En Tahití, Paul Gauguin reconquistó el primitivismo a través del exotismo. El maestro buscaba otros horizontes en su vida, otras luces, otros colores, quería replantearse su vida de artista, fuera de todas incidencias de la vida social europea, buscaba otro espacio terrestre que volviera a darle vida a sus emociones visuales, en la búsqueda de una nueva vida.
El primitivismo que Gauguin lleva a sus telas no nace de la conceptualización o de una investigación fundada sobre un nuevo lenguaje gráfico y visual, se trata de un encuentro visual en un espacio terrestre donde los seres humanos viven con una filosofía de vida que funda su equilibrio en la armonización de todos los elementos existenciales, un espacio terrenal, en el que la fauna, la flora, y los seres humanos conviven en un círculo de coherencia de valores.
Gauguin representa una reacción muy significativa al desarrollo de la sociedad industrial naciente a finales del siglo XIX, la que desencadena una serie de avisos, como la frenética precipitación del capital, el desarrollo del urbanismo, las grandes obras de ingeniería, las primeras discordancias entre clases sociales, y sobre todo, la llegada de la burguesía mercantil.Todos estos cambios de sociedad indujeron a este artista a realizar este gran viaje que marcará definitivamente su obra. Este pintor excepcional marca los giros del impresionismo y del fauvismo, en esa época.
En Tahití, Gauguin encontró una nueva paleta de colores encendidos, donde el amarillo y el rojo conviven con el marrón y el negro, delimitando espacios gráficos con el blanco y el azul. En su obra, la representación y la figuración se imponen como celebración de un mundo nuevo cuyos sujetos, tanto humanos, como animales y vegetales, contribuyen al encuentro de un paraíso visual.
Gauguin se alza como el creador de un nuevo canon exótico, que a la vez significa un replanteamiento de la vida en una nueva sociedad que mantiene una organización social y espiritual ancestral.
El exotismo marcó la literatura del viaje en Francia en el siglo XVIII, en obras como Paul y Virginia de Bernardin de Saint Pierre; las Memorias de Ultratumba de Chateubriand, entre otras, dejando toda una tradición y un gusto pronunciado por el viaje y la prospección interior en nuevos territorios. Pero, en las artes plásticas y visuales, Gauguin dio el paso más importante, iniciándose hacia los años 1890 con un viaje a la isla Martinica que le servirá de ensayo visual, antes de llegar a Tahití.
Para Gauguin, se trata del encuentro de una geografía que es el eco de su pensamiento, de sus sueños e ideales. El pintor se implica de lleno en todo el ámbito de estas nuevas visiones geográficas que corresponde a su visión del mundo y al proceso de evolución y transformación, en el que el artista se posiciona en respuesta a sus desacuerdos y escepticismo frente al porvenir de la civilización occidental.
El exotismo que desarrolla pone en relieve su pensamiento y lo alza en sus telas con figuraciones y escenas que ponen en evidencia actitudes y situaciones humanas que favorecen la creación y su trabajo artístico, que lo lleva a ejecutar su obra a cielo abierto, transmitiendo un significado visual innovador y revolucionario cuya paleta y trazo dibujístico van a influenciar las direcciones de la pintura moderna.
Muchos artistas, después de Gauguin, recorrerán el mundo investigando y persiguiendo la luz oriental, mediterránea, africana; luces y sombras que permiten tratamientos experimentales de los contrastes y de las figuraciones. Sin embargo, Gauguin mucho se adelanta, para él, se trata de una compenetración integral con su nuevo entorno, es un exotismo que va más allá de los parámetros del viaje limitado en el tiempo, es ante todo, una transformación filosófica asumida.
Del 9 de octubre 2012 al 13 de enero, 2013, el Museo Thyssen/Bornemisza de Madrid nos trae la exposición Gauguin y su viaje a lo exótico, cuyas obras exhibidas nos abren todo un razonamiento, que nos permite observar que las obras del maestro parten de una realidad en la que él ejecuta sus sueños.
Vale destacar que las técnicas, tanto del dibujo como del tratamiento de la pintura no marcaron grandes cambios con la llegada a Tahití, es interesante saber que el colorido ya estaba encendido desde Pont-Aven, que el amarillo y el rojo ya existían y que en realidad no hay una transformación externa, se trata de una nueva expresión en la representación del sujeto, en el que la realidad se hace símbolo de sueños posibles. La muestra en su conjunto, parte de Gauguin, y abre toda una galería de maestros como Chagall, Matisse, Klee, Macke, Delaunay, Kandiski, entre otros, que a través del viaje -el hilo conductor- marcaron su obra. Esta muestra plantea el exotismo como un elemento fundamental de la historia de la pintura, y de la historia del arte contemporáneo.
Se puede apreciar todo un recorrido de todos estos maestros y sus obras, desde el final del siglo XIX, y principios del siglo XX, que pueden ayudar al público a tener una reflexión sobre las diferentes corrientes de la pintura moderna.
BIOGRAFÍA
Eugène Henri Paul Gauguin (París, 7 de junio de 1848 – Atuona, Islas Marquesas, 9 de mayo de 1903) fue un pintor postimpresionista. Jefe de filas de la Escuela de Pont-Aven e inspirador de los nabis, desarrolló la parte más distintiva de su producción en el Caribe (Martinica) y en Oceanía (Polinesia Francesa), volcándose mayormente en paisajes y desnudos muy audaces para la época por su rusticidad y colorido rotundo, opuestos a la pintura burguesa y esteticista predominante en la cultura occidental.De sus pinturas de Martinica, opinó Van Gogh: ¡Formidables! No fueron pintadas con el pincel, sino con el falo. Cuadros que al mismo tiempo que arte son pecados (…) Esta es la gran pintura que sale de las entrañas, de la sangre, como el esperma sale del sexo». Su obra está considerada entre las más importantes de entre los pintores franceses del siglo XIX y mantuvo su influjo por más tiempo que los impresionistas, contribuyendo decisivamente al arte moderno del siglo XX. Sus experimentos sobre el color y en general el conjunto de su obra influyeron en la evolución de la pintura, tanto en Picasso como en el expresionismo alemán, y tuvieron especial impacto sobre el fauvismo (movimiento que se desarrolla entre 1898 y 1908).