Como la estabilidad de la DGII no es un asunto menor, se relaciona con la institucionalidad democrática del país, pondero las palabras del Ing. Magín Díaz en la Cámara Americana de Comercio, sobre cómo la Agencia Tributaria ganó credibilidad y confianza entre los contribuyentes en los últimos tres años.
La vuelta de tuerca se debió al cambio de estrategia y al hecho comprobable con las estadísticas de que a todos se les mide con las mismas reglas, no obstante aplicar un Código Tributario lleno de parches y obsoleto con más de 27 años de edad. En efecto, ahora son menos los que desconfían y muchos más los que cumplen voluntariamente sus obligaciones tributarias. Esta realidad, que no es percepción, junto al robusto y sostenido crecimiento de la economía, explica el aumento de $115 millones en la recaudación promedio anual de 2016 a 2018, comparado con los tres años anteriores.
La Agencia Tributaria cumplió la ambiciosa meta en el Presupuesto Público, lo normal era lo contrario, evitando al mismo tiempo que el gobierno central recortara asignaciones, a hospitales públicos, por ejemplo, o que aumentara el déficit fiscal y el endeudamiento público, lo que con otras palabras reconoció el FMI en su informe reciente sobre el artículo IV.
Otra realidad comprobable con las estadísticas es que los trabajos técnicos de naturaleza informática que mejoraron los controles tributarios, fueron básicos en el cambio de la tendencia ascendente que traía el fraude del ITBIS y del Impuesto sobre los Ingresos respecto al PIB, monto que estimó en $330 millones en 2018. Lo que generó presión fiscal sobre ingresos que pagan sus impuestos, redujo competitividad a las empresas honradas, la mayoría, y al final del día se tiene un sistema muy distorsionado con carga fiscal que no está distribuida de forma equitativa, ni es eficiente, y de los impuestos indirectos procede el grueso de los ingresos fiscales.
En suma, de diferentes maneras el sistema distorsionado penaliza en extremo los ingresos de trabajadores y no la riqueza, ni el rendimiento del capital, contrario a lo que enseñó Adam Smith, la riqueza de las naciones está en el trabajo de la gente que hay en ellas.
Tarda años reducir a la mitad lo que se pierde por fraude en los principales impuestos y aumentar la recaudación en 3.5 puntos porcentuales del PIB, y no obstante sería insuficiente para terminar con los numerosos desequilibrios de la economía.
Por tal motivo deben perseguirse varios objetivos: recaudar adicionalmente 5 puntos porcentuales del producto; aumentar el ahorro público y privado, y reducir el endeudamiento público en dólares. Para alcanzarlos en el mediano plazo, la teoría económica aconseja ensanchar las bases imponibles, el FMI recomienda reducir exenciones excesivas con una reforma fiscal integral consensuada con todos los sectores de la sociedad.
Cuando llegue el momento debe plantearse la conveniencia de la permanencia de cargos técnicos de la Agencia Tributaria, incluyendo el de director general, por un periodo renovable que supere los cuatro años, con absoluta independencia del poder político.
Mientras tanto, son pertinentes los estudios que estoy seguro se realizan sobre economía sumergida, fraude fiscal y pérdida de recaudación. Que consumidores y empresarios mantengan el fuerte apoyo a la DGII, para que siga aplicando con profesionalidad el obsoleto Código Tributario.