Garzón: Un magistrado fuera de serie

Garzón: Un magistrado fuera de serie

SERGIO SARITA VALDEZ
Siempre es hermoso vivir, ha dicho alguien, en tanto que Gabriel García Márquez habla de “vivir para contarla”. La verdad es que la dicha existencial nos permite saborear con fruición el inmenso placer que sentimos cuando ocasionalmente nos topamos con obras de la categoría de relato a los hijos que hace Baltasar Garzón en su autobiografía titulada Un mundo sin miedo, publicada en febrero de 2005 por la editora Plaza y Janés.

Sin miedo a exagerar diría que se trata de un libro de lectura obligada para jueces y fiscales deseosos de trillar el camino de la dignidad en el ejercicio de sus funciones. Cuesta caro imaginarse el encumbramiento mundial que lograría un Baltasar Garzón Real, nacido el 26 de Octubre de 1955, hijo de un campesino de Jaén, tal y como el mismo se autodefine: “sin ningún antecedente en el ejercicio del derecho ni en la judicatura, me atreví, como tantos otros jóvenes de mi generación, a iniciar la aventura universitaria. Fui el primero en mi familia”.

Bello y conmovedor resulta palpar la franqueza y sinceridad que adornan a este hombre sin temores ni simulaciones en su interior. Dejemos que sea el jurista quien se exprese: “Yo pertenecía a mi gente: trabajadores y honrados campesinos para los que darse la mano era un compromiso más firme que cualquier escritura notarial. Así me habían educado, y así debería mostrarme siempre. Por eso erradiqué cualquier tentación de disimular lo que era, por lo que luchaba y sigo luchando. Una forma de vida que transmito a mis hijos: tolerancia, disciplina, solidaridad con el más débil, responsabilidad, respeto a la ley, convicciones democráticas y la firme creencia de que la violencia no es ninguna solución”.

Su enfoque filosófico de nuestra razón de ser es sencillamente penetrante y agudo, veamos: “Nada está escrito sino el pasado. El futuro es como la esperanza, se debe luchar por él y construirlo día a día con esfuerzo, decisión y constancia. Todos tenemos una visión personal del mundo y de los seres que lo habitan. Gran parte de nosotros, a través de un compromiso personal, vocacional o adquirido, queremos contribuir a hacerlo un poco mejor; aunque otros se empeñan en acabar con él. Para enfrentarnos a aquellos que quieren hacer más profunda la brecha entre los poderosos y los débiles es preciso creer en lo que hacemos. Actuar por vocación con disciplina e instrucción. Si sólo se actúa por un sueldo, se está perdido. Así pasa con la profesión de juez.. Lo crucial en esta vida es luchar por aquello que tiene importancia; esa actitud está muy relacionada con la tolerancia, la solidaridad”.

El concepto garzoniano de la amistad es éticamente insuperable, leamos: “Nunca enfoqué la amistad como un negocio. Para mí decir amigo es algo sagrado, casi sublime. He tenido la gran suerte de que, lo mismo que existen algunos, o muchos, que me odian, sentimiento con el que no les correspondo, hay muchísimos más que me quieren y siempre han estado dispuestos a ayudarme. Quizá sea porque en mi forma de actuar no ven doblez. Desde luego es así, y lo saben los que me conocen. Lo que sucede es que hay muchos que se proclaman amigos de todo el que está en lo alto en un momento determinado, que precisamente son los que te denostan cuando caes en desgracia, tienes un problema o te equivocas”.

La valoración que hace Baltasar del gobierno norteamericano de George Bush es la siguiente: “Ahora la administración norteamericana de George Bush sacrifica vidas y libertades bajo el paraguas de la defensa de los derechos humanos. Así ha pasado con la guerra de Irak, una guerra ilegal e injusta. No es demasiado difícil manipular a las colectividades a través de los medios de comunicación. Cuando el poder es hegemónico o pretende serlo, lo que no se dice o no se da como noticia, no existe. Por tanto, si una información se magnifica o se desnaturaliza, contamina a todas las demás, como ocurrió con las armas de destrucción masiva que supuestamente tenía el régimen de Sadam Hussein y que justificaron el uso de la fuerza militar en ese país… En gran medida estoy convencido de que miles e incluso millones de norteamericanos fueron a votar el 2 de noviembre de 2004 movidos por el miedo a la amenaza terrorista propalada adecuada y certeramente por el equipo electoral republicano que, dicho sea de paso, lo ha hecho a perfección para sus intereses”.

La reflexión presente y futurista del autor es como sigue: “Si algo he aprendido a lo largo de estos años es que necesitas apoyarte en los demás y formar un equipo de personas que asuman esos postulados de servicio público para con ellos desarrollar todo el potencial positivo acumulado que, de otra forma, desaparecería. El compromiso en lo personal, en lo profesional, en lo político, en definitiva, la responsabilidad frente a la sociedad de la que formamos parte te exige actuar y luchar para que aquella sea, cada día, más justa, más solidaria, equilibrada y en paz.  Huid de la adulación y de la lisonja. La mayoría de las veces, o será interesada, o vendrá acompañada de algún interés espurio o turbio. Sin embargo, no rehuyáis el apoyo de los que se superan día a día y que no discriminan a los demás por razón de origen, posición social o política.

Y continúa Garzón: Conseguir un mundo sin miedo puede ser para muchos una mera utopía; sin embargo, otros creemos que es una realidad posible y que se puede lograr si somos capaces de diseñar los mecanismos necesarios y hacer el serio esfuerzo de ponerlos en marcha y desarrollarlos… En definitiva se trata de abandonar la indolencia y la indiferencia que nos atenazan hasta asfixiarnos, y convocar una movilización permanente, masiva, de todas las voces y de todas las fuerzas que determinen la puesta en marcha de las diversas acciones por todas las gentes y los pueblos que den vida a la Revolución por la Paz en los cinco continentes”.

No tengo la menor duda de que real y efectivamente, Baltasar Garzón Real es un juez de dimensión universal fuera de serie.

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