Los planificadores del Gobierno deberían emplearse a fondo para liberar a la economía del país de las presiones que sobre la misma ejercen el endeudamiento externo y un nivel de gasto corriente que algunos entendidos consideran excesivo. Es cierto que en coyunturas como la actual, de contracción económica y caída de las recaudaciones causadas por la crisis global, la dinámica económica tiene que ser alimentada con recursos externos para evitar una parálisis, pero en este ejercicio hay que ser cautelosos. El país está incurriendo en endeudamiento con este fin, pero parece hacerlo sin una medida que tome en cuenta las consecuencias a mediano y largo plazos.
El crédito externo debe tener como meta primordial financiar obras reproductivas, que tengan tasas de retorno aceptables, que retribuyan al Estado con sus servicios y que, sería lo ideal, puedan generar los recursos necesarios para saldar las obligaciones externas que generan. En la coyuntura actual lo preferible sería que el endeudamiento solamente se asuma para aquellas obras inaplazables por su necesidad, y no para las que podrían esperar a la recuperación de las finanzas públicas para ser costeadas con recursos locales. En cuanto al gasto corriente, la necesidad de controlarlo es impuesta por la propia condición de la economía, aunque desde el Gobierno siempre se le considera adecuado.
El entorno de las universidades
La arrabalización ha convertido las zonas periféricas de varias universidades capitalinas en una fuente de perturbación. Basura, ruidos, desorden y atentados contra el ornato constituyen los elementos más tormentosos de la situación. Sería justo que las autoridades de las universidades afectadas por esta situación y los ayuntamientos tomen cartas en el asunto y se ocupen de buscar soluciones adecuadas.
Una realidad es que muchos negocios de los establecidos en las inmediaciones de universidades como la estatal juegan un papel importante para los estudiantes. El problema principal radica en la falta de orden y en la inobservancia de las principales reglas de urbanidad. Es necesario trabajar en un plan que integre a los negocios del entorno a una modalidad basada en el orden, la higiene y la calidad de los servicio, y que tome en cuenta los derechos de quienes habitan las periferias de las universidades.