POR DIÓGENES CÉSPEDES
De los 734 refugiados políticos españoles y españolas llegados a Puerto Plata en el barco “De La Salle” la mañana del 24 de febrero de 1940, 98 (noventa y ocho) fueron a vivir a San Francisco de Macorís (p. 171-73).

 Algunos salieron rápidamente de San Francisco de Macorís a la capital, como fue el caso del criminólogo Constancio Bernaldo de Quirós y el director de teatro Emilio Aparicio y su esposa la actriz Antonia Blanco Montes, y la actriz Carmen Rull, amiga inseparable de ambos, y quienes jugarían un papel de primer orden en el Teatro Escuela de Bellas Artes y en La Voz Dominicana.

 Ningún estudio antropológico, histórico o sociológico ha sido realizado hasta hoy, si no yerro, acerca de aquel asentamiento que ya ha entrado en su cuarta generación, es decir, que de los vivos y muertos de esa primera generación de emigrados, existen hijos, nietos y biznietos.

 Lo único que sabemos, empíricamente, es, tal como se observa en “De la niebla al sol”, que el proceso de fusión cultural está anunciado ya en los personajes de más viso en la novela: la determinación de Pilar, que se niega a partir a México cuando un emisario político del Partido Socialista (p.194) la visita y le expone la necesidad de que, para su seguridad personal frente a una dictadura como la de Trujillo, se decidió que ella se radicara en la capital azteca. Pilar se niega rotundamente; el matrimonio de Diego con Lidia; Gabriel y Rosita, Rafael y Luisa Alonso, Ignacio y Gabriela, un núcleo que se interna todavía más lejos: Mariano y Ana en Pimentel y la naturalización de Eloísa y Diego.

En relación con el núcleo de San Francisco de Macorís hay que decir que este excluyó de plano una vuelta a España, incluso si Franco dio garantías a quienes quisieran volver y acogerse a la paz de los vencedores.

 En un momento de la discusión de ese tópico, luego de un diálogo con Eloísa, Pilar se niega de plano a regresar a España, ni siquiera de paseo. Las noticias que la narradora les suministra en el sentido de que a los españoles exiliados les “sería muy difícil volver a vivir en la España de ayer, la cual, según ella no existía,  Eloísa anuncia: “–Pilar, quiero ir a Santander para abrazar a mi madre y mis hermanos. Para buscar alguna respuesta sobre Javier, pero no creo que podamos vivir allá. No podría sentirme perseguida y muchos menos ultrajada.” (p. 249) A lo que Pilar responde: “–Ya entiendes por qué siempre he sostenido que no tenía nada por lo cual regresar. Además, no les voy a dar el gusto. Nadie me humilla.” (Ibíd.)

 El proceso de culturización y aclimatación comienza por esta aceptación, tanto de los modos de vida como de la gastronomía y la música. La fiesta en Casa de España, donde se baila pasodoble y merengue, simboliza esta posibilidad de hibridación, pero por otro lazo, el asedio de Roberto Miller a Eloísa, norteamericano, de madre dominicana y de sangre española, simboliza lo que no pudo darse a raíz de la guerra hispano-norteamericana del 98 donde el pueblo dominicano y el español se coaligaron para combatir al sajón y lucharon por la independencia de Cuba, pero también simboliza por el apoyo español cuando la intervención yanqui de 1916-24. Y simboliza también Roberto Miller la realización de los mismos sueños de su padre.

 Sin embargo, este asedio de Roberto Miller es un símbolo de las relaciones entre Estados Unidos y Franco luego de eliminado el peligro fascista en 1945, pues cinco año después del fin de esta Segunda Guerra Mundial, el plan Marshall entraría con vigor no sólo a Europa, sino también a España. La base militar norteamericana de La Rota y la película “Bienvenido Mr. Marshall”, incluso tal filme con su dejo de crítica, simbolizan la entrada de España a la guerra fría y el perdón del fascismo si este se convirte en un aliado en la lucha en contra del comunismo, como lo fueron Franco y Trujillo con respecto a los Estados Unidos.

 No hay mucho eco de esto en “De la niebla al sol”, por la razón que apunta la narradora: “… la semilla de la política no germinó mucho” en el núcleo de refugiados que se asentó en San Francisco de Macorís (p.191). Tanto en la ficción como en la realidad, el hecho de que casi todos los refugiados se dedicaron al comercio, explica esta ausencia de lo político.

Incluso con Pilar, psicóloga y maestra de literatura que se queda en la ciudad, se ensanchará la brecha, y paradójicamente lo contrario sucederá con Eloísa, quien tal vez por su compromiso con la lucha militar al lado de Javier, mantendrá el fervor político y el compromiso al ligarse, como modista primero y como amiga después, a América Ramírez, de Estancia Nueva, Moca, quien simboliza a las familias opositoras a Trujillo o a una suerte de Minerva Mirabal vehemente y temeraria enemiga de Trujillo.

Este compromiso político no es solo con América, sino también con un núcleo más amplio: el formado por el Dr. Tejeda, el Padre Henríquez, Altagracia Contreras y las ramificaciones de esta oposición clandestina en el resto del Cibao, la Capital y el exterior, como lo prueba el caso del joven José Gutiérrez, distribuidor de panfletos en contra del régimen, y ligado por lazos de amistad a los hijos de la familia de Nicolás Suárez (p. 224).

 Pero, una vez más, la ficción abre un amplio margen de posibilidad de un matrimonio entre Eloísa y Roberto Miller. Sin embargo, esto nos lo confirmaría solamente la continuación de otra novela, ya que en “De la niebla al sol”existe nada más una especie de grata anticipación de los deseos del narrador o la narradora de que así acontezca, de lo cual es buena prueba la carta de Miller que aguarda a Eloísa a su llegada a San Francisco de Macorís, y quien exclama, al final de la novela, al divisar tierra dominicana: “–Hemos llegado a casa.”

 Así termina, por donde comenzó, este viaje testimonial. Inicio y fin son la misma y única aventura de la vida en y por la literatura. Con esta excelente “opera prima”, Luisa Pérez Viñas entra con buen pie en la historia de la literatura dominicana.