General (r) José Miguel Soto Jiménez
“Toda mi vida la he dedicado alejercicio de defensa de la nación”

<FONT color=#800000>General (r) José Miguel Soto Jiménez</FONT><BR>“Toda mi vida la he dedicado alejercicio de defensa de la nación”

Por: Maribel Lazala
Fotografías: Rubén Román

Su imagen sigue inspirando respeto y hasta un velado temor, pese a que ahora, desprovisto de su uniforme y la parafernalia del poder, luce más relajado y cercano, abierto sin preámbulos al diálogo y a la conversación desenfadada, y regalando más generosamente su sonrisa franca.

Mucho  más esbelto, lo que además lo hace lucir más alto e imponente y mucho más joven, se acerca a nosotros con su amplia sonrisa y luciendo un impecable y elegante traje azul marino y una camisa que le hacía resaltar sus brillantes ojos azul celeste.

Su presencia proyecta la paz de aquel que se siente en el camino correcto, al tiempo que percibimos la agitación interna que denuncia el torrente de planes y proyectos que bullen en su mente y que le ocupan gran parte de su tiempo con desmedido entusiasmo. Y es que, después de haber ocupado la más alta posición militar del país, como Jefe de las Fuerzas Armadas nacionales, precedida además, por una brillante e intensa carrera militar, el General (r) José Miguel Soto Jiménez, se ha volcado con ardorosa entrega a desarrollar su proyecto actual: la Fundación Quinta República, como natural consecuencia de sus sueños, de sus principios, de esa filosofía que marca su existencia.

En este momento tiene tiempo para escribir, para pensar, para escoger…,algo que le estaba haciendo falta en el bullir intenso de sus aspiraciones como ser humano comprometido. La Fundación Quinta República fue la puerta que abrió el enorme caudal de ideas que ahora fluyen con desmedida fuerza, haciéndolo sentir importante protagonista del porvenir de su nación.

Y justo allí, en un cálido ambiente, rodeado de pergaminos de reconocimiento, de colecciones de sables y machetes, de su exquisita compilación de figuras de águilas, de numerosos folios con documentos diversos, materia prima de su afición por la historia y la literatura, y una clara atmósfera de dominicanidad y orgullo patrio, iniciamos este diálogo que estuvo cargado de diversas sensaciones: desde la más elemental de las preguntas, hasta los profundos análisis sobre el porvenir de la patria, salpicadas de buen humor, de inusitadas declaraciones, y de un viaje por sus anhelos y sueños.  Pero sobretodo, pudimos constatar que este excelente espacio, es mucho más que una simple oficina o un despacho donde se atienden negocios. Es ciertamente el lugar donde sus planes cobran vida, donde se nutren sus propuestas con la participación plural, con el esfuerzo constante, la entrega apasionada, la fe en el porvenir y en los que como él, aman la patria sobre todas las cosas.

En este mes, dedicado a recordar a aquellos que dieron vida a nuestra soberanía nacional, justo en los albores de la conmemoración de nuestra independencia, compartimos con nuestros lectores esta interesante entrevista con uno de los más preclaros narradores de nuestra historia, de verbo ágil y brillantes conclusiones, que exaltan a todo dar, el orgullo de ser dominicanos.

Acomodados en los confortables sofás de piel que conforman la sala del despacho del General (r) José Miguel Soto Jiménez, y sorbiendo un delicioso café recién colado, pretendimos adentrarnos en la nueva faceta de este hombre que por cuatro años, ostentó la mayor jerarquía  militar de la nación, con sus obvias cargas de responsabilidades, tentaciones y poder.  Su gestión, tuvo la lucidez de aquel que navega en sus aguas, ya que pudo exhibir su amplio currículum en el ámbito militar y sus dotes de conocedor y acucioso investigador de nuestra historia. Hoy, sin embargo, no echa de menos los oropeles del poder, porque se encuentra intensamente envuelto en un proyecto que da rienda suelta a sus más acariciados sueños: la Fundación Quinta República.  Y como el nombre sorprende, por supuesto que era obvio que nuestra primera pregunta se iniciara con este tema.

¿Qué es la Fundación Quinta República? ¿A qué se dedica?

