UBI RIVAS
Con ese principal titulado, El Nacional sirvió su edición del día 16 del presente mes, alusiva al triunfo del candidato presidencial de Haití, René Préval, en las elecciones efectuadas el día 07 de este mes.

Oficialmente Préval aventajó a sus 31 rivales con un porcentaje de 48.76% por sobre su más cercano contendor, el ex-presidente Leslie Manigat, de la Agrupación de los Derechos Nacionales Progresistas (RDNP), un nombre muy largo para un partido político, que obtuvo una puntuación famélica de un 11.83% (rechazo absoluto, o lo más próximo a ese guarismo).

Préval fue ya presidente en el período 1996-01, en que obtuvo para accesar al poder el 89% del consentimiento de sus paisanos, un porciento histórico como histórico fue su ascenso democrático, un ejemplo en dos siglos de turbulenta incursión independiente del primer Estado negro del mundo y el segundo de América, sólo precedido por Estados Unidos que lo obtuvo en 1776. Haití en 1802.

La proclamación de Préval a su alta investidura y segundo gran compromiso para con su país, la produjo el Consejo Provisional Electoral (CEP), versión haitiana de nuestra Junta Central Electoral (JCE) a nueve días de los comicios, y los entendidos de este lado de la isla Hispaniola consultados por el autor de este trabajo coinciden en definir Estados Unidos con el candidato triunfante el contexto de deslindar sus relaciones, lo que no es del todo incorrecto.

El CEP adjudicó el reducido margen porcentual de 48.76 hasta llevarlo al 51.15% para economizar un tiempo precioso para Haití de una segunda ronda a efectuarse el 13 del próximo mes, y así iniciar Préval el ingreso de flujos económicos para hacer frente a uno de sus retos troncales, el crónico desempleo que flagela al Estado más pobre de América y uno de los más depauperados de la aldea planetaria.

El mismo día de su proclamación por el CEP, el presidente Leonel Fernández extendió su felicitación y parabienes a Préval.

Todos pensamos al unísono que Haití y Préval tienen la oportunidad dorada de empezar un proceso no solamente democrático, si es que ese sistema puede hacerse carne de realidad en un país sin instituciones que ha transitado un traumático decursar de independencia plagada por asonadas cuartelarias, despotismo desde las pretensas monarquías originales de Dessalines, Pétion, Boyer y Cristóbal, hasta los excesos con matices de fondo democrático que ejercieron todos los tiranuelos vampirescos que han martirizado a Haití mucho más que sus colonizadores galos, como el médico brujo rural Francois Duvalier (Papa Doc), que dispendió los excesos por 17 años y su hijo Jean Claude, menos sañudo, por 15, idéntico a los 32 años de la Era de Trujillo.

Haití, luego de la proclamación de Préval, iniciará el ciclo de reincorporar su fuero soberano, eclipsado por las Naciones Unidas que tienen allí una fuerza militar de tarea de 9,500 soldados, como reducen su condición de Estado a una versión lo más aproximada a un fideicomiso, si es que no es.

Es también la gran oportunidad que enfrentan tanto Francia, Canadá y Estados Unidos, en demostrar su alharaca que es menester probar, de ser “amigos” de Haití, una palabreja melíflua tanto entre los Estados como entre los hombres, en que lo primero que es menester para definirla, es probarla.

Préval representa al 77% que es la masa empobrecida de 8.5 millones de haitianos que vegetan en la indefensión, la desesperanza, la miseria más espantosa y conmovedora para hasta los más encallecidos de conciencia, y en esa coyuntura amerita, es la oportunidad, para ayudarla en su aplastante misión de reordenar y reencauzar su desarticulado país.

Es una ocasión espléndida para Préval, 63 años, para Haití y para nosotros los dominicanos que apostamos y deseamos un Haití creciente en lo económico e institucional para así aminorar la tragedia de la invasión pacífica peligrosa que absorbemos y aprovechar al unísono, disponer Haití de un embajador en la capital dominicana del calibre de Fritz Cineas, un experimentado diplomático que conocemos por haberse desempleado ya antes en esa posición aquí.