GALÍNDEZ La escritura como condena a muerte

GALÍNDEZ La escritura como condena a muerte

La escritura en Galíndez, la novela de Manuel Vázquez Montalbán (Santo Domingo: Editora Taller, 1990, 346p.), es el elemento motor. Es ella la que condena a muerte y, al mismo tiempo, saca del olvido a Jesús de Galíndez. Es ella la que traza el destino de Muriel Colbert, el personaje que, gracias a su investigación sobre La ética de la resistencia, le da actualidad al caso y a la historia del vasco desaparecido en New York en marzo de 1956. Es la escritura la que, al mismo tiempo, deja abierta la obra.
La novela de Vázquez Montalbán pone en escena un momento de la política internacional del Caribe, cuya historicidad se revela por los diferentes contratiempos que sufre la investigación de Colbert y por la insistencia de los servicios secretos americanos para impedir que esa investigación prosiga o que ella saque a flote ciertas verdades: “Este asunto no puede eternizarse y no se puede crear el más mínimo factor desestabilizador en Santo Domingo, con un presidente ciego y a punto de pasar a mejor vida” (p.99).
La documentación utilizada por el novelista español para construir su Galíndez es enorme. Ella se percibe en la medida en que la lectura del texto avanza. Los detalles salpicados de referencias reales, para que la ficción tome el relieve de la historia, sobre todo cuando se trata de personajes cuyas referencias reales son evidentes, están muy bien logrados por Vázquez Montalbán.
Galíndez es también un reto a la literatura dominicana. Transforma en ficción un acontecimiento de la historia reciente: el caso Galíndez. Con excepción de Bernardo Vega en Dominicanes (Santo Domingo: Fundación Cultural Dominicana, 1989), Trujillo nunca ha sido tratado por la novelística dominicana como un personaje de ficción de primer plano. Menos aún sus colaboradores. Para los escritores dominicanos es una tarea un poco cuesta arriba, pues ella puede acarrearles problemas personales o hacer de sus textos no una obra de ficción, sino una especie de crónica periodística o un panfleto.
La novela se desarrolla y se construye sobre la base de la escritura como condena a muerte. Jesús de Galíndez fue condenado a muerte por Trujillo a causa de su obra La Era de Trujillo. Esa condena es por lo demás explícita: “Pero es que usted, le dice Trujillo, se ha puesto en la boca a mi mujer, a mi madre, a mi padre, a mi Ramfis y como usted en la boca lleva mierda, pues con la mierda en su boca se han quedado” (p.214).
Muriel Colbert fue asesinada por los servicios secretos americanos a causa de su investigación sobre la desaparición de Galíndez. Una investigación que también se iba a resumir en las páginas de su tesis La ética de la resistencia. Un destino que tendría la función de prolepsis en cuanto a la intención de Ricardo, el amigo de Muriel, de abrir el caso. Ya antes, Voltaire-Angelito había anunciado esa posibilidad. Lo que es lo mismo que anunciar otras novelas: “Rojas [pseudónimo de Galíndez en el FBI] otra vez. Es el muerto sin sepultura. Es como una maldición. Cuando no se entierra a un cadáver, anda errante y reaparece cuando menos lo esperas” (p.193).
Ahora bien, ¿cómo una simple investigación universitaria puede adquirir el valor de novela? Imposible, diría cualquier iniciado en literatura. Lo que resulta de esa investigación es que ella es el elemento que desencadena todos los mecanismos de la narración. Las peripecias y tropiezos de Muriel durante los meses de trabajo, entrelazados con episodios de la vida de Galíndez, es decir, de su vida en Santo Domingo, su secuestro hasta el “proceso” a que, según el narrador, fue sometido, sirven de base la estructura narrativa de la obra.
En toda novela se describe o se hace un viaje, sostiene Michel Butor. En Galíndez se atraviesa el Atlántico y el Caribe varias veces. Travesías realizadas, en un primer tiempo, por Galíndez en busca de refugio y, por qué no, de la muerte. Luego, en la ficción, Muriel Colbert sigue las huellas de su personaje desde el país vasco, pasando por Madrid, Santo Domingo, New York y Miami, como se lo exige su investigación. Es ese periplo el que pone en escena la vida política de Estados Unidos, del Caribe y de España: Galíndez era español, fue secuestrado en New York y asesinado en Santo Domingo. Por otra parte, Ricardo es el personaje —también español— que deja abierta la novela con sus intenciones de elucidar la muerte de su amiga (cfr.344). Sus intenciones pueden ser consideradas como una condena a muerte avant la lettre.

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