¿Garantía soberana o soberanas presunciones?

¿Garantía soberana o soberanas presunciones?

Instancias del poder económico supuestamente conocedoras de manejos financieros – banqueros, empresarios, administradores de Fondos de Pensiones – siguen conceptualizando la garantía soberana del Estado igual que un siglo atrás; prescindiendo que estamos azotados por una crisis financiera cuya terminación no se visualiza ni se disponen de mecanismos eficaces para superarla, y  sometidos a exigencias sociales germinadoras de gobiernos propensos al desconocimiento de obligaciones estatales.

La frecuente recurrencia del gobierno al endeudamiento, tanto externo como interno; y la alta propensión de las instancias citadas para obtemperar  a esos requerimientos vía préstamos y papeles, así lo evidencian.

Sobre el financiamiento externo bastaría citar los bonos soberanos cuya colocación se gestiona, lo cual elevaría la deuda a 9,200 millones de US$, un 44%  superior al existente en el año 2004.

Y peor aún, el endeudamiento interno. A febrero 2010 era de 5,057 millones de US$, cinco veces más alta que en el 2004. Ha pasado de un 13% que significaba en ese año al 38% a este febrero. En seis años ha crecido 12 veces más rápido que el externo. Más de la mitad del incremento de préstamos de la banca se destina al gobierno cuando éste absorbe apenas la quinta parte de la cartera. Todo con altos intereses.

Están lejos los tiempos en que la deuda externa podía cobrarse con ocupaciones militares como la que sufrimos a principios del pasado siglo. El sistema financiero internacional, con el FMI a la cabeza, demostró incapacidad de previsión de la crisis que conmueve el mundo y sigue mostrando incapacidad para enfrentar prontamente tragedias como la griega, donde hoy ha detonado. Comunidades internacionales como la CEE discrepan entre la dureza alemana y la tolerancia de otros sobre cómo enfrentarla, demorando  intervenciones preventivas de crisis en economías como la española, muy ligada a la dominicana. EEUU investiga bancos y entidades calificadoras desde la omisión de informaciones hasta distracciones pornográficas. La reforma financiera norteamericana, donde se originó la crisis y cuya economía no da señales firmes de recuperación, no está pareciendo factible. Todo ello conducente a restricciones en el financiamiento internacional.

En el orden interno, el servicio de la deuda ya consume la mitad del presupuesto nacional, gastándose el resto en subsidios y burocracia, hasta el punto que la satisfacción de exigencias sociales se sustenta en financiamientos cada vez más costosos y difíciles; brindando espacio a inconformidades sociales susceptibles de rupturas institucionales, cesación de pagos y bancarrota fiscal impedidora de nuevos financiamientos y estatización de cotizaciones de seguridad social por financiar al Estado.

Más que garantías soberanas estaríamos frente a soberanas presunciones de inversionistas.

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