Genética de la adicción

Genética de la adicción

Las adicciones son trastornos psiquiátricos crónicos, que representan un serio problema de salud pública a nivel mundial. Estos trastornos tienen efectos negativos, tanto individuales como familiares y sociales, con un alto coste sanitario.

No todos tenemos igual probabilidad de convertirnos en adictos a alguna droga. Muchas personas logran mantener un consumo moderado de alcohol e incluso muchos usuarios de algunas drogas poderosas como la cocaína y la heroína las emplean de manera “recreativa” sin volverse dependientes de ellas. Existen sólo dos fuentes posibles de diferencias individuales en cualquier característica: la herencia y el ambiente.

Obviamente los efectos ambientales son importantes; el ser humano, criado en un ambiente mezquino y que carece de una esperanza real de obtener una vida mejor tiene mayor probabilidad que otros de utilizar drogas para obtener cierta felicidad temporal y salir del doloroso mundo que la rodea. Incluso, en un ambiente dado, pobre o privilegiado, algunas personas se convierten en adictas mientras que otras no, y algunas de esos contrastes conductuales son el resultado de diferencias genéticas.

La mayor parte de las investigaciones realizadas sobre los efectos de la herencia en la adicción han sido dedicadas al alcoholismo. Una de las razones más importantes para ello es que casi todo el mundo está expuesto al alcohol. La mayor parte de las personas bebe alcohol alguna vez en su vida y de esa manera recibe una experiencia de primera mano con sus efectos reforzantes, lo que no sucede en el caso de la cocaína, la heroína, y otras drogas que tienen efectos aún más potentes.

En la mayor parte de los países el alcohol se vende de manera libre y legal, mientras que la cocaína y la heroína generalmente deben comprarse en vecindarios peligrosos a negociantes poco confiables. De lo que se sabe ahora acerca de los efectos de las drogas adictivas sobre el sistema nervioso, parece probable que los resultados de la herencia del alcoholismo se apliquen también a otros tipos de adicciones a drogas.

Existen dos tipos principales de alcohólicos, los que no pueden abstenerse y beben permanentemente y los que pueden pasar largos períodos sin beber pero que no logran controlarse cuando comienzan a hacerlo.

El beber de manera constante se asocia con un desorden de personalidad antisocial que incluye una larga historia de impulsividad, peleas, mentiras y falta de remordimiento por los actos antisociales. El beber en parrandas se asocia con la dependencia emocional, la rigidez conductual, perfeccionismo, introversión y sentimientos de culpa por la conducta de beber. Los bebedores regulares usualmente inician su consumo de alcohol siendo muy jóvenes, mientras que los que beben en parrandas empiezan mucho más tarde.

Beber continuamente está fuertemente influido por la herencia.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas