Conforme a la virulencia y persistencia con la que el Estado israelí ha sometido a la Franja de Gaza, desde el 27 de diciembre último, a intensos como indiscriminados bombardeos por aire, mar y tierra, la barbarie se explica por el propósito nunca revelado de apropiarse de Gaza y estructurar así un viejo sueño de un gran Israel.

No de otra manera podría asimilarse la operación de exterminio “Plomo fundido”, en la que han perecido más de un millar de palestinos y más de cinco mil heridos.

En ambos casos, un gran por ciento  niños,  mujeres y ancianos ajenos al conflicto.

Se explica el soterrado y perverso propósito sionista, que hace caso omiso a la resolución 1860 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), votada el día ocho del presente mes de enero, con una relación 14-1. Ese uno, de los Estados Unidos para el Estado de Israel, será  fatídico a la postre.

Porque cuando culmine, como todo, un día, el incipiente yishuv de 1947 y luego estructurado Estado de Israel por resolución 181 del 29-11-1947, desaparecerá engullido por sus vecinos árabes.

Caso omiso en su bíblica terquedad para no solamente llegar a un alto a la masacre y el genocidio, sino en comenzar desde un principio acatando todas las resoluciones de la ONU que ha obviado siempre, de los llamados a la paz de la Unión Europea, Rusia, China, de todo el conjunto importante de la humanidad, menos Estados Unidos, que determina con su actitud repudiable, el ocaso del Estado de Israel.