En ocasión de cumplir su XX aniversario, el Instituto de Estudios Dominicanos de City College de Nueva York celebró la Gala de la Herencia Intelectual Dominicana, el pasado 6 de diciembre en el Great Hall de su sede. En el acto, fueron reconocidas varias instituciones dominicanas y extranjeras, con el Premio de Institución Pionera.
Además de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, recibieron el galardón: Smithsonian Latino Center y New-York Historical Society, así como las personalidades Luis Canela, premio a la trayectoria como representante del Banco Popular Dominicano en Nueva York; Daisy Cocco De Filippis, premio como alumna estrella, y Jay Hershenson, premio como líder distinguido.
En la carta de Ramona Hernández, directora del Instituto de Estudios Dominicanos, al director de la BNPHU, el autor de este artículo, expresa: “En su colaboración con el Instituto de Estudios Dominicanos de CUNY, la BNPHU fue la primera institución pública de prestigio en abrirnos las puertas y considerar al instituto como su igual, no solamente valorando el trabajo que hacemos, sino también mostrando un apoyo inestimable a la ardua tarea de producir y propagar la investigación y el conocimiento sobre los dominicanos y sobre la República Dominicana que produce fuera de los Estados Unidos”.
En el marco del convenio vigente entre el instituto del CUNY y la BNPHU, además del apoyo a actividades puntuales de investigación, a través de nuestro Centro de Estudios de la Diáspora Dominicana, que dirige el Licenciado Castro. Se han publicado los libros La República Dominicana y la prensa extranjera mayo 1961-septiembre 1963 (Desde la desaparición de Trujillo hasta Juan Bosch), de Sully Saneaux y Ramona Hernández; y Autores dominicanos de la diáspora: Apuntes bio-bibliográficos (1902-2012), de Sarah Aponte y Franklin Gutiérrez. Este último fue premiado en 2014, en la 59° Conferencia Anual del Seminario de Adquisiciones de Materiales Latinoamericanos para Bibliotecas (SALALM), celebrada en Utah, Estados Unidos.
En la Gala de la Herencia Intelectual Dominicana también participaron representantes de la comunidad dominicana en Nueva York: comerciantes, grupos comunitarios, concejales y funcionarios de alcaldías, personalidades vinculadas al ámbito académico y empresarial, así como egresados del CUNY.
En el acto de premiación, pronunciamos unas brevísimas palabras de gracias, que compartimos con los lectores:
“En nombre de nuestra institución, Nicomedes Castro y quien les habla, hemos venido hasta aquí para expresarles que es un gran honor para la Biblioteca Nacional de la República Dominicana recibir el Premio de Institución Pionera en apoyo a la contribución académica de la comunidad dominicana en los Estados Unidos, en el marco del XX aniversario de la creación del Instituto de Estudios Dominicanos, del City College de Nueva York.
“Este instituto, fundado por un grupo de nacionales encabezados por el escritor y catedrático Silvio Torres Saillant y dirigido actualmente por la comprometida y diligente académica Ramona Hernández, es una entidad inspiradora en su función de investigación, preservación y difusión de nuestros sueños y realidades en la patria de Abraham Lincoln y Ernesto Hemmigway.
“City College es parte de nuestro ser, por su labor y generosa acogida a nuestros compatriotas. Nos honra, también, recibir el galardón con otras personalidades e instituciones que expresan la identidad de lo dominicano.
“Asimismo, es un homenaje a nuestra diáspora, reservorio del sentimiento y el espíritu nacional, que tanto ha contribuido -y contribuye- con el crecimiento y desarrollo de nuestro país. Desde Juan Rodríguez, el primer inmigrante quisqueyano en Nueva York, a nuestros días.
Finalmente, me permito dedicar este premio a cuatro grandes precursores de nuestra diáspora intelectual: Pedro Henríquez Ureña, Juan Bosch, Juan Isidro Jimenes Grullón y Pedro Mir.”
Termino esta colaboración con fragmentos de un artículo mío aparecido el 24 de mayo de 1993, titulado ´”Ese Nueva York que nos bulle…´”:
“Así como la Ciudad de los Rascacielos es un fresco inmenso con luces y sombras, la presencia dominicana en los Estados Unidos no se circunscribe a los ghettos de Washington Heights, en el Alto Manhattan, o del Bronx. Las tragedias de Quico García y de Lucrecia Pérez son una prolongación del drama nacional. (…)
“Muchos son los que ignoran que en ese Nueva York que nos bulle… se está forjando el sentido de nacionalidad y patriotismo que tantos han perdido en este país. Allá, a caballo entre los sofisticados avances tecnológicos y la vida difícil en las barriadas neoyorquinas, el dominicano se reencuentra cada día con los más profundos sentimientos de su ser nacional. En el espejo de la distancia crece la patria como una llamarada en la noche.”