La Fundación Quinta República tiene como propósito fundamental la preservación de los valores nacionales, los valores de la dominicanidad, para no caer de ninguna manera  en ninguna relación o referencia con ningún sector político. La Fundación tiene ese propósito y se hace la pregunta de ¿cómo preservar los valores nacionales?  Para ello hemos desarrollado un conjunto de programas que son el objeto de trabajo de la Fundación. El primero es un programa editorial,  de publicar obras de escritores nacionales e internacionales con temas relacionados al propósito de la Fundación. También publicaciones periódicas que den a conocer todas las actividades de la Fundación. Pero quizás, el programa de más importancia es el de las tertulias semanales, con temas bastante focalizados, donde asisten, no sólo los miembros titulares de la Fundación, sino invitados especiales para tratar esos temas, que pueden ser dirigentes políticos, líderes comunitarios, líderes religiosos, economistas y profesionales de todo tipo, que puedan contribuir al tema citado. En este momento, la Fundación ha venido trabajando en las tertulias, que son un verdadero instrumento de estudio.

¿Quedan registradas?

Quedan registradas, pero no son públicas, y servirán por un tiempo, como instrumento de estudio, básicamente de la Fundación, para la búsqueda de una solución nacional que es el propósito de la Fundación. En esas tertulias, más que un oficio importante, es un instrumento de estudio. En este momento, el tema que estamos debatiendo es el de la llamada recomposición de los partidos políticos.

Por las tertulias han pasado la mayoría de los líderes de todos los partidos, mayoritarios y minoritarios. Y no sólo líderes centrales, sino los líderes de tendencias y los líderes regionales. Entonces el producto de esas tertulias, como documento de estudio, sí serán publicadas. Las tertulias se desarrollan dos veces a la semana: los martes y los jueves, aunque pueden haber variaciones. Y yo pienso que es una actividad importante, sobretodo, porque cuando las tertulias son abiertas y plurales tienen el beneficio de la diversidad.  Y además ahí se producen ideas y muchas de ellas son hábiles para dar respuestas a los grandes problemas nacionales.

¿Por qué el nombre de Quinta República?

Creo que se han hecho muchas especulaciones, pero han pasado por alto, quizá el punto medular del nombre. Se han buscado asociaciones con otras organizaciones del presente y del pasado, muchas de ellas extranjeras. Pero el nombre está relacionado con la división que han hecho algunos historiadores sobre la época republicana y que se divide en Primera, Segunda, Tercera y Cuarta República, la que vivimos. Y la Quinta República es esa república  que todos deseamos.

¿Un sueño posible?

Claro que sí, yo creo que es más que un sueño, es un deseo al que hay que ponerle voluntad y sobretodo producir ideas para que todos alcancemos esa república, la Quinta República, la suya, la mía y la que todos queremos.

¿Está contento con lo que ha hecho hasta hoy?

Muy satisfecho y muy agradecido de Dios sobretodo.

¿Cómo definiría el poder?
¿Le gusta? ¿Lo disfruta?

El poder es la posibilidad de hacer cosas. Y está justificado en la capacidad para hacer el bien. Es la potestad para hacer el bien y si no es para eso, pienso que no sirve para nada.

Cuando el poder y todos los halagos del poder terminan ¿qué queda?

Queda lo que siempre hubo, la esencia primaria y la fibra de la calidad humana. Yo creo mucho en la calidad humana. Uno es lo que es y para lo que fue formado. El poder sí puede desvirtuar cosas y el ejercicio del poder debe ser un alerta permanente para no dejarse conquistar por las veleidades que él entraña.

¿Cómo definiría la situación política del país?

