Como el que parte y reparte se queda siempre con la mejor parte, no tengo ninguna duda de que en el “arreglo” que dio por concluida la crisis en el PLD el danilismo salió ganancioso, aunque se pusiera particular énfasis en mostrarle al mundo que al expresidente Leonel Fernández se le preservó su espacio e influencia, y sobre todo su dignidad política. Pero no todos están celebrando, como nos quieren hacer creer los peledeístas, que todavía no se reponen del susto y los sobresaltos de los ultimos días, cuando llegaron a creer que el PLD sería víctima de una división que los sacaría del poder. Y no todos los peledeístas pueden estar contentos por la sencilla razón de que, en la repartidera para complacer a Leonel y a su gente, se sacrificó a los que aspiran a senadores y diputados, vulnerando la democracia interna y cercenando su derecho constitucional a ser elegidos. Tampoco puede decirse que ganó la Constitución, que por enésima acasión será acomodada a las necesidades e intereses de un líder politico y el partido que lo sustenta, pues la mayoría de las modificaciones que se le harán serán el premio de consolación del expresidente Fernández. Y ni hablar de nuestra clase política, que ha vuelto a dar otra demostración de la “firmeza” de sus principios. ¿Cómo olvidar que el presidente Danilo Medina prometió gobernar solo cuatro años? ¿Cómo olvidar la radical oposición a la reelección de los seguidores de Leonel en el Congreso, para finalmente dejarse convencer de la “necesidad” de modificar la Constitución? Bien sé que en el PLD tienen derecho a celebrar un pacto que les permitiría seguir “subidos al palo”, y que al son de la consigna “reelección por reelección” lograron superar la peor crisis de su historia, pero si fuéramos a pasar balance del pacto Danilo-Leonel, y le preguntaran su opinión a un servidor, respondería sin vacilar que ganaron los peledeístas pero perdió el país y sus instituciones.