Genética conductual

Genética conductual

KEDMAY T. KLINGER BALMASEDA
La influencia que tiene la herencia de los genes sobre las diferentes conductas es el centro de la genética conductual, en donde el primer paso está en reconocer el impacto que tiene esta herencia sobre las características psicológicas como la inteligencia, la personalidad y el comportamiento.

Para estar un poco más familiarizados con la relación entre genética y conducta, es preciso señalar que la genética es una ciencia que implica un conocimiento cierto de las cosas por sus principios y sus causas, de manera que sus leyes y principios gobiernan las «semejanzas» y «diferencias» entre los individuos de una misma «especie». La misma estudia la forma en la que los rasgos se transmiten de un familiar a otro, en donde la concesión de esos rasgos de una generación a la siguiente es lo que se conoce como herencia, por lo que esos elementos que controlan la transmisión de esos rasgos, se llama gen. Sin embargo, la conducta especifica los diferentes comportamientos o actitudes que caracterizan a una persona, y los cuales pueden ser adquiridos de su medio ambiente o simplemente heredados de sus familiares.

La conducta del ser humano es definida desde su niñez, ya que es tomada de todo el medio que lo rodea, por lo que las investigaciones recientes indican que el ambiente es, al menos, tan importante como la herencia al producir las diferencias conductuales visibles entre las personas.

En vista de que la genética es el estudio de los patrones de herencia, del modo en que los rasgos y las características se transmiten de padres a hijos; y que la conducta surge de  la interacción entre el organismo y el ambiente; entonces, la perspectiva de la genética de la conducta estudiaría la forma como la herencia y la experiencia  influyen en nuestras diferencias individuales de temperamento.

Es importante hacer notar que, los efectos de la herencia, no necesariamente son inmediata o plenamente evidentes. En algunos casos, la expresión de un rasgo es postergada hasta una etapa posterior de la vida.

Frecuentemente, los genes predisponen a una persona a desarrollar un rasgo particular, pero los factores ambientales desempeñan un papel más importante al  alterar o eliminar la expresión del rasgo. Poseer los genes apropiados dota a la persona con el potencial para exhibir un rasgo, pero éste no aparecerá a menos que el ambiente coopere.

Los genes no causan directamente la conducta. Más bien, influyen tanto en el desarrollo como en el funcionamiento del sistema nervioso, el cual a su vez afecta la probabilidad de que se presenten ciertas conductas bajo determinadas circunstancias.

Los estudios de familias se basan en el supuesto de que si los genes tienen influencia sobre un rasgo, los parientes cercanos deberían ser más similares en ese rasgo que los parientes lejanos, puesto que los cercanos comparten más genes.

La herencia participa en algunas clases de enfermedad mental y tiene vinculación genética entre las tendencias agresivas y violentas. También, existen evidencias de que la genética resulta clave en asuntos tan complejos como las características de personalidad, los intereses, las aptitudes e incluso la estructura de las ondas cerebrales.

Es elemental resaltar, que lejos de encontrar que la conducta humana está genéticamente pre-determinada, los trabajos recientes muestran lo trascendental que resulta el ambiente en la determinación de las predisposiciones genéticas que se manifestarán y las que no. Por ende, podemos concluir que tanto la herencia como el ambiente son importantes en la determinación de las conductas y los rasgos más significativos.

klinger_psicología@yahoo.es

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