GASCUE: génesis, desarrollo, decadencia y transformación

GASCUE: génesis, desarrollo, decadencia y transformación

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Decadencia
Los antiguos residentes de Gascue evocan sus bondades y episodios placenteros que marcaron su niñez y temprana juventud. ‘Maroteo’, seguridad, tranquilidad, verdor, idea de vecindad, amistades y sentido de pertenencia.
A la caída de la Dictadura, en 1961, Gascue y sus barrios aledaños representaban la zona de mayor estatus social para residir. Allí se concentraba la vivienda de los miembros de la administración del Estado, los embajadores, los empresarios y propietarios de los comercios más importantes hasta ese momento y profesionales libres. Es decir, representaba a la clase de mayor poder económico en la ciudad. Esta estratificación social demandó algunas instituciones de servicio: escuelas y clínicas privadas, iglesia, cine, club social, supermercado, despachos de profesionales, entre otros. En ellas estaba marcado, sin programarlo, el germen de la exclusión en el territorio que abunda en toda Latinoamérica como consecuencia de políticas de producción que no forman parte de esta conferencia.
La urbanización de toda la franja oeste de la ciudad fue producto de los cambios en el pensamiento de la sociedad a finales del siglo XIX, cargados de optimismo y materialización de la libertad. Fueron los inicios del ideal de modernidad y progreso, palabras recurrentes en el discurso de la intelectualidad dominicana de esos años. El fenómeno de urbanización extramuros coincidió en tiempo con las ciudades hispanoamericanas del Caribe. Por ejemplo, La Habana con El Vedado, San Juan con Santurce, Cartagena con Manga. Las características urbanas y la arquitectura que allí se desarrollaron guardan similitud con la zona de los barrios agrupados en el Gascue contemporáneo.
En el caso de Gascue, hay condiciones internas desde temprano que atentaron contra la preservación de su ambiente residencial de baja densidad y escala menor. Con el crecimiento de la Administración del Estado dominicano bajo la Dictadura, la demanda de localidades para los distintos organismos gubernamentales produjo la construcción de edificios de cierta escala sin antecedentes en la ciudad. La disgregación de unidades administrativas, de tipo civil, militar, de servicio y cultural impulsó la política de ubicación de sedes y oficinas en la nueva zona urbana en crecimiento. Gascue fue víctima de inserciones de uso de suelo conflictivo con su origen residencial. La distribución de edificios como el Banco Central, el cuartel general de la Policía Nacional, Rentas Internas (hoy DGII), Educación y otras dependencias del Gobierno, marcaron una ruta para la diversidad en el uso de suelo sin responder a ningún sistema claro de ordenamiento del territorio. Un edificio como la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia sorprende aun por su ubicación fuera de las zonas a las cuales les ofrece servicio. Todas estas inserciones han ampliado hoy su radio de influencia y provocan distorsiones en sus alrededores por la necesidad de estacionamientos, pequeños negocios de servicios al personal que labora en ellos, inseguridad, contaminación visual y auditiva, así como desequilibrio ambiental por la reducción de la huella verde, la creación de ‘islas de calor’ y deficiencia en servicios públicos.
En el surgimiento de Gascue estuvo latente la ausencia de elementos urbanos que contribuyeran a la democratización del territorio con áreas públicas de convergencia y controles en el uso de suelo. Por ejemplo, una pequeña clínica privada en los decenios 1940 o 1950 creó las bases para un uso de suelo de servicios médicos en una zona residencial que no tenía las características para albergarlos. Hay amenazas en Gascue que crean el malestar que ahora se denuncia, pues la afluencia de miles de personas cada día a usar los servicios de salud privada ubicados en antiguas residencias provocan una masiva inserción de usuarios que buscan estacionamiento y provocan expulsión de los habitantes tradicionales.
En el Estudio Geopoblacional y los hábitos de consumo en Santo Domingo, publicado en 1985 por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) ya se señalaba que Gascue estaba en un proceso de movilidad social acelerado. En uno de sus acápites se alertaba que Gascue había disminuido en población entre 1970 y 1981, y agregaba que “este descenso poblacional refleja sobre todo el cambio de funciones de Gazcue y Ciudad Nueva que poco a poco pasaron a ser zonas de ubicación de servicios terciarios: oficinas de viajes, bufetes de abogados; rehabilitación y restauración de las antiguas casas de los años 30 (lujosas casas con jardines y patios inmensos). Al mismo tiempo, estas zonas se están urbanizando con edificios multifamiliares”. (IICA, 1985:21)
Uno de los peligros en contra de la preservación de inmuebles patrimoniales en Gascue no se limita a su sustitución de proyectos de alta densidad sino a cambios drásticos en el uso de suelo y demoliciones para dar paso a estacionamientos. Cada día se producen vacíos en la continuidad espacial del sector con la presencia de lotes de estacionamientos para uso exclusivo de oficinas circundantes donde antes hubo una edificación patrimonial. Una dependencia gubernamental en Gascue va requiriendo localidades para albergar nuevas oficinas y se convierte en un elemento de agresión cuando adquiere viviendas tradicionales para tales fines, lo cual provoca desequilibrio en la estructura tradicional del barrio; un comercio menor que ofrece servicios en un pequeño radio trasgrede la unidad cuando amplía sus alcances y se convierte en un elemento de ruido, inseguridad, cambio visual y deterioro. Pero muchas de estas acciones, de múltiples características y de complejidades particulares, provocan otros factores preocupantes. Gascue se comporta de una manera en el día y de otra en las noches. Cuando se terminan las labores de las oficinas, esos vacíos y esos usos de suelo institucional generan un ambiente de soledad que emite mensajes de vulnerabilidad a sus residentes. Imposible usar a Gascue para caminar en las noches por los niveles de inseguridad que provoca esta situación. No solo ha habido emigración de familias tradicionales sino también de comercios de cierto prestigio y de menor escala, que de igual forma emiten un mensaje de decadencia y de desvalor del sector.
En mis trabajos profesionales recientes he estado trabajando de cerca con estudios específicos para entender y reducir los índices de violencia urbana en Santo Domingo, en un programa multisectorial de implicaciones importantes. Cuando se hizo el levantamiento de los sectores urbanos metropolitanos de mayor incidencia de casos de violencia urbana nos llenó de sorpresa saber que Gascue está dentro de los primeros veinte. ¿Cómo es posible?

Gascue ha cambiado el tipo de residentes tradicionales con cierta homogeneidad socioeconómica por uno de distintas condiciones y con variadas manifestaciones culturales. Hay conductas urbanas negativas que provocan estos nuevos usuarios que contribuyen, sin tener conciencia de ello, a los indicadores de decadencia del sector. Hay comercios y oficinas no beneficiosas, hay residencias poco relacionadas con el ambiente tradicional, hay movilidad urbana descontrolada y caótica, hay problemas y necesidades en crecimiento que desbordan la capacidad de los residentes y de los organismos que deben resolverlos.

Desde hace mucho tiempo la frase ‘Salvemos Gazcue’ que enarboló el desaparecido grupo de rock Caobazul (1989) con su canción Gazcue es arte, no se limita a la protección de un patrimonio arquitectónico de por sí importante. Es un llamado a preservar ese conjunto de características que aún forman parte inherente de su condición urbana. Mucho más allá de lo físico, más cercano a lo intangible.

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