Geopolítica electoral

Geopolítica electoral

Nunca, en el país, ha sido posible analizar seriamente los resultados de las elecciones utilizando las nuevas herramientas de la geopolítica cultural. Las elecciones en el país se realizan después de grandes convulsiones sociales o momentos dramáticos y se producen, previas grandes re conciliaciones o al contrario, de imposiciones, pero en ambas situaciones, los resultados son deformados e imposibilitan los análisis serios: 1966, 1978, 1990, 1994 o 1996.

Es obvio que la democracia dominicana es todavía, un juego de palabras pero cada cuatro años, con gran empeño y cada vez mas éxito, se realizan las elecciones con gran gasto y muchos sacrificios. Es un ritual que nos califica automáticamente como nación democrática y que consagran observadores internacionales y nacionales, encargados de vigilarlo. Mucho falta por hacer en ese renglón, que no hizo el partido que prometía «gobernar con la gente y por la gente» pues paradójicamente, la presencia de esos observadores es precisamente porque dudan de nuestra condición.

Esta vez, las elecciones llegaron sin gran acontecimiento previo y sancionaron, es obvio, una gestión desastrosa y un estilo de gobierno que flirtearon con la intolerancia, la bufonearía y el sectarismo. Lamentablemente, no se sanciono una política económica, ni una política exterior, no hubo debate serio, educativo y democrático sobre esos asuntos. La campaña electoral fue despolitizada. Por eso, analizar los resultados, es pues un ejercicio un tanto hipotético y cualquier intento de sistematización es casi imposible. Sin embargo, la comprensión del comportamiento electoral de un pueblo, compuesto de conjuntos con culturas distintas, completa el estudio geopolítico del territorio, cada vez mas fragmentado en provincias, municipios y distritos municipales, diferentes todos, por el medio. Es fascinante tratar de entender en que medida ese medio que rodea el votante puede influir en su decisión electoral y su comportamiento y en que medida el político que domina y subyuga ese medio, controla el votante a partir de un discurso y un comportamiento que modelan y condicionan los electores y sus decisiones.

La primera observación, es la del voto maremoto que se repite cada cuatro años: es un voto emotivo, compulsivo y de venganza, que nos hace pasar de un partido a otro. Ya no se discuten propuestas, ni se eligen programas, las ideologías se confunden, todos los electores, no importa el municipio o la provincia, adoptan un mismo reflejo. Los tres grandes partidos tradicionales (alrededor de los cuales gravitan partidos satélites, es decir sin vida propia) han empobrecido el debate electoral: hemos pasado de la campechana persuasión de Don Chencho al contagioso merengue del año, inolvidables los dos.

El voto castigo al PRD se hizo mas patente por el descalabro del PRSC, descalabro que aprovecho al PLD en su totalidad. En esta situación de desideologización y de masificacion del PLD, las diferencias entre los dos partidos serán de forma y de estilo, no de fondo. El voto sanción se esperaba en algunos municipios y no ocurrió así. Las poblaciones de Montecristi y Sánchez, a pesar del rock ash votaron PRD respectivamente con 22.702 y 4.651 votos. Incluso la provincia Montecristi, a pesar o a causa, del rezago cultural, se comporta como una provincia fronteriza, al igual que Banica y Pedro Santana y prácticamente todas las provincias de la sub región de Enriquillo, donde se observan los más bajos niveles de calidad de vida que provocan un masivo éxodo de sus poblaciones. Algún motivo de satisfacción tendrán esas provincias, al igual que Ramón Santana y Guaymate, que no conocieron las otras provincias del país.

La segunda observación, es el bajo resultado del PRSC. Todo parece indicar que el PRSC pronto será «un pequeño partido» (municipio de Janico), de esos que gravitan alrededor de los grandes, al menos que se distancie ideológicamente del centro derecha y defina con mas precisión los planteamientos socialcristianos. De no ser así, asistiremos, a una bipolarización electoral (similar al demócrata y conservador de los EEUU).

Si algunas reglas del juego han cambiado en el ámbito político, gracias a los Pactos y a la conformación de Foros ciudadanos, no me cabe la mas menor duda, que todavía, la apariencia democrática es mas necesaria para determinados organismos internacionales incluso sectores nacionales que el fortalecimiento lento y real de los mecanismos que garanticen un ejercicio amplio de la democracia en todos los niveles de la sociedad dominicana. Cual sea la política de desarrollo implementada existen mecanismos de integración y espacios en los cuales, se puede practicar ese derecho. La legitimidad, que confieren el proceso y los resultados electorales, es más necesaria para la gobernabilidad y la imagen hacia el exterior que para inducir a una mejor democracia y a una buena gobernanza. Nos gustaría equivocarnos.

La tercera observación es la tasa de abstención. En casi todas las provincias, se observan tasas de abstención entre 20 y 30 % lo que representa una cifra digna de preocupación (Santiago: 31,51 %, Santo Domingo: 31,04 %, Distrito Nacional: 29,61 %, San Pedro de Macorís: 30,55 %, La Romana: 30,05 %). El padrón electoral debe ser actualizado, con la eliminación de los difuntos, los expatriados, los presos y los militares que podrían aparecer todavía, para conocer con exactitud la importancia del voto de esa naturaleza. La tendencia mundial es cada vez hacia una masiva abstención lo que cuestiona realmente la efectividad de las elecciones y plantea la necesidad de otras formas de consulta y de integración para su representación.

En un sistema realmente democrático, las abstenciones y los votos nulos conscientes deberían ser considerados como expresión de una opción que no encuentra forma de expresión, en el sistema vigente y señales de una voluntaria marginación e indiferencia frente a una oferta electoral que no satisface las expectativas. La democracia se legitima por su capacidad de convocatoria y no lo contrario. La democracia deberá otorgar a los abstencionistas y votos nulos, nuevas formas de expresión y de representación que les garanticen mejor sus derechos civiles ya que no validan las que existen, que es la consulta cada cierto tiempo y bajo determinadas practicas.

Otra observación, es la falta de opciones mas utópicas, es decir de la izquierda como se la llamaba antes, que no es capaz de recomponerse, por falta de liderazgo evidente y de propuesta convincente. Diez mil personas piensan sin embargo que podría gobernar el país.

Por fin, se impone una última observación, es el consenso creado en torno al Presidente Leonel Fernández. Debe estar consciente que su imagen se asocio al concepto de buen gerente y buena gente, pero que también los organismos internacionales y los empresarios vieron en el, la gobernabilidad que requieren, para poder implementar las reformas que necesitan y que no aliviaran al pueblo de la terrible carga de la deuda, de la inflación y de la nube sombría, que representa la entrada en el TLC. Sin embargo, el presidente Leonel Fernández tiene en su poder, las cartas para una buena gobernanza, si se encamina hacia la profundización de todos los mecanismos institucionales que permitan el ejercicio cotidiano de la democracia, en las políticas sociales con responsabilidad, transparencia y la participación de todos los actores de la sociedad civil, el desarrollo sostenible y la garantía de los derechos humanos que incluyen la seguridad individual, la defensa de la identidad cultural y la integración social para llegar a mas equidad.

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