Gazcue: una empresa turística

Gazcue: una empresa turística

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX
He sabido por boca de un destacado arquitecto, de la existencia de un plano detallado del barrio de Gazcue. En ese mapa urbano se establece el perímetro ocupado por dicha “demarcación”. No conozco este plano, en el cual aparecen señaladas por sus nombres las calles, avenidas, viviendas de valor histórico o arquitectónico; espero poder examinarlo próximamente. Los vecinos de Gazcue están preocupados por la conservación de un trozo de la ciudad muy hermoso, lleno de viviendas con diseños artísticos de gran belleza y originalidad. Me parece que la única forma viable de proteger la zona de Gazcue es convertirla en una empresa económica turística. Gazcue es la porción más arbolada de la ciudad de Santo Domingo. Su posición es privilegiada por muchos motivos. En el área de Gazcue están: la Plaza de la Cultura, el Palacio de Bellas Artes, el Capitolio, asiento del gobierno de la nación, los edificios del Banco Central de la República Dominicana, donde se exponen las colecciones del museo numismático.

Es posible confeccionar una primera maqueta de Gazcue, de papier-maché, que sirva de guía en la elaboración de otra maqueta hecha con materiales más nobles, para ser mostrada a inversionistas, a autoridades municipales, a urbanistas extranjeros, al Secretario de Turismo, a los técnicos asesores de esa cartera. En una maqueta de gran tamaño podrían apreciarse las “potencialidades” de negocios del lugar. La circulación de vehículos sin congestionamiento del tránsito, es posible en Gazcue con sólo sincronizar los semáforos e incrementar la vigilancia policial. Hay varias vías paralelas que atraviesan Gazcue de Este a Oeste. En una maqueta de esta clase deberán destacarse los sitios donde habría un cuartel de la Policía, una clínica confiable, una estación de bomberos civiles, una plaza para estacionamiento de autobuses. Después de haber aprobado un conjunto de reglas o normas restrictivas sobre construcciones y demoliciones en la zona, es imprescindible dar a conocer todas las “opciones permitidas” e incluso estimuladas. Por ejemplo, en cuáles lugares específicos es deseable que haya restaurantes, galerías de arte pictórico, teatros, espectáculos de canto y baile. El itinerario de un turista podría abarcar un número impresionante de estaciones o paradas: danzas folclóricas, artes visuales, gastronomía, historia, cultura, música. Y también diversiones o entretenimientos parecidos a los que se ofrecen en los hoteles de Bávaro y en otros centros turísticos de la región Este de nuestro país.

Un turista que visite la Zona Colonial de Santo Domingo no estará obligado a contemplar solamente edificios del siglo XVI, por interesantes y valiosos que estos sean; podría hospedarse en la Zona Colonial y pasar la noche en Gazcue oyendo baladas en una boite instalada en un patio típico de comienzos del siglo pasado. Nada impide esa doble participación, pues Gazcue queda a pocos pasos de la “ciudad virreinal”. No es contradictorio visitar el Alcázar del segundo almirante don Diego y, unas horas después, el Museo del Hombre Dominicano. O al revés, pasar de lo actual a lo remoto, del siglo XX al siglo XVI. Un proyecto de este tipo revaluaría las viviendas de Gazcue, ampliaría los modos de utilizarlas con provecho económico y, además, restaría presión a la tendencia actual de los propietarios a vender o abandonar los inmuebles. En Gazcue hay muchos lugares donde es factible construir edificios modernos, sin desmedro del conjunto, lo que no es posible en el sector antiguo de la ciudad. Con pequeñas adaptaciones o reformas, muchas viejas casas desvencijadas se convertirían en alojamientos de negocios productivos. Podría comenzar el plan con una cooperativa compuesta por el 20% de los propietarios de casas en Gazcue.

El doctor Joaquín Balaguer es el autor de un libro titulado: La ciudad romántica, en cuyas páginas hace el elogio, la descripción o la historia de varios monumentos arquitectónicos de la época colonial. Los habitantes de la parte antigua de la ciudad agradecieron profundamente aquel esfuerzo por dar relieve humano a nuestros más vetustos edificios. Muchísimos años después, en los gobiernos del doctor Balaguer, se acometió la tarea de restaurar y “poner en valor” iglesias y palacios de los siglos XVI y XVIII. Gazcue podría llegar a ser -quizás con mayor propiedad que la llamada “obra urbana ovandina”- merecedora del cariñoso mote de “ciudad romántica”.  Las personas que se atrevan a articular y promover este proyecto -empresarios, políticos, arquitectos, funcionarios municipales- ganarían extraordinario crédito publico y, tal vez, mucho dinero. 

De una manera espontánea todas estas cosas que presentamos como desarrollo imaginado del futuro, están ocurriendo en Gazcue. Ya hay hoteles, restaurantes -clínicas existen desde hace décadas-, galerías de arte, museos, anticuarios, espectáculos musicales. Una buena organización de la promoción y normativas adecuadas, multiplicarían por diez esta tendencia visible, quizás inevitable. La “arrabalización” incipiente de algunos sectores de Gazcue puede ser revertida, en beneficio de los propietarios de las casas y de los habitantes de una zona-jardín, perfectamente arborizada. Una empresa comercial, debidamente incorporada, es lo que necesita Gazcue para iniciar la “segunda navegación” de su historia urbana. Creo que Gazcue estaría “condenada” a mejor destino si admitiera la acción reglamentada de la mercadotecnia… y dejara de confiar en vaporosos sentimientos nostálgicos. La bohemia, el arte, la buena comida, la historia, la cultura, el disfrute pleno del ocio, la inversión inmobiliaria, la empresa bien remunerada, pueden y deben instalarse” en el prestigioso sector de Gazcue. 

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