En el curso de un viaje al Cibao, en medio de la carretera, entré a una instalación sanitaria pública donde escuché el diálogo siguiente: -Gracias a Dios estoy vivo y suelto, me da gusto encontrarte, aunque sea frente a estos orinales. ¿Cómo estás? -Pues yo estoy bien, sin expediente judicial y en nómina; esperando los decretos que vendrán después del 16 de agosto. Tengo muchos amigos, pero necesito que los nombren en puestos importantes. Es muy bueno tener “cuñas” en las oficinas del gobierno. En este país no se puede vivir sin mover “palancas”. Cualquier cosa que quieras costará mucho trabajo conseguirla, a menos que estés “bien conectado”.
Los dos amigos salieron de los baños tomados del brazo y se acercaron a los escaparates de galletas y panes, frente a las neveras donde exhiben “quesos de hojitas”. -¿Quieres comer algo de lo que sirven aquí? -Tengo que llegar temprano a la capital, antes de que caiga un aguacero grande. Está tronando desde hace media hora. -Sí señor, están rodando los muebles en el antedespacho de Dios. Ese aguacero “está al caer”. Esta tarde está buena para mandar a hacer un sancocho de tres carnes, con muchos trozos de maíz y de ñame. -Añade una musiquita y un pote grande de romo.
-Te deseo buen viaje; saluda de mi parte a tu vecino Everaldo, y dile que pague lo que debe a la cooperativa de su oficina; supe que van a pasar su caso al departamento legal. La secretaria del director sale con un amigo mío que es teniente de la policía. Ella se lo dijo a él y él me dijo a mí. -¡Diablo! yo no sabía nada. -Ya tú ves; así es como se saben las cosas; sin uno quererlas saber.
-Desde que lo vea le diré que juegue un loto de los fuertes, para que salga de esos aprietos. Cosas así no se arreglan con un “palé”; hay que dar “un golpe noble”. -Así es, mi amiga Yaniris estaba endeudada hasta la coronilla; jugó el loto y cogió boletos de las rifas del casino de un hotel; resultó agraciada con una “yipeta” y, además, ganó un premio de cuatro millones. -Hay que estar en el globo.