Fundación de PLD

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Para Diómedes Núñez Polanco, quien me pidió estas notas.
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La tarde anterior el presidente Juan Bosch abandonó la reunión del comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Revolucionario Dominicano, del cual era Presidente.
Bajó las escaleras. Se marchó intempestivamente. Tenía el rostro descompuesto y un gesto contrariado.
Abrí la puerta de mi vehículo, Bosch abordó, como nadie sabe cuántas veces. Ante lo descompuesto de su rostro y el gesto airado, decidí contradecirlo y dar una vuelta para que tomara el aire fresco del Malecón. Tenía el rostro tan enrojecido y las venas del cuello tan hinchadas, que pensé que podía darle un infarto o un accidente cerebro vascular.
Unos cinco minutos después, cuando íbamos frente al edificio del Banco Agrícola me ordenó que nos devolviéramos hacia su casa, sita en la César Nicolás Penson, unos 200 metros al este de la embajada de Estados Unidos.
Cuando llegamos, la casa estaba llena de dirigentes del PRD. Aquello era un hervidero de comentarios y sugerencias. Todos, sin excepción, le pedían a Bosch que no cumpliera su amenaza de dejar el partido.
Previamente, en la reunión, del CEN, el dirigente Pablo Rafael Casimiro Castro lo había enfrentado verbalmente, algo a lo que el líder no estaba acostumbrado.
El asunto era más profundo: entre José Francisco Peña Gómez y Bosch, se había creado un abismo insalvable, ya Bosch no era, para todos, el Júpiter tonante que cuando tronaba todos aprobábamos sus posiciones y propuestas.
Bosch tenía un plan que comenzó a ejecutar cuando escribió una serie de folletos con su interpretación de la historia nacional, con los cuales inició una serie de cursillos de concientización, a fin de unificar la visión de los miembros de la organización como si se tratara de la entrega de la cabeza que él criticaba en su cuento “La mancha indeleble” o algo así como el libro rojo de Mao Tse Tung.
Aprovechó que Peña Gómez quería estudiar en Francia, facilitó el viaje y se dedicó a crear un partido, dentro del partido.
Aquella tarde no hubo forma de ponerse de acuerdo, aunque los dirigentes presentes convenían en que el problema de Bosch era Peña Gómez, su actitud independiente y el cuestionamiento de la táctica que seguía el partido.
Propuse que el partido me designara como Fiscal Nacional del Tribunal de Disciplina para que juzgáramos a Peña Gómez por innúmeras violaciones a los Estatutos del PRD.
De inmediato la propuesta fue respaldada por Antonio Guzmán, Secundino Gil Morales, Salvador Jorge Blanco, Gilberto Martínez Martínez, Manuel Fernández Mármol, Máximo Lovatón Pittaluga y José Augusto Vega Imbert, entre otros.
Pero eso no era lo que quería Bosch, aunque convino en realizar una reunión el próximo lunes, con el ala conservadora

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