Gérard Economos Pintura, gestos y música

Gérard Economos Pintura, gestos y música

POR MARIANNE DE TOLENTINO
Conversar con Gérard Economos es una aventura por el mundo de las artes visuales, iniciándose en los años 60. Ese creador, entusiasta, enérgico y original, vive aquella época fundamental de la plástica, como si fuera hoy, y sus palabras resucitan a los mentores de la expresión pictórica, abstracta y gestual. En esta personalidad extraordinaria, los sentidos se funden: lo visual, que percibimos en la tela, transcribe lo sonoro, que toca el conjunto sinfónico. No está lejos el “performance” de esta pintura de acción. 

Pregunta (P): ¿Usted es arquitecto de formación?
Gérard Economos (G.E.): Sí, efectivamente, soy arquitecto y pintor.

P: Me parece que usted empezó por la figuración, diseñando afiches para Air France, ¿qué es lo que decidió de… su ruptura con lo figurativo.
G.E.:
No es realmente una ruptura, sino una evolución. Aunque mi pintura se considere como abstracta, no lo es del todo, todavía quedan algunos elementos figurativos, y mi obra parte de las bases clásicas.

Los que proceden de manera contraria no son artistas, porque no se puede encontrar algo sin tener maestros. Así resumo lo que yo pienso de la pintura. Todo lo que vemos hoy en Europa, las instalaciones, ¿qué es?… filosofía. Pero el arte es un trabajo en la obra, o sea de “obrero”.

P: Cuando usted empezó a colaborar con Air France, siendo muy joven, de unos 30 años, ya estaba Mathieu…
G.E.:
Muy buena pregunta, sí estaba… yo le sucedí. En 1969, cuando me presenté en la compañía, me dijeron: aquí está un ilustre colega suyo. Me permitieron ir a Nueva York, luego pasé por Montreal, así comencé. Pero ya estaba Mathieu, mi maestro en el pensamiento, mi maestro en la pintura.

P: Siendo arquitecto, ¿usted nunca estuvo tentado por la geometría en la pintura, por la línea?
G.E.:
No, no en absoluto, y le voy a decir por qué. En esa clase de lenguaje, había un gran pintor, Vasarely, y no hubiera seguido sus pasos.

Modelos

P: Lo que le interesó siempre fue el expresionismo lírico….
G.E.:
Absolutamente, la abstracción lírica, pero no me fue fácil llegar ahí. Primero, he sido muy escolar, muy clásico, para llegar a hacer cosas un poco más locas… Hubo en los inicios, bases muy clásicas, que me sirvieron a poner en página, es muy importante las proporciones, el número de oro –pero esto suena pretencioso–… Mis estudios de arquitectura, que duraron varios años, me enseñaron… que nada es fortuito, que todo es una secuencia lógica de reflexiones. Como decía Voltaire, antes de morir tengo que aprender a morir. Yo tengo todavía mucho que aprender, pero todos los pintores son así, aun a cierta edad.

P: Algo se aprende todos los días.
G.E.:
Y más cuando se trata de los pintores. Mire a Mathieu, a Zao-Wou-Ki, lo comprobamos en sus obras. Nada en creación es fortuito.

P: Cuando usted empezó en los años 60, la pintura estaba inmersa en la efervescencia de lo informal, en lo gestual. ¿Considera que usted estuvo involucrado en esa corriente?
G.E.:
No hay duda. Yo he querido ser pintor, cuando fui con mi madre, a ver el Misterio Picasso, la película de Clouzot, era algo excepcional. Pues yo ya estaba atraído por la gestualidad.

Luego, estuvo mi encuentro con Yves Klein, era muy joven… Y luego hubo Poliakoff, Zao-Wou-Ki, Soulages, Mathieu, ¡usted puede imaginar! Yo estaba atraído hacia ese movimiento, por mi edad, y yo pienso que se necesita una continuidad en un trabajo de pintor. Como hoy tengo 70 años, pienso que durante 50 años yo he buscado, ¡no digo que encontré! He evolucionado.

P: Pero usted sigue buscando y está en plena experimentación.
G.E.:
El día que no tenga más ideas, yo dejo de pintar…

P: ¿Desde cuando usted empezó a, digamos, traducir la música en pintura?
G.E.:
En 1978, yo estaba en una gran galería parisina, estaba cansado de las mundanidades y quería dedicarme también a la música. Entonces yo he ido a tocar la puerta de Iannis Xenakis, que era griego, como yo mismo soy griego de origen. Le dije cómo quería exponer, en base a la música , él aceptó, y fue él que encontró ese término: “una música para ver”. El compuso por cierto esa frase: “Yo oigo la música de las pinturas de Gérard Economos.” Fue así como empecé el concepto, al principio fue extremadamente difícil. Yo seguí haciendo exposiciones e ilustraciones de libros. Es solamente desde hace unos 15 años que el concepto ha salido, y a duras penas.

P: Su pintura es una pintura del gesto.
G.E.:
Sí, una pintura gestual.