Muy complicada. Por esa crisis de valores de que hablábamos, por ese hedonismo y sobretodo por lo que se ha constituido en una tesis: pienso que el Estado está débil, más allá de la gestión de los gobiernos. Es una estructura en jaque. Hay que fortalecerlo, porque si no lo hacemos, el Estado no puede mantener sus atributos, y recuerdo una cosa muy importante: el propósito fundamental del Estado es su continuidad. Entonces, pienso que el Estado es un pacto, un pacto social, por la naturaleza de su origen. Lo que da origen al Estado es el conflicto, el conflicto de las partes que constituyen la sociedad. Y yo creo que como pacto, el Estado hay que reformularlo, porque no satisface a nadie, ni a los empresarios, ni a los obreros, ni a los campesinos, ni a los estudiantes, ni a los profesionales. Entonces hay que reformular el pacto, para que haya conformidad entre las partes y se puedan conciliar los grandes dilemas sociales. El Estado también está en capacidad de asumir uno de sus roles fundamentales, que es la seguridad social. Por ello, la situación actual es de crisis, reconocida por el mismo presidente de la República, y el gran fantasma es el caos, porque el caos no beneficia a nadie. Debemos apostar por el orden en todo momento.

¿Hay esperanzas de salir de esto sin ningún cataclismo?

Sí, claro que sí. Pienso que hay mucha esperanza de salir de eso. Yo tengo mucha confianza en esa potencialidad que duerme en el dominicano y que lo ha ayudado a sobrevivir en 500 años de historia, a veces contra la fuerza de todas las potencias. Recuerda que nosotros hemos sido agredidos siempre por las potencias y hemos salido airosos. Y es más, esa capacidad de salir airosos y de sobrevivir, es lo que marca la gran fuerza de la dominicanidad. Entonces no podemos decir que se ha perdido, está ahí. Sólo hay que despertarla.

Hablando de patria, de valores patrios, ¿qué opina Usted del problema haitiano?

Ha sido un tema obligado no solamente en las tertulias, porque esa es nuestra gran preocupación nacional. Yo digo que ese es nuestro problema, nuestro dilema geopolítico fundamental. De eso precisamente trata la Fundación Quinta República, no solamente el caso particular de Haití, que es un tema que nos ocupa tanto, sino también quiero que me permitas ir de lo general a lo particular. Muchas personas piensan que la Fundación Quinta República es una especie de contraparte de la globalización. Yo pienso que la globalización, como una de esas tendencias neoliberales, no es objeto de eso, porque creo que no sólo es una imposición de las potencias hegemónicas dominantes, sino también de la época y de cómo se ha desarrollado el mundo moderno. Eso no quiere decir que haya que hacer una oposición radical a esa tendencia, que tiene como todo, su parte buena y su parte mala. La Fundación Quinta República pretende ante esa realidad dominante, reforzar los valores nacionales, que es un objeto irrenunciable de la dominicanidad y hay que recordar que cuando se presentó la guerra fría por ejemplo, algunos autores proclamaron el fin de la historia, que todos los problemas estaban resueltos, fundamentales y políticos. Y hubo mucha gente que especuló en ese período que era el fin del nacionalismo. Sin embargo hemos visto, a la vuelta de 15 años, que se han reforzado los nacionalismos, se ha caído en el vicio de los nacionalismos como la xenofobia y los nacionalismos radicales, los de tipo religiosos por ejemplo. Pienso que el Estado-Nación es una estructura que podría estar débil en algunos casos en los países subdesarrollados, pero que no se avizora el fin, y es un fin que nosotros podemos, no solamente ayudar, sino defender por el bien común. En ello se basa precisamente todo el drama de la historia dominicana, en ese deseo de estar juntos y vivir juntos en la tierra que nos ha tocado desarrollar.

El ex Jefe de las Fuerzas Armadas se llena de entusiasmo cuando habla del tema haitiano. No en balde ha estado escribiendo artículos relacionados al tema en el periódico El Nacional. Su orgullo patrio se potencia al máximo y siente una real satisfacción al constatar que a través de su Fundación Quinta República, está sembrando en la conciencia nacional, las bases para un real y efectivo frente nacional contra cualquier injerencia externa. Su voz se hace más fuerte y sus palabras fluyen con inusitada energía, cuando afirma:

