Gaspar Mario Cruz Alta cumbre de la escultura antillana

Gaspar Mario Cruz Alta cumbre de la escultura antillana

Gaspar Mario Cruz, mensajero ideal de los caros encantos. Hacedor de la mágica belleza, creador alquimista del informe, origen en cálida expresión, arte simbólico atávico, ideal testigo y portador de una sencilla canción, afinada expresión tierna y precisa.

Hablamos de un artista cierto y real con un pródigo arsenal de las más originales ideas, fragua de esculturas únicas, diferentes y por cierto, hermosas. De origen humilde, este sencillo ser pleno de lumbre, rompió tradiciones, encarnó un nuevo lenguaje para expresar arte, luminoso arte; austero, sobrio y dueño absoluto de un estilo irrepetible.

Las esculturas de Gaspar, unas veces grupos danzantes armoniosos y rítmicos en tierno abrazo fraternal y afectivo, nos hablan de maestras soluciones que reflejan unas figuras enlazadas y concretadas en grupo escultórico con la espléndida sencillez de la belleza.

Otras, bucólicas amantes adornadas con primitiva prendas diseñadas en tranquilos arabescos que nos cuentan de un raro diseño esculpido por prodigiosas manos de un artista tocado por los dioses. Formas únicas desprendidas del más profundo sentir del alma y el espíritu de Mario Cruz. Esa sensación táctil que nos produce al contacto las esculturas de nuestro artista, es indescriptible: es calor que acongoja, es lujuria extraña y sensual, es fuerza, tibio regazo de mujer, es tocar con fe y devoción los designios de los cielos.

La obra escultórica de Mario Gaspar Cruz nos parece primitiva en la forma pero plena de un caudal de audacia culta, mensajera del más entrañable mensaje. Coloquio de almas, dice en su más profundo sentir, el valor de las cosas bellas.

Las formas y volúmenes de las maravillosas piezas escultóricas de Mario, concebidas y esculpidas a fina y firme gubia, en su más hondo sentir, son expresiones alegóricas, rituales de angustiosos cantos, mágica hechicería que nos habla de diosas encarnados en la fe y el misterio: rezos y alabanzas a un ser bueno y pastor de almas, en fin, sagrado lugar, altar de los milagros, aromado refugio cobijado por un cielo pagano.

Su obra es un canto a la esperanza, expresión recia de proletario, obrero tesonero incansable y aguerrido, bandera al aire, pregonando el más caro compromiso y también un sentido abrazo al más sutil embrujo de la creación, a la palabra sencilla y tierna que nos habla de placeres del espíritu. Exquisita palabra que nos habla en su más íntima expresión de un arte, que como rosa encarnada, sólo crece perfumada y aromada por la brisa fresca del jardín donde florecen los sueños.

Sus esculturas simbólicas exponentes de la más pura creatividad, apuntan al infinito, señalando el camino que nos conduce al lugar donde concilian las almas sensibles. Esculturas forjadas por unas manos rudas, maltratadas por el diario trajín, a veces cansadas de tanto afán, pero por suerte para todos, bendecidas con entrañable fervor por el más afortunado destino.

El entorno facial y corporal de las figuras de Gaspar, corresponden a una etnia propia diseñada en el crisol de las ideas que solo él concibe. Son expresivas imágenes salpicadas de una ingenua espiritualidad, remanso de tierna bondad, de unos ojos extrañados al mirar un desconocido mundo que los rodea.

Fornidos hombres y gráciles mujeres se escapan de su memoria y nos las ofrece con ese aire triunfal, orgullosas de existir, presentes, sabiendo de su vida eterna, como testigos elocuentes de fantasía y belleza a los tiempos venideros que las agobian y las harán suyas y robarán a Mario, sus queridas hijas.

Gaspar Mario Cruz, cruzada de escabroso camino, difícil pero triunfal, profesor ejemplar de jóvenes aspirantes a la gloria. Maestro de generaciones, farol encendido con todas las luces del saber. Antillano cultor de las más profundas raíces de la expresión vital de un arte único, auténtico, sincero, real y cierto.

Mario, el más original escultor de nuestro país, humilde, con la terneza de brumas y el coraje y valor de visionario, con la franqueza y virtud de un hombre de bien. Orgulloso de ser tu amigo ayer, hoy y mañana, en el tiempo y la distancia.

Aparentemente te fuiste, pero toda tu sapiencia, toda la espléndida verdad de tu arte, todo el embrujo de tus manos maravillosas, todo quedo aquí, como inseparables custodias de tus inconmensurables esculturas, la más agradable comunión de arte, orgullo de tu tierra, fiel amante de tu vida simple, fructífera vida, mensajera de amor, mensajera de los ocultos designios. De ese algo extraño que se siente en la mente: EL ARTE.

Fuente de fotos : MUSEO BELLAPART

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