Contrario a los lineamientos del stablisment que conduce la vida nacional de los Estados Unidos, Barack Obama, candidato del Partido Demócrata a las elecciones del día 4 de este mes de noviembre, ganó el certamen cívico, convirtiéndose en el 44 presidente de la Unión y el primer negro que llega al poder de la primera potencia unipolar del mundo.

Su triunfo fue 51 x 49, y traduce que en el cenit del éxtasis por la victoria, es menester considerar que un 49% de los norteamericanos dijeron que no a Obama, algo que debe tener muy presente el próximo presidente a partir de enero 20, equilibrar el poder con los mejores cerebros de su partido y del Republicano, y aproximarse lo más posible a los temibles poderes fácticos que se nuclear en torno al complejo militar-industrial.

Ese poder avasallante que produjo 24 golpes de Estado al presidente JFK en contra de su voluntad, y que hizo el guiño y concedió la luz verde tanto a Harry Truman para lanzar las bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaky, y agredir a Corea del Norte, a JFK y Lyndon Johnson en Vietnam y RD, a los dos Bush en Iraq y Afganistán y que también produjo el magnicidio de Dallas el 22-11-63.

Cierto que Obama dispone del dominio del Congreso, 258 diputados y 56 senadores, que obtuvo 349 votos electorales contra 163 de John McCain, organismo creado por los Padres Fundadores en 1787 para junto al Tribunal Supremo (Suprema Corte), constituirse en cancerbero y ratonera para preservar el stablishment. También es cierto que la sociedad norteamericana anhela paz y trocar la esperanza por el miedo.

En todo ese cosmos nuevo, Obama con certeza recuerda el final de Abraham Lincoln el 15-04-186, James Garfield el 19-09-1881, William McKinley el 14-09-1901, JFK el 22-11-1963, a Malcoln X y el hombre que tuvo un sueño, Martin Luther King que ahora se hace realidad. ¡Buen provecho para el mundo y USA, presidente Obama!