Ganadería y bosques 
Proyecto combina aprovechamiento de pastos y árboles

<STRONG>Ganadería y bosques</STRONG>  <BR>Proyecto combina aprovechamiento de pastos y árboles

SAN JOSÉ DE LAS MATAS, SANTIAGO. A seis kilómetros de esta localidad, campesinos y propietarios de tierras de montaña se han asociado al Proyecto del Bosque Falconbridge y del Plan Sierra, comprobando que se puede combinar pastos con bosque y aprovechar en términos económicos la madera, sin dañar el ambiente. Han demostrado que la reforestación de la sierra no es un sueño imposible.

A través de una estrategia multifacética que combina la investigación ambiental y la conservación con inversiones en educación, atención en salud y desarrollo económico, se ha logrado la construcción activa de la comunidad, comprometida con la conservación del medio ambiente que la rodea. Las verdes y húmedas terrazas de su sitio hoy contienen nutrientes y agua en el suelo. El arroyo Hondo ha resucitado, y  se  ha visto disminuir casi completamente la erosión y la escorrentía río arriba.

El Plan Sierra nace en el 1979. Para ese momento Plan Sierra, el Gobierno y la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) eran como una misma cosa. Eso parecía  asegurar  la permanencia de esta fórmula dirigida a mejorar la situación del bosque y de los ríos, así como al  mejoramiento de quienes habitaban en esa zona del país.

Pero, no siempre sucede lo mismo, y aunque se recibe ayuda estatal, solamente gracias al aporte del sector privado y organismos internacionales, el Plan Sierra ha podido sobrevivir y mantener sus programas. 

Hacia 1990 la principal cuenca hidrográfica de República Dominicana, donde nacen ríos tan importantes como  Yaque del Norte, Bao, Jagua, Inoa y Amina, se vio debilitada por la tala indiscriminada de los árboles. En ese entonces, un 90 por ciento de la zona antes boscosa, donde verdes pinos afirmaban la tierra fértil de la Cordillera Central, se encontraba deforestada. 

La erosión de los terrenos, por la práctica de “tumba y quema” para cultivar productos de ciclo corto, así como la disminución de cuencas hidrográficas, significó el deterioro de los ecosistemas. Los andamiajes de defensa de las especies silvestres y comunidades humanas se vieron afectados frente a las catástrofes ambientales e inundaciones periódicas.

Tomando en cuenta las condiciones específicas de la zona y la importancia que tiene el rescate del bosque para mejorar la calidad de vida de las personas, la Fundación Falcondo identificó al Plan Sierra para diseñar un programa conjunto, que favoreciera la permanencia de los ríos de la Cordillera Central.

En el marco de un amplio programa de protección de importantes cuencas hidrográficas del país, la Fundación Falcondo está trabajando en dos de los ríos más importantes: el Yuna y el Yaque del Norte. 

Con el mismo modelo de intervención de zonas frágiles, se ha educado a las personas para la convivencia armoniosa con su entorno, y se han incrementando los ingresos de los pobladores,  a fin de generar proyectos piloto que otros grupos puedan reproducir y entre todos preservar los recursos hídricos del país.

En este sentido, la fundación ha contribuido a la protección del Yaque del Norte a partir de dos puntos importantes, desde su nacimiento en la micro cuenca de Los Dajaos en la región de Jarabacoa-Manabao hasta la Sierra.

Allí nace, no solamente el agua potable, sino también  el agua con fines agrícolas y la  energía hidroeléctrica de más de tres millones de dominicanos que habitan la región productiva de mayor importancia y de mayor densidad poblacional del país: el Cibao Central.

Bosque Falconbridge

En un día soleado, los miembros de la junta directiva de la Fundación Falcondo, dirigido por monseñor Roque Adames, iniciaron la siembra de 10 mil tareas hace ya 17 años, estableciendo el Bosque Falconbridge, donde en ese momento la tierra estaba ocupada por pastos degradados en suelos muy erosionados.

En la actualidad se alcanza a ver desde cualquier punto de San José de las Matas un bosque tupido de pinos y otros árboles donde hace 17 años sólo había lomas peladas en la  micro cuenca de dos afluentes del Yaque, el río Inoa y el arroyo Hondo. 

