Gerundio: prueba de fuego al escribir bien

Gerundio: prueba de fuego al escribir bien

La gramática es una parte significativa de la lingüística. Tiene que ver con el arreglo o correcta disposición de los signos de la lengua en los registros verbal y escrito con la finalidad de que el sentido del discurso comunique lo que se quiere e incluso lo que no se quiere (lo inconsciente).

En este sentido, la gramática de un texto literario es ritmo y sintaxis a la vez. Nada tiene que ver la gramática de los lingüistas con la gramática normativa de los académicos, ya que estos últimos la estudian con una actitud moralista antirritmo o con una actitud estetizante, de la cual excluyen el sentido y el discurso como lugar del sujeto y lo múltiple.

En la crónica anterior, citamos los tres usos incorrectos del gerundio, según el libro “Curso superior de redacción” (Madrid: Editorial Verbum, 1995, pp. 180-82) de Juan Luis Onieva Morales. Ahora corresponde examinar los usos correctos, pues son la prueba de fuego de todo buen escritor que busca lo múltiple del sentido discursivo a través del manejo eficaz del código de la lengua.

Para Onieva Morales, son tres: 1) Cuando se usa el gerundio simple para expresar una acción durativa e imperfecta (acción en su desarrollo, no terminada) en coincidencia temporal con el verbo de la proposición principal. Ejemplo: “El político SALUDABA a todos SONRIENDO. 2) El gerundio compuesto expresa acción perfecta (terminada) anterior a la del verbo principal. Ejemplo: “HABIENDO CONCLUIDO el plazo, NO POSEE validez tu solicitud.” 3) Cuando el gerundio expresa una acción simultánea a la del verbo principal. Ejemplo: “Me canso mucho CONDUCIENDO)  o anterior a ella. Ejemplo: (HABIÉNDOSE QUITADO la cadena de oro, se la ENTREGÓ al asaltante.” Se considera incorrecto e inelegante el empleo del gerundio para indicar una acción posterior a la del verbo principal. Ejemplo: “SE MARCHÓ a Francia durante la guerra, MURIENDO unos años después.”

En este punto 3 de uso incorrecto del gerundio es donde fallamos casi todos los escritores, consciente o inconscientemente, a pesar de conocer las reglas de su incorrección.

¿Cuáles son las funciones del gerundio, según Onieva Morales? En esto todos los autores concuerdan, aunque los términos técnicos gramaticales difieran. Las funciones son las siguientes: 1) Constituir el núcleo del predicado de proposiciones subordinadas adverbiales. Ejemplo: HABIENDO SALIDO el profesor, todos los alumnos COMENZARON a hablar.” 2) Formar parte de una perífrasis verbal. Ejemplo: “Cada año voy APRENDIENDO más.” 3) Modificar al verbo como un adverbio de modo, ya que el gerundio es un adverbio verbal. Ejemplo: “María, vístete CORRIENDO= María vístete RÁPIDAMENTE.” 4) Complementar a un sustantivo de la proposición principal para explicar algo de él, tomándolo como sujeto. Ejemplo: “El jugador, SINTIÉNDOSE muy cansado, pidió el cambio. (=Complemento del sujeto de la principal).

Paso al enfoque de otro rasgo sobresaliente del buen escribir. Consiste en el uso correcto de los pronominales LE, LO, LA, LOS, LAS. Existe alguna confusión acerca de cuál es el uso correcto de estos pronombres. El mexicano Rafael García Pinacho, quien escribe con el seudónimo de Don Salimoy es quien ha tratado mejor este problema, ya que incluye el punto de vista de la Real Academia de la Lengua. Resumo lo expuesto por Salimoy en su libro “Gran cacería de gazapos en libros famosos” (México: Editorial Panorama, 1999, pp. 141-42.

El punto de vista de la Academia es el siguiente: Con LAS y LOS no hay problemas. Ambos representan siempre el complemento directo o acusativo en plural y con distinción de género. LA y LO representan el acusativo en singular y con distinción de género. LE y LES representan respectivamente el complemento indirecto o dativo en singular, sin distinción de género, con referencia a personas del sexo masculino y femenino. Pero la Academia, aunque recomienda la observación estricta de lo precedente, autoriza el uso de la forma LE, en vez de LO, como acusativo masculino singular, siempre que se refiera a persona y no a cosa; así, podemos decir “Busco a Jaime y no LE encuentro” o “Busco un libro y no LO encuentro.”

Con lo cual, yo, como escritor, para la mejor claridad y coherencia del sentido de mi discurso, he decidido hace tiempo asumir LE para el masculino y a veces para el femenino cuando es imposible el uso del pronominal LA. O sea, que uso en mi escritura solamente LE para personas. Mientras que reservo LO para objetos, conceptos, animales y todo lo que no es persona. Así es imposible incurrir en confusión. Otro aspecto importante al usar LE y LO con estas distinciones es que se quiebra así la vigencia de una normativa gramatical improductiva heredada del latín como son los fósiles de los cinco casos de la declinación que sí tienen un funcionamiento en esta lengua muerta, pero que en español no existen tales casos. Tal normativa es ineficaz para la claridad de la sintaxis y el sentido del discurso.

Finalmente, tengo como guía del buen escribir, del pensamiento claramente expuesto y del sentido orientado en contra del poder y las ideologías de época, el uso correcto del léxico en el registro verbal y en el escrito, pero donde mayor es la exigencia es en los escritores. Ellos están supuestos a explorar al máximo las posibilidades de su lengua a través  de la simbolización de lo real en el discurso.

No comunica nada quien confunde, por ejemplo, pedir excusas o disculpas a alguien a quien se ha atropellado o faltado al respeto, en vez de darlas u ofrecerlas. O quien confunde el verbo SENTIR con LAMENTAR, al calcar servilmente el primer verbo del inglés cuando, luego de un empujón o un pisotón el sujeto le dice a usted: –Lo siento mucho. Yo siempre le respondo: – ¿Dónde lo siente?

Como estos dos ejemplos, existen miles de usos incorrectos del léxico. Por no saber el valor y significados de los signos, quien los usa puede comunicar un absurdo, un desaguisado, una situación hilarante o un sentido que le perjudica.

En síntesis

Confusiones
No comunica nada quien confunde, por ejemplo, pedir excusas o disculpas a alguien a quien se ha atropellado o faltado al respeto en vez de darlas y ofrecerlas, o quien confunde el verbo sentir con lamentar al calcar servilmente el primer verbo del inglés cuando, luego de un empuje el sujeto le dice a usted “lo siento mucho”.

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