“El caso haitiano, yo diría que es nuestro problema cardinal, un problema geopolítico: nosotros somos una isla pequeña, compartida con dos estados, lo que ya constituye una rareza geopolítica, aunque no es exclusiva de República Dominicana, pero es un gran reto geopolítico. Pienso que antes inclusive de la definición de los estados nacionales, antes del siglo XIX, ya a nosotros nos tocó la excepción de vivir prisioneros de esa realidad, aún en la época colonial. Y eso produjo guerras importantes como fue la guerra colonial de Francia y España, ya que los perfiles y toda la carga de resentimiento histórico, producido por los conflictos geopolíticos de principios del siglo XIX, como fue la guerra de independencia y todo lo demás, nos condujeron a ello.  Naturalmente, que en ningún caso podemos basar nuestro nacionalismo, la defensa de la territorialidad y la soberanía nacional, en valores macabros como fue la matanza del 37. Pienso que debemos defender lo nuestro, porque sería un pecado capital no defenderlo, con la responsabilidad que tenemos las dos culturas. Sobre los pormenores del problema haitiano no hay que abundar mucho, porque todos lo tenemos a la vista. Pienso que se ha agravado precisamente por el fenómeno de la debilidad de la estructura estatal, que no tiene que ver con tal o cual gobierno. Es un proceso, quizás de 30 ó 40 años, quizás impulsado por el poder extranjero, porque debemos decir que el Estado estuvo sitiado y entonces hay signos evidentes, y el signo más preocupante es precisamente el que tiene que ver con el problema haitiano, porque es la debilidad o la invalidez de no poder ejercer con la autoridad necesaria la soberanía nacional. Y el Estado sin la soberanía no se explica.

La ausencia de políticas de Estado con temas tan delicados y tan sensibles a la situación nacional como es la migración ilegal o la ausencia de una política fronteriza son síntomas de esa debilidad de Estado. Precisamente uno de los grandes problemas de la actualidad es la delincuencia y la delincuencia, entre otras cosas, todos sabemos que su causa fundamental, en su esencia, es el alto grado de pobreza, la mala distribución de las riquezas, pero también, la pérdida del monopolio de la violencia por parte del Estado, que ha estado débil, que ha sido sitiado. Quizás ahora, como la política de las potencias es cambiante, a las potencias le interesaba un Estado débil para poder manipular la soberanía nacional, pero ahora que la debilidad del Estado, con elementos como esos, constituye una amenaza para los intereses de esas naciones. Está por ejemplo el caso del narcotráfico, que se necesitan Estados fuertes para combatirlo y a las potencias les conviene. Pero ahora el Estado está tan débil que le cuesta mucho esfuerzo para cumplir esa tarea y ha perdido el monopolio de la violencia, y esa es una de las causas de la delincuencia. El alto grado de armamentismo de la población, por ejemplo, que es un arma de doble filo, porque es inconveniente porque hay muchas armas en manos de los delincuentes, pero también, ante la pérdida de ese monopolio de la violencia, el Estado  no puede garantizar la seguridad, y el ciudadano se ve en la suerte de “Sálvese quien pueda” y necesita precisamente ejercer ese derecho del porte y tenencia de armas para defender su propiedad y su vida.

¿Qué propone usted? ¿Cómo ve usted a las Fuerzas Armadas? ¿Cree Usted que se han ido debilitando?

Las Fuerzas Armadas han sido, son y seguirán siendo, un elemento preponderante en la gobernabilidad del país y una gran reserva para la preservación de los valores. Yo no creo que las Fuerzas Armadas se hayan ido debilitando. Las fuerzas Armadas son un instrumento del Estado, un aparato de sanción del Estado y que tiene atribuciones muy marcadas en el plano constitucional, pero no está ajena de esa debilidad que aqueja al Estado, la sufre. Pienso que la política de  reforma de las Fuerzas Armadas, es un proceso no de un gobierno, sino de varios períodos de gobierno, confiando en la continuidad del Estado. Es una premisa que debe sostenerse como prioridad para hacerlas más eficientes. Y quiero que se entienda esto, no es cuestión de políticos, sino de restaurar las Fuerzas Armadas, ante el agobio de los grandes problemas nacionales, como te decía antes no creo que se hayan debilitado las Fuerzas Armadas, los que han crecido son los problemas, precisamente por la complejidad y la debilidad del Estado. Pienso que las Fuerzas Armadas deben seguir su proceso de reforma, basado en esa premisa de que se impulse una política de poder y sobretodo, de una reingeniería organizacional en busca de la eficiencia, y entendemos que en términos modernos, la eficiencia no es más que la consecución de la excelencia al menor costo posible. Creo que ciertamente, sin seguir la línea de las reducciones, yo creo que debemos ser el número preciso que marque nuestras posibilidades económicas y de acuerdo a las posibilidades del Estado, y en este caso debemos ser menos, pero más eficientes y mejor equipados.

