decir que en el año 1307 un gran número de templarios fueron arrestados, inducidos a confesar bajo tortura y posteriormente quemados en la hoguera.

La voz del ancla del noticiario dijo en un tono grave: “Aún en nuestros tiempos, el horror de ese fatídico viernes 13 nos afecta a través de numerosas cabalas y mitos, que pasaron al imaginario popular asociando ese día a la desgracia y a la muerte”.

Empecé a sentir como si yo misma estuviera pasando por la cruel experiencia relatada. Un nauseabundo olor a carne quemada me quitaba la respiración. A medida que las imágenes de la hoguera crecían en mi interior, mi angustia se hacía insoportable. Sabía que no era real, y a la vez, aparecían en mi mente con dolorosa nitidez visiones que alternaban a templarios y brujas quemados vivos en una ardiente hoguera.

En ese momento, las palabras de Eric penetraron en mi creciente confusión, como un relámpago que ilumina el cielo de una oscura noche de tormenta: “Llegará el día en que lo comprendas Anna, no importa lo que ocurra, la providencia se encarga de reunir a quienes han vivido destinos difíciles sin separar sus corazones”.

Cuando estaba a punto de desvanecerme, los fuertes brazos de Eric me sostuvieron, y al ver la cara de preocupación de mi nieto dije de forma inaudible que me encontraba bien. De ahí en adelante, tengo recuerdos vagos de algunas manos que me acariciaban las piernas, alguien que me recogió el cabello y me pasó un paño húmedo por el cuello, y mis manos frías como las de un muerto que espera en la morgue ser arreglado.

Poco a poco, sentí el calor regresar a mi cuerpo, y un sorbo de Whiskey que alguien me susurró suavemente en el oído que tomara, completó el efecto. Aunque perdí la conciencia, sé que no debió transcurrir mucho tiempo, ya que la gente seguía bajo el efecto de una especie de hechizo, provocado por la voz del profesional presentador que aún relataba la historia que me había conmocionado.

Al parecer, la conversación de los tres templarios derivó en una brillante idea: guardar los misterios heredados por la tradición de sus ancestros en un inocente juego, en el que estuvieran seguros los secretos del viaje del héroe, que se representaría en 22 jugadores repartidos en dos equipos de once.

Un técnico del juego explicó que el terreno donde se juega al fútbol es un doble cuadrado, que de forma curiosa es la misma proporción que tienen las cartas en su tamaño. Fue entonces que asocié las cuatro esquinas del campo con los cuatro palos de la baraja: oros, copas, bastos y espadas, y a los 22 jugadores que participan con los 22 arcanos mayores del tarot.

Mis reflexiones quedaron interrumpidas cuando dijeron que los tres caballeros, llamados Erico, Manuel y Roberto, tenían noticias de las persecuciones que se habían desatado en contra de los militares de Cristo, luego de que Felipe intimidó al Papa Clemente V,quien era su pariente, de que iniciase un proceso contra los templarios acusándolos de herejía, sodomía, sacrilegio a la cruz y adoración a ídolos paganos, por lo que buscaron una fórmula sencilla para que el conocimiento custodiado por la orden, pasara a otras generaciones que pudieran rescatarlo cuando los tiempos ofrecieran mayor seguridad.

Una periodista intervino diciendo que recibirían en el estudio a un importante entrevistado, quien sostenía que el ideólogo del fútbol había sido Eric, de origen alemán, mientras consideraba menor la participación de Roberto y Manuel, de origen Italiano y español respectivamente. Explicaba que la intención fue crear un juego que representara al mundo entero, y en el que nadie se sintiera excluido, aún cuando no lo siga ni lo entienda.

No escuché el nombre de quien hablaba, que aunque tenía acento chileno estaba titulado con un apellido ruso, en el barner que aparecía en el extremo inferior izquierdo de la pantalla. Hacía una comparación del juego con la vida, donde todos estamos involucrados, algunos de manera activa y estelar en el terreno, y otros de manera pasiva pero necesaria en la banca, en las gradas o en las casas.

Eric me pasó una cerveza ceniza que al descender por mi garganta reseca, desvaneció la extraña experiencia vivida minutos antes, llevándola de retorno al medioevo al que pertenecía. Los jugos de mi estómago respondían al llamado hecho por los olores, que se desprendían de la enorme olla de cobre delatando el contenido del pulpo que se cocía en su interior.

Nico había encontrado compañía en una niña de su edad que había llegado con su familia unos minutos antes. Jugaban debajo de las mesas como si fueran viejos conocidos. Me entretuve unos instantes mirando lo simple que era para ellos relacionarse, pero mi atención regresó al frente cuando el señor del apellido raro argumentaba, que el juego llega a la conciencia sin pasar por los filtros de la mente, de ahí que los niños se lanzan a jugar, sin que nadie les enseñe cómo y de qué manera hacerlo.

Explicaba que justamente porque desconocemos lo que está sucediendo, es que ese desconocimiento da paso al conocimiento, aclarando no obstante que en el juego nos desconocemos como el que somos, para conocernos desde el otro que representamos.

La entrevistadora dijo que sacarían al aire tres llamadas antes de dar paso al corresponsal de Rusia. La primera persona preguntaba la relación entre el fútbol y el fuego. A pesar de que no tengo casi ninguna experiencia, me gustó la respuesta de que los deportes en general, y el fútbol en particular conectan con el espíritu, pasando a decir que el elemento que representa al espíritu es el fuego, y nadie queda igual luego de haber sido tocado con su fuerza. De igual modo, nadie es el mismo luego de conocer el fútbol.

La segunda pregunta llevó a que refirieran que al celebrarse cada cuatro años, los mundiales siempre caen en años Tigre, Caballo o Perro del calendario chino, y que la triada Tigre-Caballo-Perro forman una de las tres armonías de buena fortuna del llamado triángulo del Fuego, haciendo de los años en que se juega la copa tiempos muy exitosos y de bienestar.

La tercera quería saber si había relación entre el nombre y el destino, ya que su hijo lleva el mismo que el caballero mencionado en el documental. Eric es de origen germánico y significa “El que reina por siempre”. El entrevistado rió antes de proseguir, aunque desconocemos el final de este templario -contestó-, tendríamos que pensar que quizás gracias a su nombre me invitaron para hablar de él.

No sé si fue mi imaginación, pero creí ver una clara picardía en la sonrisa que Eric me desplegó cuando me dijo: “Recuerda que estamos unidos por nuestros destinos, así que tú reinarás conmigo…”

Mientras todo mi ser saltaba de emoción ante todo lo ocurrido en ese día, su comentario se quedó temporalmente sin respuesta, ya que en ese momento tocaban Live It Up(vive el momento), la canción oficial del mundial, y la gente enloqueció al ver la presentación de Nicky Jam acompañado de unas hermosísimas negras, que ondeaban las caderas como peligrosas llamas de fuego, al tiempo que coreaban “tamo vivos, hay que disfrutarlo”.

Nota: este es un cuento que escribí durante un curso de escritura creativa, inspirada en la copa mundial en Sudáfrica. Sólo cambié las fechas y el lugar de realización del mundial de fútbol.

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