¡Genial! Eliminan peligros de un brochazo

¡Genial! Eliminan peligros de un brochazo

Hacer algo de un plumazo significaba que el jefe solamente tenía que tomar la pluma, firmaba un decreto y las cosas se hacían enseguida. Eso ha caído en desuso en las democracias de hoy, y el decreto es algo restringido y excepcional.

Pero los que manejan la carretera “nueva” a Samaná lo están utilizando con mucha eficiencia, han descubierto que en vez de arreglar todos graves errores que provocan accidentes, pueden eliminar el peligro de un plumazo: En cada curva donde debieron hacerle el peralte, que son cientos, han decretado no ir a más de cincuenta kilómetros por hora; incluso usan estoperoles para las curvas terriblemente mal diseñadas, y hay que detenerse totalmente. Esta solución es realmente creativa e inteligente, evita accidentes y resulta extremadamente barata. Esta solución debe llevarse a otras carreteras, por ejemplo, la de Samaná a Las Galeras, donde hay grandes y peligrosos hoyos y desperfectos en el pavimento: se colocan estoperoles de coral o algo típico, y letreros patrocinados por candidatos a síndico y diputados. Eso seguramente les atraerá gran simpatía para fines electorales. La solución con avisos y letreros se ha usado en otros lugares para mejorar la seguridad donde la ingeniería o los fondos públicos no tenían la solución. En el caso de la famosa carretera a Samaná, todos sabemos, que no fue por falta de fondos, pero, se le rompe la psiquis a cualquiera tratando de entender qué clase de canallas fueron esos constructores que no sabían siquiera la importancia de los peraltes para la seguridad vial.

Pero la solución ingenieril del plumazo se utilizó de manera ostensible y bárbara, en la reducción y eliminación de tramos en los que se puede adelantar a los vehículos más lentos. Se les ocurrió a estos genios, para evitar accidentes, meterle pintura adicional a las líneas discretas, es decir, aquellas en que la doble raya con una continua y otra discontinua; pues nada menos que se le puso el poco de pintura que faltaba, y resuelto el problema. Ahora la carretera es más segura, pues no hay casi por dónde ni cuándo rebasar. (Aunque se pueden ver automóviles modernos, deportivos y semi deportivos, que rebasan arbitraria y osadamente a una docena de vehículos de un solo acelerón. Pero todo eso era casi innecesario, o sea, que pudieron economizarse algunos de esos letreros y unas cuantas latas de pintura amarilla, pues es muy probable que cuando usted entre en la zona del parque de Los Haitises, se encuentre que delante de usted va un camioncito apenas visible por el humo que exhala por el escape, y usted tiene tan solo que ir detrás, tranquilo, hasta que salgan de ese largo tramo. Total, que usted va de turista o algo así, y no importa que, aunque usted haya pagado mil pesos por usar ese ducto, se tome las mismas tres horas que si usted si hubiese ido por una de las rutas de antaño.

Al final, recurre la sensación de que nadie nos defiende de cierto tipo de asaltantes.

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