Me gustaría conocer su opinión sobre la presencia de regímenes militares en Latinoamérica como en el caso de Chávez y otros más que están surgiendo. ¿No es un atraso democráticamente hablando?

Creo que ha sido una evolución, porque no se puede hablar de un retorno a antiguas posiciones indeseables. Recordemos que lo que está pasando en Suramérica no es un retorno al militarismo clásico, a los regímenes de excepción, tan hábiles durante la guerra fría. Pienso que esos regímenes, dentro de ese militarismo, tendrían mucho que ver con la situación de la geografía. Recordemos que fría o caliente ese período era una guerra. Una guerra al más alto nivel, una guerra hegemónica. Entonces, por un lado teníamos la amenaza de la subversión armada, cuyo objetivo era la toma del Estado, y los regímenes llamados democráticos, que estaban siendo supuestamente agredidos y en cierto caso, los Estados Unidos, para hablar específicamente, promovió esos Estados de excepción en toda América Latina, bajo un razonamiento  bastante lógico: si las Fuerzas Armadas de toda América Latina tenían el deber, la obligación de defender el Estado, se creyó que la mejor forma era ocuparlos parcial o totalmente, para defenderlos. Naturalmente, cuando terminó la guerra fría esa posición se hizo indeseable, no fue del todo afortunada, en muchos casos fueron períodos lamentables y en algunas partes de América Latina estaba salpicada de esos Estados de excepción. Pero ahora, lo que tenemos es en muchos casos, ex-militares, no activos, que por la vía democrática de las elecciones han accesado al poder, de una forma totalmente legítima. Ahí podemos ver desde ese punto de vista popular, la potencialidad que representa las Fuerzas Armadas con su material humano en la búsqueda de esa autoridad de que hablábamos y que el Estado en cierta forma ha perdido. De todas maneras, hay mucha gente que lo ve como un retorno de los guardias al poder, pero yo pienso que hay un retorno de personas que se formaron en el cuartel, tomando los atributos de la disciplina y de los valores nacionales. Durante la guerra fría, el caso de esa guerra hegemónica, se llegó a relegar el papel “decimonómico” de las Fuerzas Armadas, o sea de su compromiso con la nación, con la soberanía de la nación y de sus propios intereses nacionales. Pero no se trata de eso ahora. Se trata de personas formadas en el cuartel que precisamente están cónsonas con el sentimiento nacionalista del pueblo y de sus aspiraciones sociales. Y no solamente militares, fíjese que tenemos el caso en América del Sur, y se podría llamar así, de un retorno de las aspiraciones que no se alcanzaron durante lo que se llamó la época perdida. Y tenemos una irrupción de lo que se ha llamado ahora “La nueva ola”, “La Ola” de regímenes de corte progresista o regímenes de izquierda.  Es natural que a los Estados Unidos le preocupe que el núcleo de esos nuevos fenómenos tengan la coincidencia de los intereses anti-imperialistas y tiene que preocupar a las naciones hegemónicas, pero también hay que comprender que hay una aspiración postergada de esas naciones, donde precisamente son naciones aquejadas por el virus del militarismo en esa época.  Y esta ha sido una especie de respuesta histórica de las aspiraciones de esos pueblos que fueron largamente postergadas y reprimidas.

Usted que ha estado en las más altas esferas del poder, ¿qué opina de los rumores de unión de los dos países, Haití y R.D., como proyecto de naciones tan poderosas como Estados Unidos y Francia?

