Fuerzas opuestas

Fuerzas opuestas

La coyuntura externa es inédita, dos fuerzas se contraponen, la favorable es la caída del petróleo, genera ahorros en pesos y en dólares, la negativa es el aumento del costo de la deuda. El balance neto depende de la intensidad de los vientos, hasta ahora positivo por el ahorro petrolero.

Aunque las predicciones no son que petróleo e intereses aumentarán al mismo tiempo, no se descarta, por eso tenemos la responsabilidad de analizar el escenario, el peor para las finanzas, la economía y el empleo.

Para el FMI y el Banco Mundial el crecimiento mundial será decepcionante (2.9%) y nulo para Latinoamérica en 2016, sin descartar el regreso del ciclo recesivo que se pensó superado y el fantasma del estancamiento secular.

Nos beneficiamos de la dramática caída del petróleo, el precio ha estado en torno a 30 dólares, inferior en 70% al de julio 2014. Se pronostica que seguirá deprimido por la irrupción del fracking y la estrategia de Arabia Saudita que prefiere su cuota de mercado sin importar el precio, para quebrar competidores muy endeudados con bancos y a los que en épocas de vacas gordas no acumularon reservas en divisas.

Diferente es lo que está sucediendo con el costo del endeudamiento en el exterior, aumenta por el errático comportamiento de los precios en las bolsas, que envían señales ambivalentes que desconciertan a los que hacen predicciones, pero también por la incertidumbre sobre la economía de la Región. El exceso de dinero en los mercados, que provocó sube y baja de las bolsas mundiales, movió dinero barato hacia América Latina desde el 2008, ahora es al revés a pesar de que continúa la abundancia de liquidez.

La historia nos cuenta las consecuencias del aumento del petróleo e intereses al mismo tiempo, en circunstancia como la de ahora, con el sector público muy endeudado.

Sucedió en los ochenta. Del total importado, la factura petrolera promedió 24% hasta final de la década de los setenta, por el aumento de precio subió a 30% en el primer quinquenio de los ochenta y a 40% en el segundo. La Reserva Federal de los Estados Unidos aumentó los intereses para bajar la inflación, lo que elevó a 43% el servicio de nuestra deuda externa como por ciento de la exportación de bienes. La dirigencia política había aumentado la deuda externa de $506 millones a final de 1979 a $3,035 millones en 1985, de 28% a 65% del PIB.

Al aumentar petróleo e intereses al mismo tiempo, con el sector público muy endeudado, la reacción de los mercados fue dudar de nuestra capacidad de pago, revirtiendo el flujo de recursos financieros. Sin más alternativa el gobierno pidió un préstamo al FMI y el programa de estabilidad permitió renegociar el servicio de la deuda en el Club de París. La de los ochenta para nosotros fue década perdida, la economía creció menos de 3%, con años de decrecimiento.

El mensaje es que debemos bajar la deuda aplicando los cambios estructurales necesarios, aprovechando que compensamos la renta transferida a Venezuela entre 1999 y mediados de 2015, cuando de las importaciones totales la factura petrolera promedió 27%. Ahora, por la caída de precio, equivale a solo 16%.

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