Fuerzas Armadas y Policía Nacional:
¿Hermandad del honor y el deber?

Fuerzas Armadas y Policía Nacional:<BR>¿Hermandad del honor y el deber?

Cosa hermosa y agradable es que los hermanos compartan y convivan en armonía, dice el Salmo 133. Mejor aún si esos hermanos constituyen el cuerpo de seguridad y defensa de nuestra comunidad nacional.

Décadas atrás, se creó la “Hermandad de Pensionados de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional”, y luego una institución de asistencia social para las Fuerzas Armadas y la Policía, el ISFAPOL, que luego se dividió en el Isfa y el Ispol, para conveniencia de cada institución en el manejo de las ayudas a sus miembros.

La idea de hermandad de los cuerpos armados tiene vertientes que van desde normas básicas de cortesía y respeto, cooperación en sus labores normales, e intercambio de información, hasta la labor de vigilancia recíproca y seguridad internas de cada cuerpo.

Peligrosamente, miembros de las altas oficialidades han interpretado  esa consigna de hermandad como de protección mutua en todo sentido, yendo mucho más lejos de la consideración que, por ejemplo, un policía le debe a un oficial militar, bajo el supuesto de que, salvo evidencias contrarias, el oficial actuará siempre de acuerdo a normas de honor y disciplina. Resultando que esa consigna de respeto y protección recíproca ha estado sirviendo para encubrimiento mutuo en acciones corruptas y delictivas.

Recientemente, el Presidente Fernández ha nombrado un nuevo jefe de la Marina, una persona de quien se predice buena conducta y compromiso con valores y principios. El comandante Lajara Solá ha dicho, de inicio, que no tolerará “relajo” alguno.  Esperemos que en breves días, luego de ponerse de acuerdo con su Comandante en Jefe, garantizará al país y a sus tropas que hará respetar la ley orgánica de las Fuerzas Armadas, que se pagarán salarios justos, que será estricto en el manejo de las normas para la selección, destitución, ascenso y traslado de los militares; así como para la aplicación de sanciones y el manejo de sus hojas de vida.

Igualmente, el comandante Lajara mejorará los procedimientos de vigilancia interna, depuración y auditorías de bienes a  sus subordinados, incluyendo la prohibición de las comisiones en las compras. Y, desde luego, la correcta distribución de sus subalternos en los puestos y dependencias donde se justifiquen, eliminando todo servicio impropio de militares en compañías de wachimanes, como escoltas y sirvientes de civiles. Es lo que mandan la ley y las normas de gerencia, administración y liderazgo para acabar con el relajo institucional.

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