Yo creo que sí, que hay una visión utilitarista del problema, porque Haití, en primer plano, es un problema para sus propios ciudadanos por la ausencia de instituciones y por la carencia de riquezas ecológicas, por el daño que le han hecho al medio ambiente y por la superpoblación. En segundo plano, es un problema para las potencias que mantienen a Haití, porque Haití vive de la caridad internacional y por otro lado, es un problema de seguridad regional, porque Haití sirve de puente para el narcotráfico y es emisor de inmigrantes ilegales, y muchos de ellos van a La Florida por razones de geografía y eso constituye un problema. Pienso que las potencias tienen la tendencia de querer solucionar el problema haitiano en base a la República Dominicana y nuestro país no está presto a  servir de solución al problema haitiano a costa de su soberanía. Bajo ningún concepto debemos permitirlo, como tampoco debemos permitir el flujo masivo e indiscriminado de ilegales, primero porque es ilegal y segundo, porque es una amenaza contra la seguridad económica y social de la República Dominicana. El tema es tan delicado como el tema del empleo, que han desplazado en todo a los dominicanos. Comenzaron con la caña y después la construcción, pero ahora es en todo.

Dentro de este nuevo fenómeno de ex-militares con una visión progresista, aspirando al manejo del Estado,¿tenemos una reserva en usted? ¿Participaría en política?

Mis actuales actividades son una continuidad, en otro plano, de lo que yo siempre fui. Recuerdo que en la primera entrevista que usted tuvo bien  hacerme, yo le dije que consideraba que las Fuerzas Armadas o los militares profesionales, son profesionales, valga la redundancia, de la nación. Sin el servicio incondicional a la nación no se explican las Fuerzas Armadas. Pienso que toda mi vida la dediqué a ese ejercicio de defensa de la nación y ahora lo sigo haciendo desde otra nueva óptica, en la que estoy tratando de purgar una lógica dominante, absorbente, de ejercicio castrense y que una vez purgada esa lógica  y asimilado los pormenores de mis responsabilidades ciudadanas, es una irresponsabilidad no participar. Y yo, en el momento adecuado, contemplo participar en política, tomando en cuenta todos los antecedentes de los militares que han incursionado en ella, y que en la mayoría de los casos, por no decir todos, no han tenido éxito. Y yo tengo mi particular idea de por qué no han tenido éxito, porque muchas veces confunden por similitudes, los ejercicios de la política con las Fuerzas Armadas. Hay muchos oficiales que han incursionado tratando de llegar como generales a la política y  la política tiene su lógica muy particular y requiere de condiciones que hay que ejercitar para ejercerla. Entonces, yo pienso que decir que no voy a participar en política sería una fórmula deshonesta. Trabajaré en la política, pero debo elegir, porque nunca pude elegir y ahora debo darme esa oportunidad.

¿Cuál sería entonces su prioridad de ingresar usted a la política?

En ningún caso, mi participación en política podría estar divorciada de lo que yo pienso que es y debe ser la nación. Y si  no es por el servicio a la nación, aunque suene muy demagógico, yo no participaría en política. Yo participaré en política en defensa de mis convicciones en torno a la nación y de sus sagrados intereses.

¿Cómo ve usted los liderazgos en la nación?

Se ha hablado mucho con respecto a que hay una crisis de liderazgo y es que tenemos que tomar en cuenta primero, la desaparición de los tres grandes líderes del país y eso genera, en cualquier parte del mundo, un vacío importante. Sobre la sucesión de ese liderazgo, nosotros nunca hemos tenido por tradición cultural una sucesión organizada de liderazgo y eso no se puede normativizar en países como el nuestro. Pero hay cosas promisorias. Por ejemplo yo veo una gran cantidad de jóvenes en todos los partidos que están participando en política. Jóvenes muy capaces, atentos al interés nacional y que están haciendo en su trabajo esa siembra de liderazgo que no se improvisa y que no se hace de un día para otro. En el mismo proceso de recomposición  de los partidos y si vemos las convenciones de esos partidos, ya se ven la presencia de esos jóvenes y ya ocupan  posiciones dirigenciales y determinantes. Solamente hay que ver los afiches de los candidatos para las elecciones de medio tiempo, en todos los partidos, en todos los pueblos, que la mayoría son muy jóvenes. Eso es objeto de una sucesión de liderazgo y de una siembra promisoria.

Volviendo al tema de los valores patrios ¿Qué está haciendo al respecto la Fundación en las escuelas?

