En los Juegos Deportivos Nacionales de Barahona, como miembro de la delegación del Distrito Nacional, apoyaba junto a otros compañeros desde las gradas al equipo de voleibol.
Se trataba de un partido muy cerrado y había un flaquito que nos estaba acabando. De repente, sucedería algo que sellaría nuestra amistad.
El dirigente sustituyó en su mejor momento al jugador, todo el mundo comenzó a criticarlo instantáneamente.
En mi caso particular, sin proponérmelo vi que al jugador se le había roto un tenis, me quité uno de los míos y le grité: flaco apara se lo probó y asintió con la cabeza que le servían, sin vacilar le tiré el otro y nos terminó de acabar.
De ahí en lo adelante comenzaría nuestra gran amistad-hermandad.
Nuestros lugares de entrenamiento
El Centro Olímpico, donde entrenaba, Club Naco, donde yo entrenaba y él iba a ver a Madeline, quien era una flaquita hermosa juvenil que jugaba de ese club, luego su esposa y madre de sus hijos.
El Flaco era Rafelín Hernández
Rafelín Hernández Rafa El Flaco y yo nos seguimos apoyando mutuamente durante años de seleccionados nacionales, nos quedamos varias veces en el cuarto lugar de los Centroamericanos y del Caribe, a tiro de medalla. Pero la batallamos siempre, no me perdía un juego del eterno #5, sin hacer bulla. ¿Sí o no Héctor, Jacinto?
Entrada a Codetel
Hablé con mis amigos del Departamento de Ingeniería de Codetel para que lo probaran. Primero con su tarjeta rosada como empleado ocasional, luego como temporero, tarjeta amarilla, y un día se me sentó en el escritorio sin decirme nada, recuerdo que lo mandé a trabajar, diciéndole: ¿tú no tienes trabajo hoy?
Pero lo que él quería era que viera su tarjeta de empleado, lo habían fijado, y luego este excelente profesional se cogería para sí ese departamento, demostrando nuevamente su excelencia y capacidad.
Un día, hace poco, mientras le entregaba unos papeles desde mi carro a mi secretaría en el Ministerio de Deportes, El Flaco me gritó, ¡mira tú, párate ahí! Le dije: ¡mañana hablamos, Flaco!
No hubo mañana
Caballeroso, afable, sencillo, educado, buen amigo, hermano y en ocasiones no valorado ¡Cuánta falta nos vas a hacer Rafelín Hernández!