Fundadora de una biblioteca única

Fundadora de una  biblioteca única

En Estados Unidos es refugio y apoyo no solo del escritor dominicano sino de otros investigadores y estudiosos interesados en conocer la vida del país en sus etapas y facetas más trascendentales. La República se conoce en el mundo, desde Nueva York, gracias a sus iniciativas y al tiempo que dedica a reunir lo que expertos de todos los continentes expresan sobre la que es su Patria entrañable en libros, disertaciones doctorales, tesis, revistas.

Sarah Aponte, inquieta e innovadora santiaguera que emigró a la gran urbe en 1989 tras mejores oportunidades educativas y económicas, ha dedicado sus escasos años de edad, además, al trabajo y la adquisición ininterrumpida de conocimientos. Artes liberales, estudios internacionales, ciencias bibliotecarias, administración en educación superior, cursados en diferentes universidades norteamericanas, integran el amplio currículo con sus licenciaturas, posgrados, maestrías. Ya había pasado por el Instituto Evangélico y el Domínico-Americano en la ciudad donde nació en 1970. Se fue a USA cuando concluyó el Colegio Universitario en la UASD.

Sarah es la fundadora de la Biblioteca del Instituto de Estudios Dominicanos de City University of New York, CUNY, primera en Estados Unidos especializada en asuntos sobre el país. Pero los comienzos fueron arduos. Partió de cero preocupada por la interminable búsqueda de información en torno a temas nacionales que demandaban estudiantes criollos residentes allí, quienes la consideran un ángel guardián, un hada madrina, eficiente “exploradora” del dato que aparenta imposible. Es la profesora del Instituto de Estudios Dominicanos que siempre ha apoyado a los grupos estudiantiles, a los inmigrantes, “la que les da aliento”.

Había comenzado a trabajar en 1994 en el Instituto con su primer director, Silvio Torres Saillant, y con Frank Moya Pons que era Profesor Visitante. “Teníamos información pero estaba dentro de los gabinetes o en los estantes sin ningún tipo de organización. Entonces me embarqué en el proceso de organizar esos materiales y me dispuse a elaborar un catálogo para enumerar las fuentes disponibles”, cuenta la profesional, espigada mestiza que domina con admirable destreza el castellano.

Los libros de Torres Saillant constituyeron los primeros aportes de la naciente biblioteca y a estos se agregaron los del Consejo de Educadores Dominicanos, los de instituciones comunitarias y de particulares que acudieron al llamado de Sarah. Sin plan de trabajo ni políticas que definieran el contenido de los ejemplares que llegaban, comenzó a agrupar una colección básica, visitó entidades hermanas para asesoramiento y orientación, como la biblioteca del Centro de Estudios Puertorriqueños y luego de concluir la licenciatura en Estudios Internacionales quiso especializarse justamente en la actividad en la que estaba inmersa, por lo que decidió hacer maestría en bibliotecología.

Compartió espacios con otras dependencias administrativas y aseguró lugar para las colecciones bibliográficas hasta que en 2004 consiguieron fondos para construir el albergue de biblioteca y archivo. Cuatro años después, narra eufórica, “celebramos nuestra apertura en un área moderna y equipada y multiuso con instalaciones para conferencias in situ, galería y un espacio para preservar los documentos siguiendo los requerimientos específicos de temperatura y humedad”.

Siempre maestra. Sarah es hija de Elda Rodríguez y Sergio Aponte. Está casada con Juan Torres, compañero leal, que respalda sus proyectos. Cuando ella debe viajar por motivos de trabajo, o llega tarde al hogar, Juan se ocupa del pequeño Atman, de seis años, el hijo de la pareja. Es la encargada de la biblioteca del Instituto de Estudios Dominicanos en City College y enseña instrucción bibliográfica afiliada a las bibiliotecas de ese organismo. La doctora Ramona Hernández es la directora, su superiora inmediata.

La biblioteca se ha transformado en un recurso internacional reconocido, manifiesta Sarah. “Contamos con el apoyo institucional de la biblioteca de City College y ya nuestra colección forma parte del catálogo de la biblioteca central de CUNY y del Catálogo Mundial (World Cat)”, agrega.

Este centro cultural modelo que se enriquece con las incesantes búsquedas de Sarah cuenta con más de cinco mil volúmenes y es la más completa en disertaciones doctorales y tesis de maestría relacionadas con asuntos dominicanos otorgados por universidades estadounidenses, canadienses, de Europa, República Dominicana, entre otras naciones. Su colección de revistas “es única”, afirma Sarah. Tienen ocho mil citas bibliográficas de artículos publicados en ellas sobre el país y solamente esa biblioteca, en Estados Unidos, posee completa la colección de las revistas Rumbo, que se imprimía en Santo Domingo, y Punto 7, una de las primeras publicaciones académicas/literarias editada por dominicanos residentes en Estados Unidos.

Reciben pedidos de investigadores que precisan datos ajenos y propios y una de sus colecciones más extensas e importantes “es la concerniente a la historia dominicana, en especial de la época colonial, donada por el historiador Anthony Stevens-Acevedo, nuestro director auxiliar, quien durante su larga estadía en España ejecutó un trabajo de excavación histórica sin precedentes. Consta de más de mil 500 títulos”. Poseen además microfilmes de documentos manuscritos inéditos procedentes del Archivo de Indias.

Realizan exposiciones, talleres, desarrollo de maestros y Sarah se ha dado a querer profundamente, y a conocer grandemente por el apoyo personal, espontáneo, eficiente y paciente que ofrece a sus compatriotas escritores. Les da herramientas para que se conozcan sus obras, procura el concurso de editoriales, contacta agentes literarios y bibliotecarios y motiva y orienta a los autores en cuanto a la importancia de adquirir el ISBN a través de la Biblioteca del Congreso para que sus libros se registren de forma eficaz y rápida en las bases de datos disponibles para obtener libros.

La Biblioteca del Instituto de Estudios Dominicanos se nutre de donaciones, en reciprocidad, los donantes son registrados en el Catálogo Mundial, “la red más grande de servicios de bibliotecas”. Sin este esfuerzo, significa Sarah, muchos de estos libros no llegarían a la red o se acercarían a ella muy lentamente.

Este modelo de trabajo, servicio, eficiencia y estudio que inspira a tantos aspirantes a escritores y a muchos consagrados, no descansa en su afán de promover a literatos, narradores, ensayistas, poetas, periodistas, historiadores y otros creadores de la palabra escrita. Junto a Franklin Gutiérrez terminó un libro: Autores dominicanos de la diáspora, que estará circulando con el auspicio de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña.

Comparte sus trajines bibliográficos, su laboriosidad, la docencia, con la práctica de yoga junto a su hijo y a su esposo, es vegetariana y hasta en el campo donde se entrena pone de manifiesto su singular capacidad de servicio: enseña hatha yoga, orienta sobre mantras, meditaciones y cómo vivir saludables física, mental y espiritualmente.

 

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