Gaspar Mario Cruz ¡Maestro paradigmático de la escultura dominicana!

Gaspar Mario Cruz ¡Maestro paradigmático de la escultura dominicana!

La escultura es una de las manifestaciones culturales primordiales de la humanidad, así como una de las categorías mayores y más atractivas del arte moderno. En sus orígenes, además de utilitaria, su funcionalidad es esencialmente ritual, mágica y religiosa. En esta etapa, los soportes de la escultura son elementales y están siempre disponibles: arcilla, piedra y madera. Desde finales del siglo XIV, y durante más de cinco siglos (hasta la actualidad), florecerá el reino de los metales: hierro, bronce, cobre, acero, plomo, aluminio, titanio y su extraordinaria diversidad de combinaciones.

Desde luego, sea a través del barro, la piedra, la madera, los metales, los cristales, el metacrilato o las fibras sintéticas, la práctica escultórica exige a los artistas talentos y habilidades creativas extraordinarias, así como un gran esfuerzo físico y un dominio pleno de los fundamentos del hecho plástico: médium (soporte material), forma, espacio, dibujo, diseño y composición visual.

En la República Dominicana, durante las últimas tres décadas, la producción escultórica decae notablemente. Esta situación sigue suscitando diversas cuestiones y distintas respuestas por parte de artistas, historiadores, coleccionistas y curadores. En este sentido, en varias ocasiones, he tenido que indagar sobre las verdaderas razones de la crisis y la poscrisis de la escultura en Santo Domingo. ¿Acaso estarían relacionadas tales razones con una “triple ausencia”?: ausencia del espacio arquitectónico apropiado (interior y exterior); falta de un mercado y carencia total de políticas públicas o corporativas para el arte público.

Mientras tanto, a la hora del intento reflexivo sobre las claves estéticas que definen nuestra producción simbólica tridimensional, resultan sumamente dignos de atención y estudio profundo, los aportes trascendentales de Abelardo Rodríguez Urdaneta (1870-1933), Manolo Pascual (1902-1983), Luichy Martínez Richiez (1928-2005), Antonio Toribio (1923-1996), Antonio Prats Ventós (1925-1999), Gaspar Mario Cruz (1925-2006) y Domingo Liz (1931-2013). En el caso específico de Gaspar Mario Cruz, estamos, sin la menor duda, ante el más místico entre los exponentes paradigmáticos de la escultura dominicana de la modernidad.

Sin embargo, han pasado exactamente nueve años desde su vuelo hacia las estrellas, hecho ocurrido en su residencia del sector Villa Mella el viernes 8 de septiembre del 2006. Entonces, se impone solicitar la atención, tanto de las instancias culturales competentes como de los amantes y estudiosos de su obra, especialmente del Ing. José Muñoz, gran amigo, fiel admirador y conservador de una parte importante de su producción, ante la gran tarea pendiente que implica la organización de su postergada, necesaria y pendiente exposición retrospectiva.

La extraordinaria y vasta producción escultórica de Gaspar Mario Cruz, compuesta principalmente por tallas sobre madera, le reafirma como uno de los principales renovadores de la ancestral espiritualidad que signa una parte considerable del arte latinoamericano del siglo XX. Esta apreciación se confirmaría de manera cristalina ante la confrontación de una serie de tallas en caoba que devienen en auténticas obras maestras como las tituladas “Cabeza africana”(1950); “Cabeza Astral”(1960); “El Maestro, los discípulos y los ángeles”(1964); “El Manatí Protector de los aborígenes”(1969); “Ofrenda de Flores” (1980); “Calitomé”(1989); “Los Mitos de San Miguel”(1993); “Anacaona y la Paz”(1994); “Mulatas danzantes”(1996); “Músicos familiares”(1998); “Cabeza Indígena”(2000); “Ciguapa”(2002); “Memorias de un Sueño”(2004” y “Anaísa”(2005).

Así, en esta ocasión, se vale honrar nuevamente la memoria del maestro Gaspar Mario Cruz, cuya última exposición abarcadora: “Ritos, juegos y danzas”, fue desplegada en la primera planta del Museo del Hombre Dominicano en el contexto de la XXIII Bienal Nacional de Artes Visuales (2005). El magnífico cuerpo de obras reunido en esta muestra fue facilitado por José Muñoz, quien, en virtud de un mandato del propio artista que data desde mediados de los años 80, y a través de Último Arte S. A., mantiene vivo el compromiso de levantar un inventario universal de sus creaciones originales; establecer los criterios de su reproducción; expedir certificados de autenticidad a los propietarios, así como difundir el trascendental patrimonio artístico legado por Gaspar Mario Cruz durante más de medio siglo de intensa, fructífera y brillante actividad creadora.

En síntesis

 

Gaspar Mario Cruz

Gaspar Mario Cruz nace en San Francisco de Macorís, el 6 de enero del 1925 y fallece en Santo Domingo, el 8 de septiembre de 2006. Desde los doce años de edad, elabora figuras de santos con barro modelado. En 1948, ingresa en la Escuela Nacional de Bellas Artes, bajo la orientación directa del escultor español Manolo Pascual (1902-1983). Hacia 1952, la crítica advierte su obra como una tendencia distintiva de la escultura dominicana. En 1956, obtiene el Primer Premio de Escultura de la VIII Bienal Nacional de Artes Plásticas por su talla en caoba “Llanto de Baquiní”. En 1957, ingresa como docente a la Escuela Nacional de Bellas Artes. En 1958, por su talla en caoba “Amantes”, obtiene el Primer Premio de Escultura de la IX Bienal de Artes Plásticas. En 1960, recibe el Segundo Premio de Escultura de la X Bienal por su talla en caoba “Muchachos con flauta taína”. En 1985, presidente del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos. Organiza el Primer Simposio Iberoamericano de Escultura en Santo Domingo. En 1989, la Magna Asamblea de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos, adscrita a la UNESCO, le elige en Madrid como Presidente de Honor y realiza una de las puertas de la Catedral Santiago Apóstol en Santiago de los Caballeros.

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