Lo más significativo de este proyecto es que ha logrado conjugar la conservación del medio ambiente con  la educación de la población, la introducción de prácticas que aumentan la productividad y a la vez permiten la preservación del suelo y los árboles, promoviendo la sostenibilidad social y económica de los habitantes.

Más importante que los nueve millones de pesos invertidos para la reforestación de 10,000 tareas, ha sido el hecho de que los campesinos han cambiado su conducta.

Como expresa Virgilio Callado, un agroempresario de la zona y uno de los primeros en darle una oportunidad a las técnicas del Plan Sierra: “A medida que se incorporan los conceptos de conservación, se vive acorde a eso”; es decir, resguardando los árboles y el suelo que les han sido encomendados.

Fundación Falcondo, al unirse a  esos admirables  esfuerzos,  ha contribuido a  que el anecdotario de expresiones de campesinos que no tenían conciencia de la importancia de los bosques, hoy sean cosa del pasado.  Como el líder comunitario llamado Mañón, que luego de una charla conservacionista en los inicios del Plan Sierra, expresó: “No me hablen de pino a mi, un hombre que hasta esperar que crezca la batata lo desespera”. 

Agroempresarios locales, como don Ricardo Salcedo, quien hasta mediados de los 90  combatía  el bosque como adversario, pues era ganadero, han visto engrosar sus utilidades al sembrar pinos y pangola para forraje en un mismo terreno.

Es decir, da gusto ver el fruto de diversos trabajos  educativos que  van más allá de las aulas y los escolares. Como es el caso de  este aporte en medio de la cordillera, donde  rodeado de unos eriales, por los que parece haber pasado Atila,  puede verse hoy  en todo su esplendor, brillante como una verde esmeralda,  el Bosque Falconbridge.

Letrero de la Falconbridge

El cerro central de Pinus Occidentalis Swartz se completa con Pinus Caribbaea y Pinos Hondurensis Caribbaea. El lugar está  identificado por un hito muy peculiar que forma parte de la toponimia de la Sierra.   Literalmente, los lugareños han incorporado a sus vidas el bosque. Y al sitio lo llaman: “El letrero de la Falconbridge” como una referencia tangible en la geografía de sus vidas.

A los campesinos, en especial agricultores y ganaderos propietarios de terreno en la misma zona, el Bosque Falconbridge les ha servido de ejemplo, y han visto crecer sus utilidades, pues han imitado  las siembras forestales combinadas con silvopastoreo,  para alimentación  suya y de su  ganado que convive perfectamente con los pinares.

“Al inicio fue difícil convencer a la gente de que la administración del bosque era importante,” explica José Manuel Azcona, líder comunitario de una asociación  dentro del Plan Sierra, a la que viven 80 familias.

Las personas viviendo en la pobreza no tienen margen para la experimentación.  Pero el proyecto trabajó con las familias y las acompañó a enfrentar los riesgos que suponía abandonar sus antiguos hábitos en el uso de la tierra.  

Zoom

Arroyo Hondo

Doña Tomasina Cruz  ha vivido 64 de sus 70 años de edad  junto a la vieja toma del acueducto.  Eso la  convierte en testimonio vivo de quien, por residir  junto al arroyo,  lo  vio  languidecer  y  convertirse “en un camino de arena y piedra” , y  “eso sí , poco a poco”  lo ha visto  recuperarse.  

Sus nietos Yarisa, de nueve años y  Junior, de siete, asisten a la escuela primaria Arroyo Hondo, la cual fue reparada con fondos del Bosque Falconbridge, dentro del renglón educativo del proyecto.

Doña Tomasina está de acuerdo con Azcona en que “el Plan Sierra ha sido una verdadera alianza”. “Nos dieron educación para mejorar nuestros hábitos de siembra; pudimos obtener servicios básicos, una educación para nuestros hijos y buena atención de salud. Todas estas cosas han mejorado nuestras vidas”. 

El caudal del arroyo Hondo, donde en el año 2002 medía  5.8  litros de agua; hoy  mide 10.

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