¡Garzón, diga perejil!

¡Garzón, diga perejil!

José B. Gautier
La historia no se puede rehacer ni manipular como algunos quieren, pero como buen observador que eres, amigo lector, verás como hoy están ocurriendo muchas cosas y hechos que buscan desesperadamente asemejarse a trágicos y lamentables sucesos de ayer. Acontecimientos que lucen montados en el mismo tiovivo histórico que gira, repite, vuelve- como si fueran las piedras de hoy, las mismas son las que tropezamos ayer.

 ¿Es que la nación dominicana, su gente, sus gobernantes, sus iglesias están atrapados en ese círculo trágico? ¿Entraremos otra vez a la caverna, o ya salimos y es pa»lante que vamos?

Resultan asombrosos los pronunciamientos que hicieron recientemente los habitantes de comunidades fronterizas que viven y tienen propiedades en esa franja territorial dominicano, anunciando que formarán grupos Para Militares armados para defenderse del continuo azote de bandas de merodeadores haitianos que se introducen ilegalmente en el país, de día y de noche, a veces ayudados por cómplices criollos civiles y militares, con el fin de robar ganado vacuno, porcino, caballar, mular, caprino y ovino de sus fincas y parcelas, y de aves, -gallinas, patos y guineas de sus viviendas y bohíos, así como de víveres,- yuca, plátanos, arroz y batatas de sus conucos y cultivos; como también de vehículos de trabajo,- camionetas, automóviles y motocicletas. Hay casos extremos de asesinatos y secuestros de personas- adultas y menores.

¡Advierte la tormenta! ¡Escucha el continuo gemir del viento adolorido! ¡Mira como resplandece el cielo embravecido con rayos y centellas! ¡Respeta el rugir de truenos ensordecedores anunciando el próximo cataclismo!… Esas peligrosas declaraciones de formar grupos de autodefensas armadas las hicieron públicamente pobladores desesperados, en presencia de autoridades gubernamentales civiles y militares, nacionales y locales. La situación es grave y tiende a deteriorarse. El azote es grande y continuo. La carencia de una política gubernamental coherente en el tiempo que garantice de forma continua y permanente la seguridad ciudadana es un asunto de vida o muerte para los habitantes de la región. Especialmente ante la lenidad, negligencia o complicidad de algunos funcionarios civiles y militares que tienen la responsabilidad de velar por el orden público y de garantizar vidas y propiedades en un Estado de derecho.

A pesar de nuestra conveniente amnesia histórica colectiva, los dominicanos conservamos un mal recuerdo estigmatizado de una situación muy parecida que ocurrió en el año 1937, cuando después de terminada,- en el año anterior,- la demarcación de la línea fronteriza sobre el terreno por la Comisión Delimitadora de Fronteras, imperaba el caos y la anarquía en la región por los crímenes, delitos y robos incontrolados cometidos por ciudadanos haitianos errantes y vagos, -situación por la cual hubo protestas pidiendo término a la situación y el gobierno autoritario y dictatorial de entonces, encabezado por Rafael Trujillo-, con la visión nacional-socialista extrema predominante de la época, marcada por los preludios apocalípticos de la Segunda Guerra Mundial (Franco, Mussolini, Hitler, Lenin, Stalin, Chan Kai-chek, Hiroito, Mao Tse-tung, Churchill, Roosevelt), con una Sociedad de Naciones agónica-, se vio precisado a poner el orden a filo de bayonetas (como otra espantosa Guernica cualquiera, plasmada genialmente en la pintura al óleo de Pablo Picasso, inspirada en el brutal bombardeo de la ciudad vasca), ocasionando la desaparición o la muerte a cuchilladas de miles de haitianos que no querían obtemperar al nuevo orden territorial acordado entre los dos países limítrofes,-de respetar y de reconocer las leyes y la soberanía dominicana de la zona. La tragedia fue grande y sangrienta. Por entonces habían autoridades dispuestas y con voluntad a que se respetara la nacionalidad dominicana.

Existen enjundiosos estudios del tema como la obra titulada «Documentos del Conflicto Dominico-Haitiano de 1937», recopilación y notas de José Israel Cuello la obra «Trujillo y Haití», volumen (1930-1937), escrita por Bernardo Vega, pero a nuestro entender todavía esos acontecimientos del año de 1937 no han sido analizados sus causas y consecuencias en toda la importancia, magnitud y trascendencia que merecen. La sombra de la tiranía trujillista, sin controles ni límites, ensombrece el veredicto de imparcialidad en un juicio público y contradictorio de los eventos. Pero la historia está ahí, la sangre corrió, y ya queremos los dominicanos y los haitianos, ahora sin el «Jefe», reflejarnos nueva vez en el mismo malvado espejo trágico con problemas y conflictos similares irresolutos. ¿Quién recuerda a Cachiman, a Hincha, a Las Caobas? Así como los mejicanos recuerdan el sangriento combate en el Cerro de Chapultepec; los norteamericanos el asalto al Fuete de El Alamo; y los franco-canadienses lloran de nostalgia por Québec, los dominicanos,- en vez de borrar, de olvidar o de ocultar la tragedia ocurrida en 1937, -deberíamos aprender la lección para que las causas que la motivaron no se repitan con otro fatal desenlace. Lamentablemente nadie hace experiencia en cabeza ajena y los acontecimientos pasados al ser olvidados ocultados no los conocen las nuevas generaciones dominicanas y fácilmente se repiten.

Con el agravante para nuestra relaciones bilaterales dominico-haitianas de paz, respeto mutuo, cooperación y amistad perpetua,- de que por la falta de autoridades gubernamentales civiles y militares con suficiente poder en la República de Haití, intervenida actualmente por fuerzas militares extranjeras de la ONU, las cuales no tienen idea ni entienden que la isla de Santo Domingo está dividida en dos naciones independientes y soberanas, además de la complacencia y complicidad con que actúan ciertas autoridades civiles y militares dominicanas incontralables y corrompidas envueltas en el tráfico ilegal de todo género de persona y cosas,- bien podría desencadenar situaciones explosivas y sangrientas entre los habitantes de la zona y los delincuentes haitianos, queriendo imponer el orden y la justicia ellos mismos, por medio de esos grupos de paramilitares armados. Así como el mismo Satanás huye a la Cruz, recordemos la fatídica contraseña utilizada por los militares dominicanos en la matanza,- «Garzón, diga perejil», que costó tantas vidas en 1937, a esos pobladores haitianos que no pudieron pronunciar la palabra «perejil» correctamente en castellano.

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