Genio y grandeza de Pablo Casals

Genio y grandeza de Pablo Casals

POR JOSÉ SALDAÑA
El Museo de Arte Moderno, la Secretaría  de Cultura y la Corporación de las Artes Musicales de Puerto Rico en la República Dominicana presentan: “Pablo Casals, la música para vivir”. Es una exposición fotográfica conformada por más de 100 fotografías y nueve paneles, que recogen la vida y obra de uno de los más sobresalientes músicos del siglo XX. La muestra viene presentándose por diferentes países, con motivo del 25 aniversario de la muerte de Pablo Casals.

La minuciosa selección de las imágenes y los textos es de José R. Delannoy, curador del Museo Pablo Casals. La vida apacible de este singular músico, fue captada por los fotógrafos contemporáneos del gran violinista, como Emil Ganz A. Pfister, Gjon, Mili, Paul Senn, Fritz Henle, Robert Cole, Vitas Valentins, entre otros.

El uso de la fotografía ha constituido cada vez más un registro de incalculable valor que imágenes congeladas en vidrio, acetato o papel. Nos permite conocer acerca de épocas pasadas detalles que no se pueden percibir en los documentos de textos, que sólo registran las actividades a través de las palabras.

Todos los planos de las fotografías registran una multiplicidad de factores de la vida de la época que debemos tener en cuenta para lograr una comprensión cabal de la información y hacer uso de la fotografía como registro documental en imagen.

Estas fotografías sobre Pablo Casals recogen toda una vida, desde su niñez, recorriendo diferentes escenarios del mundo, donde él desarrolló su arte.

Pablo Casals nació en la pequeña población española de Vendrell, en 1876. Su padre era organista de la iglesia. Pablo tocaba desde niño cualquier instrumento que se le pusiera al alcance de la mano –flauta, guitarra, piano, violín–. Su instinto musical era tan extraordinario que su madre, con la ayuda de algunas pesetas trabajosamente ahorradas, lo llevó a Barcelona para que estudiará en la escuela municipal. A pesar de sus 12 años, Casals consiguió un puesto de pianista en un café y al poco tiempo logró que el propietario le permitiera tocar música clásica una vez por semana.

Pablo vio crecer su fama cuando se dedicó al violoncelo, en el que descubrió su verdadero instrumento desde el instante mismo en que le pasó el arco por las cuerdas. A los 17 años estaba en Madrid, tocando ante María Cristina, reina madre de España. No sólo fue su música sino la diáfana bondad que resplandecía en sus ojos lo que cautivó a la Reina Madre. Para que continuara sus estudios le concedió una pensión, y puede decirse que lo adoptó y le dio puesto en su círculo íntimo, donde Pablo se convirtió en compañero del futuro rey Alfonso XIII.

Al reconocer su deuda de gratitud por esa protección real, Casals se cuida de explicar que, “el contacto con los grandes de la tierra no tuvo influencia en mi pensamiento ni en mi conducta”. Fue liberal y demócrata hasta la punta de los dedos. Dos años después y gozando todavía de una pensión real, Pablo, acompañado de su madre, se trasladó a Bruselas para estudiar en el célebre conservatorio de esa ciudad.

El director lo envió a la clase de violoncelo del profesor Edouard Jacobs. Al preguntarle éste qué podía tocar, Pablo le contestó con sencillez: “Lo que usted quiera”.

El profesor enarcó las cejas. “Vamos, vamos, usted debe ser un prodigio”, le dijo. La clase soltó una risotada. “Está bien. Le propongo que toque el Souvenir de Spa”. En un violoncelo prestado Casals tocó aquella oscura y difícil composición con tal brillantez que dejó mudos al profesor y a los alumnos.

Cuando hubo recobrado el aliento, Jacobs invitó al artista a matricularse en su clase, prometiéndole allí mismo el premio anual de ese año. Pero descortés recibimiento había ofendido los ideales de Pablo sobre la bondad y el carácter. Contestó que no tenía interés en quedarse, esa decisión le costó la pérdida de la pensión real.

Se fue entonces a París, con su madre y su hermano menor. Llegó allí pobre, sin saber el idioma y sin amigos que pudieran ayudarle. Su padre les remitió los pocos ahorros de que disponía y su madre que se dedicó a la costura, trabajaba hasta muy entrada la noche. Consiguió trabajo, como segundo violoncelista en las Folies Marigny.

Enfermó en París y regresó a Barcelona. La buena suerte estaba esperándolo allí: su antiguo profesor de música se marchaba a la Argentina y Pablo heredó los discípulos. Pronto se reconcilió con la Reina, y al cumplir los 21 años era célebre en España y Portugal.

Al iniciarse la persecución de Hitler contra los judíos y contra los sindicatos obreros se declaró el boicoteo contra Alemania y se extendió a Italia tan pronto como Mussolini adoptó la política antisemita de Hitler. Y cuando Franco asumió el poder en España, Casals abandonó su patria, alojándose en Prades, Francia, en tres habitantes de un amigo.

En 1955 sale para América con su esposa Marta Montáñez, llega a Santo Domingo y poco tiempo después se traslada a Puerto Rico. Y en 1973 muere en la isla que tanto amó y que fue el motivo de sus vastas creaciones musicales, el genio musical del violoncelo.

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