Función de Poder venida a menos

Función de Poder venida a menos

En el supuesto de que las disparidades para impulsar reformas serían superadas con espíritu conciliador por liderazgos sectoriales y políticos, el país retarda agudamente la consecución de metas específicas para el mercado eléctrico, el sistema fiscal y una reclamada reforma laboral; además de consensuar fórmulas de aceptación general para aplicar medidas profundas que supriman el caos del tránsito. En medio del estancamiento de iniciativas negociadoras no institucionales, la nación debe deplorar que la vía ordinaria y apropiada por la representatividad de su colegiada composición no sea puesta al servicio de las trascendentales tareas de conjugar voluntades y arbitrar con idoneidad conflictos sociales: el Congreso Nacional.
La razón más a la vista de esta frustrante marginación de una parte del Estado estriba en la falta de confianza de la opinión pública, reflejada en encuestas confiables, en un ejercicio legislativo que con ventaja numérica delata subordinación a pocas voluntades y tiende a responder en ocasiones a lo particular más que al interés general. Cunde el temor de que muchos congresistas dóciles a proyectos políticos no conecten oportunamente con el propósito de dotar al país de leyes equidistantes, como lo reafirma el trato a proyectos electorales. Un insistente proceder unilateral mantiene fuera de juego el organismo institucional que debe hacer sobrar las transacciones al margen.

La difícil lucha contra el crimen

El asesinato de una madre y sus tres hijos con ultrajes a sus cuerpos ingresa al registro de hechos que con escalofriante frecuencia se suceden en el país poniendo a prueba desafiantemente la capacidad de las autoridades para frenarlos y sin la certeza de que en corto tiempo se lograría disuadir y prevenir la criminalidad.

La sociedad reclama acciones más efectivas contra la violencia que en sus peores manifestaciones causa daños irreparables como segar vidas de adultos y niños indefensos. Más allá de lo vivido últimamente queda en muchos dominicanos la percepción de una grave ausencia de valores y de sentido de respeto que generaliza la inseguridad y que notablemente se deriva de hogares disfuncionales que dan origen a conductas muy contrarias al principio de autoridad y a normas de convivencia.

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