 Queremos tener algún tipo de injerencia y colaborar con todas las instituciones que formulan los programas educativos. Yo pienso que hay una especie de apatía o descuido, no de ahora, sino que ha sido un proceso largo, donde se han descuidado los valores. Yo creo que hay que crear conciencia en los jóvenes tal como lo hicieron con nosotros en muchos casos. Pienso que se debe hacer una reformulación y un programa de estudio de la historia que aliente esta tarea y además, para hacerle frente al despropósito. Hay mucha gente apostando a tergiversar, a que se olviden y a que se releguen cosas, y no por casualidad sino porque están interesados también. Nosotros tenemos, como hemos tenido siempre en nuestra historia, malos dominicanos que han atentado contra su propia nacionalidad.

La corrupción es un tema que es insoslayable, ¿Cuál es su opinión sobre este cáncer de nuestra sociedad?

El problema de la corrupción es un problema cultural.  Existe toda una cultura de la corrupción, pero no se repara también que en los últimos años esa corrupción ha aumentado a otros sectores, no solamente en el sector público, sino también en el privado. Pienso que es un fenómeno inducido por una especie de transculturización y creo que la cultura de la corrupción está ligada con esa tendencia al hedonismo que tiene nuestra sociedad, en ausencia precisamente, de esos valores de los que hablábamos anteriormente. Pienso que ese hedonismo es un producto importado. Hay grandes autores que dicen que la sociedad norteamericana está arropada con el hedonismo y hay autores que la comparan con un avión en picada, porque lo único importante dentro de la gran sociedad de consumo, es tener acceso a esas excelencias de ese formato de vida no importa de qué manera ni a qué costo. Todavía en la sociedad norteamericana, con sus riquezas y su misma estructura, esto es un gran problema, pero es más soportable que en nuestras sociedades. Entonces eso crea toda una revelación de incentivos y de propósitos para alcanzar esas excelencias sin medir consecuencias.

¿Y cómo podemos lograr frenar este proceso de descomposición de la sociedad?

Creo que lo más importante es la restauración del imperio de la ley, pero conjuntamente con una justicia no acondicionada a esos mismos valores, porque podemos estar en un círculo vicioso. Como usted ve, la corrupción alcanza todos los estamentos y si vemos la prensa nacional, la corrupción está en todos los estamentos de la sociedad. Era muy fácil decir antes que era un atributo de la baja o pequeña burguesía. Pienso que la única forma de contrarrestar el hedonismo es revitalizando los valores, los propios valores nacionales. Creo que hay que volver a los viejos valores, hace un tiempo escribí un artículo sobre eso que hay que volver a Sabana Larga, a las fuentes primarias donde surgieron las grandes epopeyas; para tomar de allí la voluntad, y en  muchos casos la disciplina y el coraje de nuestros antecesores.

Otra de las grandes amenazas de nuestro tiempo es el terrorismo¿Qué opina al respecto?

Desgraciadamente, la guerra  ha sido un fenómeno que ha acompañado a la humanidad durante miles años. Es una realidad con la que el hombre ha vivido y con grandes contradicciones, por ejemplo, recuérdese que la guerra en la antigüedad era un fenómeno tan persistente, tan permanente que hasta había deidades, pero paradójicamente no se puede ver tampoco como un fenómeno primitivo, porque en los siglos donde ha habido más guerras es donde la modernidad ha alcanzado su máxima expresión, donde el hombre ha alcanzado sus grandes luces. Por ejemplo el siglo XIX fue un siglo cargado de guerras, y se llmó el siglo de las luces. Mientras que el siglo XX, que es el siglo de la tecnología, fue un siglo plagado de guerras continuas y cruentas de todos los niveles de alta, media y baja intensidad. O sea, que no es un fenómeno que se aplaca con avances significatorios. Lo que sí veo sumamente pecaminoso es la guerra al servicio de los intereses imperialistas o al servicio de los intereses transnacionales. Estamos viendo guerras que se llevan a cabo como instrumentos de enriquecimiento de grandes corporaciones. El terrorismo es la plaga de la humanidad, del presente, de la contemporaneidad y con elementos tan explosivos como son los fenómenos religiosos o el fanatismo. O sea que es muy interesante el estudio, y muy lamentable que a esta época a que hemos arribado, esté en jaque la dignidad humana.

