El consumo en Estados Unidos sigue creciendo trayendo como secuela un aumento de la demanda, especialmente de mercancías, que está presionando aún más las cadenas de suministro y ayudando a impulsar los aumentos de precios al consumidor al más alto en décadas.
Esto quedó reflejado en los datos del PCE general o Índice de Precios de Gasto del Consumidor (una suerte de IPC que cubre una mayor gama de bienes y servicios), el cual se ha situado en el 5% interanual en octubre (las estimaciones apuntaban al 5,1%), repitiendo máximos de comienzos de los años 90, y escalando desde el 4,4% de septiembre.
Por otro lado, el PCE subyacente, el indicador favorito de la Fed, que excluye la energía y los alimentos, ha sido del 4,1% internual, cumpliendo con la estimación del consenso, y subiendo desde el 3,7% del mes previo.
Los precios de la energía aumentaron un 30,2%, mientras que los precios de los alimentos lo hicieron un 4,8%.
Según actas de la reunión del omité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de la Reserva Federal del 2 y 3 de noviembre, muchos» participantes citaron razones por las que la inflación alta podría resultar más persistente, incluido el aumento de los márgenes de beneficio, una curva de Phillips más pronunciada y condiciones financieras acomodaticias”.
Según las actas públicas, solo «algunos» participantes señalaron que la presión inflacionaria «seguía reflejando los mismos desequilibrios relacionados con la pandemia y probablemente disminuiría cuando las restricciones de la oferta se aliviasen».