Funcionario o político

Funcionario o político

Las instituciones de servicio, públicas y privadas, deben mantener buenos niveles de eficiencia, competencia, productividad y desempeño. Durante un viaje de entrenamiento a Medellín, Colombia, tuve la interesante experiencia de escuchar que a quien trabaja para el gobierno, sin importar su nivel jerárquico, le llaman “funcionario” y así, un empleado de limpieza, es funcionario lo mismo que un contable, un administrador o un director departamental, asociándose el término con el hecho de que el individuo “funciona”, que realmente realiza su trabajo o función en la institución a la que pertenece y mientras más trabaja es más funcional, útil y necesario física o intelectualmente.

El actual ministro de Salud Pública es uno de los funcionarios con mejor desempeño político del gobierno. Dio cátedras de estratega y pasó más de dos años enfrentando a los gremios del sector salud, arribando a un acuerdo ventajoso que recibió el espaldarazo del Poder Ejecutivo. Con el dengue, la fiebre porcina y actualmente con el cólera, ha tenido un manejo magistral desde el punto de vista político. Sin embargo, los resultados tangibles u objetivos de su gestión sanitaria en términos estadísticos, como serían disminución de índices en morbilidad y mortalidad materna, infantil y general, así como las condiciones de los hospitales, distan mucho de los de un buen funcionario.

La pregunta seguiría siendo la misma: ¿Conviene realmente al país un político con un cargo en la administración pública? Lo incuestionable es que conviene al partido en el poder. Sin embargo, uno de los errores cardinales de los partidos políticos ha sido ilusionarse con la idea de que ellos son el verdadero pueblo y siempre han pagado caro por ello.

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