Gascue cambió
Ayer un “jardín urbano”, hoy un bullicioso arrabal

<STRONG>Gascue cambió<BR></STRONG>Ayer un “jardín urbano”, hoy un bullicioso arrabal

El sector de Gascue  no ha escapado a las garras de lo que algunas familias suelen llamar “el coro del Diablo”, personificado en la arrabalización urbana, ruidos infernales, burdeles y colmadones. La armonía ambiental, la paz familiar, se diluyó hace años.

Muchas familias optaron por mudarse o alquilar sus viviendas. Es una situación que se repite con frecuencia en Gascue, en la zona universitaria, en la zona colonial, ensanche Ozama, Los Prados, ensanche Quisqueya. No hay escapatoria.

De ser una  “llanura abundante en vegetación”, la fisonomia del sector ha cambiado radicalmente. Algunos residentes lo llaman despectivamente “vertedero” o “basurero”. Negocios de toda índole operan en Gascue, sin ningún tipo de regulación.

Algunas residencias “familiares” parecen tranquilas, pero el movimiento de personas que entran y salen, de vehículos lujosos que frecuentan esos lugares, los delata. No operan de forma clandestina. Es un secreto a voces. Muchos  de estos lugares pertenecen a extranjeros.

Las calles de Gascue, con viejos y frondosos árboles, están deterioradas. Sirven como área   de estacionamien      to de vehículos. Es casi imposible transitar por sus aceras, donde son lanzados desperdicios sólidos y las tuberías rotas. Presentan un cuadro grotesco donde impera el  desorden.

El sector ha sido sitiado por burdeles, bancas de apuestas, centros de masajes, establecimientos ruidosos. Los casinos de juego que operan en hoteles del área del Malecón atraen a damiselas en las horas nocturnas.

Los depredadores urbanos, que viven como buitres al acecho  cuando olfatean carroña, han pescado en río revuelto en el sector de Gascue,  agregando un ingrediente de tormento a las familias del sector. Las viviendas unifamiliares y tranquilas que originalmente fueron construidas han cedido el espacio a grandes y elevados edificios.

Esas modernas construcciones forman parte del encendido debate de lo que fue originalmente el sector de Gascue y cómo ha sido transformado. El término urbanófagos  ha sido acuñado por profesionales de la arquitectura  que se oponen al acelerado “boom” inmobiliario desarrollista que está transformando la zona.

Sus calles ofrecen un deprimente espectáculo, en sus aceras las malezas crecen, cientos de tuberías rotas desbordan agua constantemente, la basura cubre todo el sector, los vehículos se agolpan en aceras y a ambos lados de numerosas vías obstaculizando el paso a peatones y a otros vehículos.

Y  ahora, como colofón, el Ayuntamiento del Distrito Nacional ha decidido unilateralmente, sin que se sepa amparado en cual disposición legal, privatizar algunas calles.

Omar Rancier: “La Paradoja de Gascue”. La zona de Gascue ha sido estudiada en múltiples ocasiones por su valor ambiental y su desarrollo urbano, que confiere a la zona una calidad de espacio caracterizada por la arborización pública y los grandes jardines de las casonas solariegas que habitaba una pujante burguesía comercial que, a finales del siglo XIX y a principios del XX, primero localizaron sus viviendas veraniegas  en este sector y luego, producto de las seguidas asonadas militares, se aposentaron definitivamente en los grandes predios que una vez fueron propiedad de Don Francisco Gascue Oláiz, «Contador Real de Santo Domingo, que fue hecho preso por falsificación de papeletas en 1784 y remitido a Caracas, donde ya jamás se supo de él, dejándonos su apellido en uno de los barrios más importantes para la creciente, estable y comprometida burguesía del siglo XX»( Brea).

Se ha desatado en Gascue  un boom inmobiliario desarrollista que está transformando la zona y mientras la ofertan como «ciudad jardín» o zona  con unas especiales características ambientales, al mismo tiempo destruyen, con los proyectos que se realizan, esas características que ofertan.

Algunos despistados funcionarios municipales entienden que, dada la limitación de terrenos que se le confirió al nuevo Distrito Nacional, el mismo debe densificarse, permitiendo edificios en altura de una manera indiscriminada, sin entender que existen condiciones que deben evaluarse en términos de permitir o no, más densidad en una determinada zona. En otras palabras, no todos los sectores pueden densificarse de igual forma, hay criterios que van desde los puramente técnicos como la capacidad de soporte del suelo, en términos estructurales y de servicios, la vialidad y las demandas energéticas, hasta los de valoración ambiental, arquitectónico e histórico, que determinan topes que deben ser respetados siempre que deseemos una ciudad organizada, espacialmente amable y social y económicamente sustentable.

Otros han tratado de manejar como conceptos antitéticos la densidad poblacional y la densidad constructiva, tratando de justificar a partir de esta contradicción, de por sí inexistente, la mayor densificación, sin definir criterios de justificación y considerando la total isotropía social del Distrito Nacional, un territorio diversificado y fragmentado tanto en lo  físico como en lo  social.

Algunos promotores enarbolan la bandera del progreso, que miden en número de pisos,un progreso que algunos  llaman «desarrollismo»  y cuya característica principal es que coloca las ganancias sobre cualquier otro criterio, incluyendo la equidad social y la preservación histórica, cultural y social, para justificar sus acciones y desmanes  en Gascue (y en toda la ciudad) y proponen  torres de hasta 20 niveles en zonas que hasta hace poco eran  de casas unifamiliares, en algunas ocasiones  demoliendo, sin el menor escrúpulo, obras de gran valor arquitectónico, histórico y ambiental y que han sido clasificadas como «para preservar» en un inventario que se ha realizado para cualificar las propiedades de este agredido sector.

Sin embargo, el corrupto maridaje entre ediles y promotores inescrupulosos ha descalificado las propuestas consensuadas entre la Oficina de Planeamiento Urbano del ADN y la Dirección Nacional de Patrimonio Monumental, para tratar de preservar esa calidad ambiental que ha definido a Gascue y que la andanada incontrolable y devoradora de los intereses más descastados está poniendo en peligro.  

Estos promotores,  verdaderos urbanófagos, son los autores de la paradoja de Gascue: ¿Cómo promocionar para la venta un sector de la ciudad a partir de unos valores que estamos desmontando?

Antecedentes

1540-1655

Gascue era un campo abierto repleto de matorrales.

1655-1844

Se convierte en zona militar para frenar las invasiones de los ingleses y haitianos y proteger la ciudad intramuros. Se construye el fuerte San Jerónimo, distante de Gascue.

1844-1900

Comienzan a construir estancias y haciendas veraniegas.

1900-1916

Se inicia la urbanización.

 1916-1930

La intervención estadounidense consolida el urbanismo.

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