CANNES, FRANCIA. AFP. La actriz mexicana Salma Hayek, el cineasta español Pedro Almodóvar, la estadounidense Jessica Chastain y el británico James McAvoy, asistieron el sábado en Cannes al estreno mundial de “Relatos salvajes”, del argentino Damián Szifrón, que estuvo acompañado de todo el equipo de su filme.

Los actores de la película – Ricardo Darín, Óscar Martínez, Leonard Sbraglia, Érica Rivas y María Marull, se vistieron de gala para subir la escalinata del Palacio de los Festivales de Cannes, cubierta por 60 metros de alfombra roja.

Szifrón, bajo la luz de los reflectores de decenas de fotógrafos y camarógrafos, no se cansaba de acariciar el vientre de su esposa María Marull, embarazada, antes de entrar al Gran Teatro Lumiere.

“Será una niña”, anunció orgulloso y feliz el director de “Tiempo de valientes” (2008) y de la exitosa serie “Los simuladores”, antes de entrar en la sala acompañado por el director artístico del Festival de Cannes, Thierry Frémaux.

La película argentina, que compite por la Palma de Oro contra 17 filmes -entre ellos de veteranos cineastas como los británicos Mike Leigh y Ken Loach, el canadiense David Cronemberg y el francés Jean Paul Godard- es una de las que ha tenido mejor acogida en el certamen del 67º Festival de Cannes, que empezó el jueves y concluye el 24 de mayo. Y la única que ha provocado carcajadas, por su humor negro y delirante, en un Festival donde se han visto, desde su apertura, tres biopics: “Grace de Mónaco”, fuera de competición, “Mr Turner” y “Saint Laurent”, un thriller psicológico, “La Cautiva”, de Atom Egoyan, y un drama turco, intimista y melancólico, “Winter Sleep”.

“Es una caja de delicias”, escribió Peter Bradshaw, el crítico del diario británico “The Guardian”, que como las revistas especializadas “Hollywood Reporter” y “Variety” elogiaron la película del argentino Szifrón.

“No creo que ‘Relatos salvajes’ sea un reflejo de Argentina, sino de una situación universal”, afirmó el cineasta de 38 años.

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“Relatos salvajes”
Sinopsis
El filme abre el juego con una delirante situación a bordo de un avión en el que por alguna inquietante razón todos se conocen. La película sumerge a partir de allí al espectador en una vertiginosa montaña rusa de emociones contradictorias, de episodio en episodio, aunque con resultado a veces desigual, sobre todo en el capítulo final, el menos eficaz. Va desde un sangriento encuentro en una carretera solitaria hasta una loca boda en Buenos Aires.