Seguro recuerda que de niña quería ser como una Barbie y vivía obsesionada con los cosméticos, los tacones, vestidos rosados y brillo de la famosa muñeca de Mattel. Pues bien, ella es el ídolo que representa la generación diva, que ha cobrado fuerza en gran parte del mundo gracias a las redes sociales.
Y es que ahora barbies de carne y hueso como Dakotakoti o Kota Koti, la Barbie real, Valeria Lukyanova y Venus Angelic, bombardean las redes sociales con fotografías que imitan desde el modo de vestir hasta el lenguaje corporal de la muñeca Barbie que ya tiene más de 50 años siendo el patrón de belleza de miles de mujeres en el mundo.
Pero la obsesión con la Barbie no es un juego de niñas, se está convirtiendo en un problema que en algún momento pudiera afectar la salud tanto física como emocional.
Según la revista Newsweek, que circula en Estados Unidos y algunos países latinos como México y Argentina, estamos asistiendo al nacimiento de una nueva generación de niños y niñas que no superan los doce años y que en vez de dedicarse a jugar, se deslumbran con el culto al cuerpo y con la perfección física.
Mefia para el inicio. En países como República Dominicana hace unos años la media de edad para empezar a utilizar cosméticos era de 17 años, pero ahora se inician en el mundo de la belleza entre los once y los trece años.
Niñas caprichosas, pobres padres. Se habla de una generación de adictos a la belleza que gastan sumas astronómicas de dinero para cuidarse. Se le echa la culpa a la publicidad y a las redes sociales, pero si bien es cierto que la publicidad acosa y la red bombardea, hay que pensar ¿Y los padres de esas niñas? ¿Quién paga los caprichos cosméticos de las preadolescentes?
Según explica la terapeuta familiar y de pareja Ana Simó, muchas madres quieren realizar sus sueños de fama y belleza en sus hijas y financian su adicción por la belleza sin reparar en el gran daño psicológico que puede causar en sus hijas querer alcanzar un ideal de belleza impropio de su edad y que realmente no existe.
Es una situación sumamente peligrosa, pues estamos basando la esencia de ese ser humano en una vanidad que no es eterna, además de que no enseñamos el valores. Esto, en el futuro, puede acarrear consecuencias como vacíos existenciales, necesidad de aprobación todo el tiempo, de ser centro de atención, lo que puede verse reflejado en uso de drogas, alcoholismo, malas relaciones, agresividad, depresión y trastornos alimenticios, explica.
Aunque la Barbie fue creada para niñas, es en esencia el reflejo de la mujer físicamente perfecta, que mantiene a Ken (que representa al hombre perfecto: rico, bello, soltero y ama a su Barbie) a sus pies. En la vida real se pueden tener algunas de esas condiciones, pero no todas a la vez.
Habla la experta. Según la terapeuta de familia Ana Simó, fingir que se vive en ese mundo color rosa puede traer serias consecuencias en la vida futura.
Entre estas menciona una autoestima baja, ya que piensan que el ser lindas es lo que lleva al éxito; angustia ante el paso de los años y la realidad de la vejez, o lo que es mucho peor permanecer en una fantasía de princesa en la cual merezco todo y a todos.
Las frases
Ana Simó
Me preocupa ver niños involucrados en actividades de adultos, pues parte de su buen desarrollo a nivel de personalidad depende de su infancia. En esa etapa es necesario dejarlos vivir ese mundo donde los padres deben proteger, no exponer