“Genocidas de Saco y Corbatas”

“Genocidas de Saco y Corbatas”

Los escritores de la historia han patentizado como genocidas a Iósif Stalin, Adolf Hitler, Mao ZeDong, Saloth Sar, Benito Mussolini, Augusto Pinochet, Osama Bin Laden, Idi Amín Dada, Sadam Huseín y muchos otros cuyos nombres no se han dimensionados. Sin embargo, el problema de la historiografía, sobre todo la que recoge los conflictos de esta naturaleza es, que quienes la escriben son los triunfadores de la conflagración; o en su defecto, aquellos selectos miembros del reducido grupo de acreedores del Hard power (Poder Duro), inspirado en las teorías de Karl Niebuhr y descrito por el geopolitólogo estadounidense Joseph Nye.

Desde esa perspectiva, es cierto que fueron horrendos los crímenes cometidos por la Gestapo, la KGB, la OVRA, los Jemeres Rojos, la DINA, las SRB y PSU y el BAZZ, etc. Pero, no menos cierto es, que existen miles de genocidas anónimos y beneficiados por la apatía de los escritores. Verbigracia, los protagonistas de la Santa Inquisición, los líderes draconianos de Gran Bretaña John Major y Tony Blair, los ex presidentes de EE.UU. Mckinley, Truman, Bush padre, Bush hijo, Nixon, Reagan etc.; junto con todos los esbirros de la CIA. Para confirmar dicha aseveración, solo tendríamos que preguntarnos, ¿si Alemania y Japón hubiesen ganado la Segunda Guerra Mundial quienes serían los genocidas?

Genocidas de Oficinas.

Si extrapolamos al día de hoy la incólume obra del extinto e imperecedero Eduardo Galeano, debemos inferir que las venas abiertas se han globalizados; y que hoy más que nunca, siguen amenazando y matando a los nadie; “esos que valen menos que las balas que los matan”. Con el agravante, de que hoy esas balas se han convertido en multinacionales. Son esas, las mismas que disfrazadas de una gran coalición quitaron la vida a más de 200,000 personas en la operación tormenta del desierto en 1991 y, de manera más descarada a más de 1 millón de personas en la mal llamada operación libertad iraquí de 2003; cuyos objetivos reales eran, son y serán el control total del petróleo de esa zona.

En ese sentido, EE.UU. reconoció en 1945 que el petróleo del golfo, “es una fuente estupenda de poder estratégico y uno de los premios materiales más importantes en la historia de la humanidad”. Por tal razón, ya está técnica y científicamente comprobado que la región del golfo; suministrará alrededor de 2/3 de los recursos de energía que utilizará el mundo en la próxima generación. Por eso, abundan las ambiciones de estos genocidas de sacos y corbatas dispuestos a matar países enteros si fuere necesario, con el objetivo final de lograr capitalización y revaloración de sus acciones; como logró curiosamente entre 2003 y 2007 la Halliburton Company cuasi-propiedad del Vice Dick Cheney.

Genocidios disfrazados del Siglo XXI.

El éxito de estas multinacionales y las grandes potencias ha consistido en limitar el concepto de genocidio; al exterminio de personas por asuntos étnicos, raciales o religiosos, gracias a que los estómagos hambrientos de los pobres del mundo no saben nada de geopolítica, ni de libre mercado; ni mucho menos de macroeconomía. Por ello, nadie entiende que cuando se mata el ecosistema a través del derrame indiscriminado de petróleo; también se están matando a millones de personas de futuras generaciones. Que el efecto invernadero, cuya mayor acentuación es después de la revolución industrial está acabando con la atmósfera; que se traduce en calentamiento global y en muerte de personas.

Asimismo, los genocidas omnipresentes de saco y corbatas, son los mismos que patrocinaron la muerte de más de 150,000 personas y 2 millones de desplazados en Sierra Leona para desvalijar los diamantes de ese pueblo. También, son los mismos que de manera subrepticia mantienen y apoyan la masacre que persiste en Siria, donde ya hay más de 10 millones de desplazados y más de 500,000 muertos, con el objetivo final de apoderarse de sus grandes recursos naturales; como el petróleo y el oro que abunda allí. Y, son los mismos que mataron a las futuras generaciones haitianas con el saqueo y la destrucción geográfica de ese país.

Ayudas Sangrientas.

Esos genocidas de Rolex y Cartier, son los que propiciaron la muerte de casi 6 millones de personas en el Congo para esquilmarles su coltán. Son los mismos que han matado a millones con el cianuro lavando el oro que se han robado en Latinoamérica. Son los impolutos que despojaron el 55% del territorio mexicano y, los que hoy están dispuestos a matar a quien sea por depredar la reserva de petróleo más grande del planeta y otros recursos en la hermana República de Venezuela. Con el agravante, de que los ignorantes en ejercicio y los intelectuales orgánicos claudican ante su omnipotencia por supuestos programas de ayudas; préstamos y la defensa patológica de una visa.

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