La historia dominicana muestra algunas características muy particulares. Una de ellas es la de que los funcionarios públicos en ejercicio no han logrado alcanzar la presidencia de la República. Me refiero a personas designadas, y a través de elecciones con participación de dos o más partidos políticos.
Podría analizarse muchas décadas atrás, excluyendo por supuesto la oprobiosa era de Trujillo en la que solo había un partido. Pero observando los últimos 60 años; o sea, a partir de la apertura democrática iniciada en el año 1961, ninguna de las personas que han ocupado la Presidencia de la República había sido funcionario durante el ejercicio de gobierno en el cual se celebraron las elecciones.
Juan Bosch alcanzó la Presidencia en el año 1962. Vino al país después de permanecer en el exilio muchos años a causa de su lucha contra la dictadura trujillista. No había sido funcionario. Joaquín Balaguer llegó a la presidencia por vía de elecciones en el año 1966. Igualmente regresando del exilio. Pero contrario a Bosch, puesto que se vio forzado a salir del país a causa de su vinculación con la dictadura trujillista. No era funcionario.
Antonio Guzmán fue presidente en el 1978. Había sido ministro de Agricultura durante el gobierno de Bosch, pero 15 años atrás. No era funcionario al momento de su elección. Salvador Jorge Blanco inició su periodo de gobierno en el año 1982. Había sido o era senador de la República (elegido). Pero no funcionario designado.
Leonel Fernández alcanzó la Presidencia por primera vez en el 1996, pero no había sido funcionario nunca. Hipólito Mejía llegó a la Presidencia en el año 2000. Había desempeñado las funciones de ministro de Agricultura, pero durante el gobierno de Guzmán. O sea, 18 años antes. No era funcionario.
Danilo Medina, quien arribó a la presidencia en el año 2012, aunque había ejercido las funciones de ministro de la Presidencia durante gobiernos de Leonel Fernández, no lo era al momento de ganar las elecciones. Había renunciado de su cargo en el año 2006. Por lo menos 6 años antes de dicho proceso. Y Luis Abinader, que recién tomó posesión hace unos días, mucho menos era funcionario designado. Estaba en la oposición.
Estos datos podrían interpretarse como una enseñanza o advertencia histórica. Lo resalto, porque va en consonancia con una prédica que he sostenido, en el sentido de que a los funcionarios designados les debería estar impedido realizar campañas proselitistas. Aprovechar las funciones públicas para promoverse a sí mismos. Porque aunque pretendan ser pulcros, no le dedican todo el tiempo que requieren sus deberes. Además, de alguna manera afectan al gobierno, lo que en cierto modo se refleja en la propia imagen del presidente.
Luis Abinader acaba de asumir la presidencia en un momento sumamente difícil. Que requerirá más entrega y tiempo de sus funcionarios que en cualquier otro período.de gobierno. Además, la historia de muchas décadas atrás es demasiado elocuente. Los funcionarios designados y en ejercicio, no han llegado a la presidencia de la república.