En recurrente “conducta adaptativa”, la búsqueda perenne de respuestas individuales que retrasan la solución de la crisis eléctrica y otros problemas colectivos, la población dominicana ha ido construyendo un sistema eléctrico paralelo.
Una duplicidad del gasto que, junto a los subsidios al sector energético nacional, gravita negativamente en la economía, además de asfixiar ciudades con monóxido de carbono, plomo y otros contaminantes.
Existe una potente capacidad instalada con una inversión millonaria en plantas eléctricas e inversores de uso doméstico y empresarial, una estructura de gran alcance en sectores no conectados al sistema, como los complejos turísticos que generan su propia energía, con excedentes que iluminan poblados.
Miles de kilovatios montados en la industria y el comercio, en clínicas, colegios y universidades, en edificios de apartamentos hace tiempo diseñados con plantas de 50 a 350 kilos para operar sistemas centrales de aire acondicionado.
¡Una barbaridad! Hace unos años fue realizado un estudio que determinó la existencia de una capacidad instalada de generadoras de emergencia equivalentes a la que entonces tenía la Corporación Dominicana de Electricidad.
__¿Crees que eso es justo? Es una barbaridad insostenible, un modelo así no puede llevarnos a ningún lado, enfatiza el licenciado José Contreras, director del Centro de Gestión Ambiental del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec).
En esa búsqueda de soluciones alternas, de otras fuentes energéticas se incrementó el uso de energía alternativa, la presencia contaminante de más de cuatro millones de plantas de emergencia. Además, 1,423,391 hogares poseen un inversor eléctrico, según la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo del Banco Central, de 2014. Su uso ha crecido en colmados y otros negocios al ser más económicos.
En industrias montan plantas de 200, 300,500 kilos o más, a las que se suman las caseras de gasolina o diesel comunes en pequeñas empresas, con sus finanzas muy lesionadas por los apagones.
En el Distrito Nacional existen más de un millón y medio de plantas eléctricas de emergencia en comercios y otros negocios como salones de belleza, ambientes cerrados muy viciados por la emisión de carburantes y otros químicos. En busca de información, tocamos a la puerta de uno de ellos, ubicado en Villas Agrícolas.
__Excúseme, es que hace unos días me asaltaron, dice Rossina al abrir el candado que refuerza la seguridad en la puerta de entrada de su salón. El temor la oprime, contamina su hábitat, bastante adulterado por la polución que asfixia esa urbanización y zonas aledañas con humaredas de fábricas, el pestilente Mercado Nuevo, incontables talleres de baterías, mecánica, herrería, desabolladura y pintura, que también proliferan en Villa Juana, Cristo Rey y otros sectores. Afuera, al lado de la puerta, la planta atada con cadenas.
__El humo no entra, dice, ajena a los tóxicos que los transeúntes no pueden evadir, como la polución acústica, el rugido que enloquece a los vecinos. Su planta encadenada es una de miles en esos negocios, tóxica fuente de ingresos de numerosas mujeres que socava su salud y de clientes.
Dentro de la ciudad. Enormes humaredas nublan sectores residenciales del Gran Santo Domingo y otras ciudades con fábricas en la vecindad, contaminantes como las que en zonas industriales operan sin filtros en sus chimeneas, sin precipitadores electrostáticos.
Tampoco tienen esos dispositivos plantas de centros comerciales y otros establecimientos, carentes a la vez de un silenciador que amortigüe el sonido vibratorio, la contaminación acústica.
Lanzan humaredas negras diseminando gases y polvo con residuos sólidos al quemar gasoil, bunker o fuel oil. Pocas usan gas propano o metano, menos contaminantes, predomina el gasoil, que expulsa mucho humo.
Generación de vapor. La polución atmosférica se agrava con la quema de combustibles en industrias al generar vapor en sus calderas. Usualmente utilizan bunker C y diesel, este mucho más contaminante, más sucio que la gasolina porque contiene partículas y su nivel de azufre es por lo regular más elevado. Muchas fábricas trabajan a altas temperaturas y tienen que quemar mayor cantidad de carburantes que humean por sus chimeneas.
La combustión no emite gases tóxicos si poseen las técnicas de control indispensables, para lo que es preciso invertir en tecnologías, en filtros que retengan las partículas que en gran cantidad salen junto a los gases, el polvillo invisible que contamina el aire.
El industrial dominicano no se acostumbró al uso de dispositivos para controlar esas emanaciones, años atrás por falta de información, luego por no invertir, ya conocen la fuente contaminante y no pueden alegar ignorancia. La mayoría de las grandes empresas los instalaron, pero todavía una alta proporción de las medianas y pequeñas industrias no han hecho las adecuaciones para evitar que vayan a la atmósfera.
Como en el sector domiciliario, en colegios y clínicas se quejan de los cortes en el servicio incluso con el programas “24 Horas”, del cuantioso gasto en autogeneración. Un centro médico de una populosa zona posee tres plantas, que su administrador cree necesarias para evitar riesgos pues trabajan con vidas humanas. Sostiene que además de la tarifa por RD$400 mil mensuales, tienen enorme gasto en gasoil y mantenimiento de las plantas. Esto afecta, dice, ese dinero pudo dedicarse a mejorar algunas áreas.
Sin producir. Mientras Rossina conversaba la planta estaba apagada, había un apagón y no quiere gastar en gasoil, pues los clientes se rehúsan a pagar RD$50 o RD$100 adicionales que cobra por el combustible consumido.
“Antes éramos huérfanos de luz, había que pagarle a un hombre que la pegaba a otro circuito. Por aquí hay empresas y ahora tenemos el programa 24 horas, pero la luz se va martes y jueves, dos días casi sin producir, desde las 7 de la mañana llega a las 5 y 6 de la tarde”.
“Esos dos días tengo un especial de lavado y secado a RD$100, y mire, el salón vacío. Nos pusieron contadores pero la luz llega muy cara, pago RD$4,000 al mes en el salón y RD$3,000 en mi casa”.
En su vivienda las baterías del inversor están en la cocina, le preocupa su nieto, un niño pequeño, pero dice que no la pone afuera por la delincuencia.