Futuro incierto

Futuro incierto

Salvo que se quiera tener a la gente en una condición de obnubilación y ajena a su realidad, las autoridades deben empezar a hacer algo para detener el desorden y el estilo de vida que hoy se vive en los barrios en donde impera la pobreza y la miseria.

En los llamados barrios marginados no parece haber posibilidad de que llegue algún día el desarrollo.

La condición aquí, especialmente entre los jóvenes, luce cada vez más distante de los elementos vitales que conducen al cambio y la trasformación de un mejor futuro.

Los barrios están cada vez más saturados del ruido escandaloso, la bebida a toda hora y el bombardeo de una droga que no sólo destruye el pensamiento, sino que empuja a la ejecución de crímenes, robos, atracos y una violencia salvaje.

Virtualmente es nula la acción de los gobiernos y de las autoridades.

Aparte de la disfuncionalidad de los servicios públicos, no existe la implementación de una visión que lleve a la gente a pensar en un mañana diferente.

El desorden es cada  vez más profundo con el dispendio impensable de dinero en alcohol, cerveza, juego, drogas y toda clase de vicio.

La única acción oficial que se ve es el desplazamiento sorpresivo de policías que requisan y detienen jóvenes en las calles por la simple impresión de ser sospechosos.

En el fondo, el estigma maldito real para esta acción es la misma pobreza y atraso.

Los clubes, los centros deportivos, las librerías públicas y los centros de formación han sido sustituidos por colmadones, licor store, bancas de apuestas y puntos de drogas.  Las iglesias sobreviven bajo grandes desafíos.

Según las cosas, las gentes que viven en sectores marginados parece que estará condenada a morir sin ver cambio en su condición.

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