Fuerzas Armadas y Policía

Fuerzas Armadas y Policía

Ante los hechos delictivos cometidos por miembros de la Policía y las Fuerzas Armadas se han levantado voces condenatorias que demandan castigos severos (como si no existieran leyes claras) depuración (sin que se explique si significa limpieza, purga o supresión).

Solo quien está montado en el potro cerril, indomado, sabe cómo se brega con los hombres.

Los mejores conductores de hombres son aquellos que saben dirigir y mandar, ello, porque se debe tener una vara con dos caras: una para prevenir, dirigir, enseñar, premiar; la otra para sancionar, castigar.

Si no hay reglas claras para premiar las actuaciones correctas, disciplinadas, legales, respetuosas de la Constitución y otras para separar la paja del grano y sacar los gorgojos del cuerpo militar, los resultados no serán satisfactorios. Dentro de las reglas claras están, por ejemplo, el escalafón que establezca qué tipo de servicios, cuáles estudios y cuántos años debe permanecer un miembro en cada grado.

Los distintos rangos deben tener sueldos decentes, equivalentes a los que ganarían en el sector privado, conforme a sus conocimientos profesionales, su disciplina y conducta en el desempeño de sus funciones.

Las Fuerzas Armadas  y la Policía Nacional carecen de reglas claras, aunque estén escritas, sólo se respetan a medias y a conveniencia de los que mandan.

La despolitización debe ser erradicada.

En muchos casos, actuar por el libro  no es la mejor carta de referencia para progresar en esas instituciones.

El deterioro de la sociedad dominicana se refleja, por supuesto, en todas las instituciones públicas, empresas, escuelas, partidos, iglesias, universidades, organizaciones gremiales, sindicatos, deportistas, en fin, en todos los grupos humanos. 

Las Fuerzas Armadas y la Policía están formadas por ciudadanos dominicanos, nacidos y criados aquí, que fueron a las escuelas y a las universidades locales, crecieron en los barrios de las ciudades y en comunidades rurales.

Guardias y policías también son víctimas del deterioro moral de la sociedad de la cual forman parte.

Ningún guardia o policía ha inventado la vulgar, insultante y descarada corrupción gubernamental y privada en la cual participan y son  beneficiarios miembros de todos los grupos que interactúan en esta sociedad donde todo es cuestionado, cuestionable, donde se respeta, como oro de buena ley, a quien roba mucho, a quien engaña al fisco con grandes sumas, a quien actúa contra la ley, amparado por su dinero, por su poder político, por una alta posición en las iglesias o por un rango con ramos en el kepis. ¿Con qué moral puede hablar la mayoría de quienes deben dar el ejemplo de respeto a la moral, a la buena conducta y a las leyes? Quien esté libre de pecados que arroje la primera piedra. Ello no significa que creo que todo debe seguir igual.

Por supuesto no señalemos, no condenemos sin razones legales, para evitar sumar delitos a los que cometan miembros de la Policía y las Fuerzas Armadas. ¡Mucho cuidado!

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