P: Pero no el gesto en estado puro, por ejemplo como Pollock.
G.E.:
Pollock es mi maestro, lo adoro… es sublime. Si tuviera los medios, compraría una tela de Pollock. Fue para mi el hombre que puso en la tela lo que tenía en el cerebro. Y si todos nosotros estamos vinculados con alguien, lo estoy con Pollock…. Él estaba en la continuidad de lo que podían hacer los antiguos griegos en el Parthenon, todo era líneas y colores.

P: ¿Pero no tenía Pollock una concepción negativa de la vida? Una forma de desesperación…
G.E.:
El arte en general es un grito de desesperanza, no tiene nada cómico.

P: ¿Se podría hablar en la obra suya, de “un grito de pintura”?
G.E.:
Sí, sí. El arte no tiene nada risible… es un “exhibicionismo.” O sea que, cuando se tiene la suerte que tengo,  al pintar mi interior se exterioriza. Mi esposa le dirá que no soy un tipo muy alegre, me siento bien, ella se lo dirá, sólo cuando pinto. Por eso estoy en admiración ante Pollock…Y con todo él se suicidó. Hay gestos desesperados. La poesía también es un gesto desesperado.

O uno hace reproducciones para complacer. Como decía Jean Cocteau, es preferible, para el público, reconocer que conocer…

P: Sobre todo en música, más que en lo visual.
G.E.:
Exactamente, exactamente. En cuanto a la angustia y la creación, uno siempre se pregunta lo que va a suceder. Hay que agarrarse…

Otros elementos

P: ¿Usted se olvida del público cuando pinta?
G.E.:
Absolutamente. Ni siquiera sé que está allí, sobre todo no. El estado segundo viene al cabo de cinco / seis minutos. Cuando usted entra y sabe que hay cantidad de gente, aquí, delante, uno tiene dificultad en “desvestirse”… Luego, ya  uno arranca, felizmente. Pero, si usted piensa que hay gente riéndose, de que el chiquito  va a “romperse la crisma” y caer en los cubos de pintura… se acabó, usted deja de pintar. No, yo lo olvido todo.

Marcel Marceau me dijo, que cuando se actúa, hay que pensar en una sola persona… (yo pienso en una mujer, no en un hombre). Porque, a esa persona, uno le habla, porque hay un “match”, un combate, hay una conversación, que se establece en mí, ¡y en voz alta!

P: ¿Pero la conversación no puede establecerse con la tela?
G.E.:
La tela es finalmente un disco sobre el cual uno graba. Es sino un intermediario, un pretexto.

P: Viéndole, tuve la impresión de que hay una vertiente coreográfica en sus gestos… que se acerca a la performance.
G.E.:
Completamente. Pero eso, me lo reprochan. Me lo señaló mi hijo, y yo mismo me lo reprocho. Uno hace demasiado, porque uno quiere llegar todavía más lejos. Y por supuesto no hay que caer en lo ridículo, ¡es muy duro llegar a controlarse! Cuando usted está frente a una tela de 10 metros de largo y 2 de alto, no tiene nada que ver con una de un metro en el taller. La gestualidad es muy distinta, entonces se lanza la pintura, no se pinta por toques de 50 centímetros, pueden ser gestos de casi dos metros…

P: Hay caligrafía en su pintura…
G.E.:
Sí, es una caligrafía. No quisiera olvidar tampoco los grandes maestros chinos de la caligrafía. Todos los pintores abstractos son finalmente pálidas copias de los calígrafos chinos., usted los puede tomar uno por uno, no hay obviamente que mencionar a Zao-Wou-Ki… Es una caligrafía… aproximada, porque uno no posee la cultura de los chinos. Usted sabe, en música, hay un muy bello gesto, que es la clave de sol (el artista emite una suerte de silbido), ssssssssssssss…. Y eso lo comprendió Georges Mathieu, un magnífico pintor, hoy un poco postergado. Alguien excepcional, y que tuvo por soporte y padrino a André Malraux, pero habiendo cambiado la política, todo se contradijo. Hoy, no sé siquiera si hay una política del arte ¡pero es otro asunto!

La conversación siguió, refiriéndonos a los conctactos obligados de Gérard Economos con el director de orquesta, “un matrimonio” o más bien “una comunión” : cuando no la hubo –excepcionalmente–, ¡él no pintó! El pintor debe conocer su interpretación, cada nota y matiz de la pieza musical, desde el principio hasta el final, va a ser tocada, gestual y simultáneamente. Se produce una correspondencia sensorial, una sinestesia entre la dirección de orquesta y su transferencia a la pintura… En este preciso momento, vinieron a buscar a Gérard Economos y su esposa Catherine para una cita de altísimo nivel. Él contaría a sus ilustres interlocutores, con su extrema sabuduría y afabilidad, la gran aventura de la Música Visible. No cabe duda: la expectativa reina, respecto a la obra que él pintará dentro de unos meses, transportado por el fraseo musical de la Orquesta Sinfónica Nacional.

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