Gasto y estabilidad después de marzo

Gasto y estabilidad después de marzo

La aprobación de la mayoría de los topes y metas por parte de las autoridades será de gran contribución a la mejoría de las expectativas y al nivel de confianza en el propio gobierno, sin embargo, el pase de la revisión también implica que el Poder Ejecutivo dispondrá momentáneamente de las manos sueltas para todo, hasta para desestabilizar de nuevo la tasa de cambio.

El Gobierno ha realizado un gran esfuerzo para esta revisión de finales de marzo por parte del FMI y todo parece indicar, con las cifras disponibles a la fecha, que se han cumplido una buena parte de los «Criterios Cuantitativos de Desempeño, las «Metas Indicativas», aunque no estamos tan seguros de los avances en otras áreas como los correspondientes a los criterios de «Desempeño Estructural».

En cuanto a los criterios cuantitativos de desempeño, por cierto las metas más importantes para el FMI, desde mediados de marzo las autoridades cumplían con el techo de los activos internos netos (definidos como la diferencia entre la base monetaria ampliada y las reservas internacionales netas) no se habían producido atrasos en el pago de la deuda externa, ya que no se considera como atraso acogerse al periodo de gracia en el caso del pago correspondiente a los bonos soberanos, también las reservas internacionales netas cumplían con el piso establecido y el tope acumulativo a la contratación de deuda externa. En cuanto al techo de los préstamos de la banca local con el sector público, a pesar de un incremento del endeudamiento del gobierno con la banca múltiple por RD$3,510 millones entre diciembre y marzo, parece que también podrían cumplir con este criterio.

De las metas indicativas el gobierno pasó una de las más estrictas, la correspondiente al tope de la base monetaria, cuyo cumplimiento requería reducir la emisión en RD$10,018 millones a partir del nivel alcanzado en diciembre y resulta que, al 25 de marzo, la emisión alcanzó RD$66,604 millones, mucho menor al nivel de RD$67,540 establecido para esta revisión de marzo. Por supuesto, la contrapartida de esa reducción fue un incremento de 14 mil millones en los certificados del Banco Central. La vejiga sigue inflándose de forma peligrosa y si a diciembre los certificados representaban el 77% de la emisión monetaria a marzo esa relación se había disparado a 112%.

Aparte de los criterios cuantitativos y de las metas indicativas las autoridades se comprometieron en marzo a presentar un borrador de reforma tributaria y varios reglamentos del sector financiero como los «Requisitos de Calificación y Competencia para Propietarios y Gerentes», «Definición de Grupos Financieros», «Auditores Externos» y presentar un proyecto de ley sobre crímenes financieros, pero el incumplimiento de esas metas de desempeño estructural a lo sumo merecerían reproches en el memorando correspondiente a esta revisión.

La aprobación de la mayoría de los techos y pisos por parte de las autoridades será de gran contribución a la mejoría de las expectativas y al nivel de confianza a las autoridades, sin embargo, el pase de la revisión también implica que el Presidente dispondrá momentáneamente de las manos sueltas para todo, hasta para desestabilizar de nuevo la tasa de cambio.

Un gobierno en la búsqueda del voto mayoritario que signifique la aprobación de una gestión en rojo en casi todas las variables económicas y sociales, un gobierno necesitado de repuntar en las encuestas para forzar a una segunda vuelta, un gobierno que ha demostrado hasta la saciedad que está dispuesto a usar el poder, podría perfectamente aprovechar el respiro obtenido, gracias a la aprobación de la revisión del FMI en marzo, para retomar el camino de la indisciplina y del gasto clientelista dirigido a distraer a los sectores más vulnerables acerca de cuanto han perdido en materia de ingreso y calidad de vida y quienes han sido los principales responsables de ese desastre.

Esta economía dispone de un termómetro, que es la tasa de cambio, que se mueve en la misma dirección de los aciertos o los disparates en materia de política económica y que reaccionaría ante cualquier elevación del gasto público y el incumplimiento de metas fundamentales para mantener controlados los agregados monetarios. Ese nerviosismo del tipo de cambio ha comenzado a manifestarse desde la pasada semana con incrementos pequeños, pero sostenidos, que reflejan los temores de los agentes económicos ante la eventualidad el abandono de la disciplina fiscal por parte del Presidente y su equipo.

El gobierno enfrenta el dilema de mantener la racionalidad económica, seguir cumpliendo estrictamente el programa con el FMI y entonces será beneficiario de la estabilidad, de mayores reducciones en la tasa de cambio y mejorar sus niveles de credibilidad, o de lo contrario, abandonar la disciplina, dilapidar recursos, incumplir con futuras revisiones del FMI y colocar en peligro este nuevo intento de estabilidad elevando la tasa de cambio y el índice de precios a niveles insospechados con el consecuente riesgo de un colapso financiero en medio de un proceso electoral.

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