Funcionarios dilapidadores, botarates e ignorantes

Funcionarios dilapidadores, botarates e ignorantes

Nuestro país se ha caracterizado por realizar una serie de obras y toma de decisiones sin carácter prioritario;  es más, medalaganario.  Este espíritu derrochador, por supuesto, con el dinero de los contribuyentes, ha sido la causa por la cual todavía no hemos logrado superar la etapa llamada subdesarrollo nominal. Veamos.

Para imitar a la ciudad de Miami, era necesario que nuestra ciudad capital contase con un canódromo.  A tal efecto, en la avenida Monumental se erigió esta obra de efímero apogeo y hoy la utiliza la AMET para depósito de vehículos confiscados, chocados o simplemente incautados.  Se debió haber dejado el terreno yermo y nos hubiésemos ahorrado las graderías.

El ex Síndico, hoy denominados Alcalde, doctor Rafael Suberbí, tal vez inspirado por aquellas fuentes del hoy también abandonado Teatro Agua y Luz, se inventó, en la intersección de la avenida George Washington con Máximo Gómez, una fuente cibernética que duró menos que “cucaracha en gallinero” y en la cual se gastaron más de 6 millones de dólares.

Nuestro presidente, doctor Leonel Fernández, no se quiso quedar atrás y se inventó la aberración llamada Boulevard de la 27 de Febrero, en donde el abandono es tal que ni los animales realengos se aventuran a cruzarla y cuando menos a pasearse en la misma.  De paso, no podía el pueblo quedar sin una entretenimiento de masas y se inventaron la instalación de dos televisoras gigantescas para los cuales se trajeron dos técnicos de Malasia.  Estas costaron 200,000 dólares cada una. Su destino final: dos supuestas neveras para promocionar la cerveza Presidente.  En este Boulevard tenemos el inmenso reloj construido por el Artístico que según una crónica que leímos, debía dar toques cada media hora y tocar el Compadre Pedro Juan a la hora.  Nunca ni dio la hora y cuando menos tocó el “ábreme la puerta”.

En Santiago, para no quedarse detrás de la Capital, el gobierno del doctor Balaguer inició un Palacio de Convenciones, el cual, según se nos informó fue construido sobre arcilla expansiva y el mismo, casi terminado, debe derribarse por peligro público.

Ahora si tenemos el colmo del derroche y la ignorancia cuando el actual Alcalde ha construido el parque temático al cual la población ha bautizado con el nombre de ZOOBERTO, en alusión al primer nombre del titular.  Esta desfachatez, un monumento de mal gusto y de despilfarro de los dineros de los contribuyentes, compuesto por una serie de animales desproporcionados pintados en un verde ”HULK”, en lugar de servir de ilustración y recreación a los niños, contribuirá a servir de “cuco”.  Cada vez que un infante se porte mal, será amenazado por sus padres de llevarlo al “Zooberto”.

Sin embargo, los contribuyentes dominicanos hemos sido esquilmados en proyectos y contratos en sumas, que las anteriores se quedan, como dicen los hípicos “en la gatera”.  Que me dicen de aquel famoso contrato de la Hydro Quebec en donde se esfumaron veinte millones de dólares.  Y el acuerdo firmado con la Unión Fenosa “Penosa” para muchos, la cual pagamos sumas millonarias por instalación de energía no suministrada.  Entonces, llegamos al colmo: el contrato de la Sun Land en la cual se pretendían malgastar 130 millones de dólares sin ni siquiera pasar por el Congreso, como dirían los que juegan Monopolio “sin pasar por Go ni cobrar 200”.

Por todos estos extravíos, por no decir “actos de corrupción” para que no se nos tilde de político partidista interesado, es que necesitamos: el Defensor del Pueblo y el Tribunal Constitucional.

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