Escribir  es una de sus pasiones. Ahora que tiene más tiempo, ¿Hay algún libro en carpeta?

Sí, como sabes estoy publicando dos veces a la semana en los periódicos sobre temas que recogen de alguna forma todo lo que fueron mis cátedras y mis clases que durante doce años impartí. Pienso que es muy importante que haya puesto mi experiencia y como conocido del tema y creo que es necesario como libros de textos, porque siempre hubo la ausencia de libros de textos en este sentido y además, está mi particular visión del dilema geopolítico de la República Dominicana en el contexto del Caribe y cómo marcará su futuro.

Un mensaje a los dominicanos en esta celebración de un aniversario más de nuestra Independencia nacional…

Creo que debemos retomar el camino que nos llevó a lo que somos. Eso tiene que ver, sin tomar de una forma retrógrada o vivir enlazados en el pasado, con tomar de las grandes glorias nacionales, que no es más que el reflejo de la voluntad de un pueblo que siempre ha querido, sobre todos los obstáculos, vivir libres, independientes y en paz. Debemos retomar el camino, retornar a Sabana Larga, a Las Carreras, al Paso del Muerto, a Guanuma. Debemos ir allí a beber de esas fuentes primarias que nos han hecho lo que somos. Creo que no tenemos que buscar nada afuera, porque lo que somos lo hemos hecho nosotros mismos, nadie nos ha ayudado. Entonces hay que retomar  la fuerza necesaria para conjurar los grandes problemas y mantener la soberanía nacional.

Epílogo 

El tiempo pasó sin darnos cuenta. Como quien devora un libro interesante y no puede parar hasta el final. Algunas preguntas quedaron en carpeta, esperando quizás la segunda parte de este encuentro en un ámbito distinto. Pero sin lugar a dudas, el resultado final quedó plenamente satisfecho. Quedé con el sabor a esperanza revoloteando mis nostalgias de tiempos idos, y sin pensarlo, sentí de pronto ese despertar nacionalista que nos hizo alguna vez revolucionarios. Y es que, cuando nos encontramos de frente con guerreros de la talla de José Miguel Soto Jiménez, no cabe la desesperanza. La República florece en nuestro pecho y ser dominicanos es un orgullo innegociable. Porque hay personas preocupadas por nuestro destino, por la preservación de nuestros valores, por la permanencia de nuestros ancestros, de nuestra cultura y de nuestro legado. Con vehemencia y realidad, constatamos que él es un guerrero de la luz, “capaz de entender el milagro de la vida, luchar hasta el final por algo en lo que cree, y entonces, escuchar las campanas que el mar hace sonar en su lecho.”  Su nuevo proyecto envuelve su pasado, con el cúmulo de su experiencia; envuelve su presente, en intensas jornadas de trabajo plural; y nos regala el sueño de un porvenir para todos los que sueñan con la paz y la prosperidad en nuestra amada Quisqueya. Quizás, muy pronto lo oiremos entonando las trompetas de sus aspiraciones políticas, pero en su momento, ha ido sembrando la semilla de la conciencia colectiva, abonando la confianza y la fe en el futuro de la nación y cosechando los éxitos de su gestión. 

José Miguel Soto Jiménez se siente hoy en la cima de la montaña, y como el águila que tanto admira, observa cuidadosamente, se prepara para la acción y alza vuelo, tocando el infinito y la aspereza de la realidad. Hoy se siente libre para elegir lo que desea y sus decisiones son tomadas con valor, desprendimiento y una cierta dosis de locura porque sabe que no es necesario renunciar al entusiasmo de las conquistas; ellas forman parte de la vida y alegran a todos los que en ella participan. Con la sensibilidad del poeta, afirma que se siente en su mejor momento y expresa, con el orgullo del que se conoce a sí  mismo: “Me siento en mi mejor época y es una época interesante en la que tengo mucha experiencia acumulada y además, no se ha sacrificado en mi, ese furor de la juventud, esa fuerza de impulso y de pasión, que constituye la juventud. O sea, que estoy en un momento climático de mi vida.”

Y ese momento importante lo está aprovechando al máximo porque él sabe que como dice un viejo proverbio árabe: “Dios juzga al árbol por su frutos, y no por sus raíces”. 

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