El gobierno de Caamaño había designado al Dr. Antonio Rosario como representante de su gobierno ante la OEA siendo objetado por Estados Unidos, por funcionarios de este organismo, la OEA, y no pudo ejercer su representación. Sin embargo, el voto que necesitaba la administración Johnson lo consiguen haciendo votar el representante ante la OEA del gobierno del Triunvirato que ya no existía. No había sido ratificado por el gobierno de Molina Ureña y mucho menos por la Junta de San Isidro. El de Caamaño había designado el suyo, Este «representante», José Antonio Bonilla Artiles, un anti-trujillista que no había vivido en República Dominicana por 19 años, sino en México y California fue escogido por el gobierno de Estados Unidos con una autoridad que nadie le había dado, para que votara en la OEA en nombre del Gobierno del Triunvirato y con ello pretendían obtener el voto que le hacía falta para la aprobación de la Fuerza Multinacional que necesitaban.

Ese día, miércoles 5 en la mañana, en Santo Domingo se había firmado una tregua entre las partes dominicanas a través de una comisión de la OEA que estaba en República Dominicana. Sin embargo, a pesar de esto, los soldados estadounidenses continuaban desplazándose por donde Ies venía en ganas, violando los acuerdos, incluyendo el firmado ese día hacían solo minutos. Un jeep lleno de soldados estadounidenses penetró en la Zona Constitucionalista por la calle «30 de marzo» y unos metros antes de pasar por el frente del edificio de la Compañia Dominicana de Teléfonos, fue emboscado por un pequeño grupo de hombres ranas, provocándoles cuatro heridos en cuestión de segundos, y otros fueron hechos prisioneros.

En un informe hecho público ese día, el Departamento de Defensa de Estados Unidos daba cuenta de que se habían evacuado 1.897 estadounidenses de República Dominicana. Eso equivalía a decir que hasta ese día habían desembarcado más de 10 soldados por cada uno de los civiles evacuados. Tampoco las estadísticas ayudan al gobierno de Johnson en su falaz argumento de que la intervención se había realizado para evacuar a sus ciudadanos.

Una información de prensa fechada este 5 de mayo por la agencia UPI decía: «El total de bajas de Estados Unidos hasta hoy cuando la tregua fue firmada es de 8 muertos y 49 heridos».

El nombramiento de Caamaño como Presidente fortalece las expectativas internacionales de los constitucionalistas. El recién designado Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Jottin Cury, había enviado telegramas a 36 gobiernos de América, Europa y el Medio Oriente en los que les anunciaba la formación del gobierno del coronel Francisco Caamaño. El mensaje llevaba implícita la idea de que deseaban establecer vínculos formales para obtener el reconocimiento de su gobierno por sus países. Para Estados Unidos este era una espina más en sus zapatos en su ruta de derrotar o fulminar a los constitucionalistas. Más aun cuando el gobierno francés del general Charles De Gaulle criticó la invasión estadounidense e informo que Francia consideraba el reconocimiento formal del gobierno de Caamaño.

Estas acciones de política exterior iniciadas por el gobierno de Caamaño hicieron acelerar al de Estados Unidos sus aprestos de formar un gobierno que les representara sus intereses y sus planes. Y ya barajaban diferentes opciones, pero no lograban ponerse de acuerdo. Propusieron al Dr. Félix Goico como presidente pero no reunía determinadas condiciones exigidas por los norteamericanos.

Trataron de convertir al grupo que patrocinaba a Goico en el gobierno, para lo cual se habían ofrecido el general Antonio Imbert Barrera y el antiguo funcionario de Trujillo: Arturo Despradel.

El grupo Santiago compuesto por comerciantes e industriales, organizados en la Asociación para el Desarrollo de Santiago, propusieron un gobierno provisional en el que Héctor García Godoy desempeñara un papel importante. El Departamento de Estado planteaba que a la Junta de San Isidro se le agregaran dos civiles y la llevaran de tres a cinco miembros.

John B. Martin se concentró en la formación de un grupo de gobierno encabezado por Imbert Barrera y entre las opciones para acompañar a Imbert se barajaron los nombres de Antonio Guzmán o Salvador Jorge Blanco por el PRD; Anselmo Brache por el Partido Reformista y Alfonso Moreno Martínez por el Partido Social Cristiano. Esta opción fracasó. Proceden a formular otro grupo siempre con Imbert a la cabeza y lo componían Jordi Brossa. Nicolás Pichardo. Julio César Castaños Espaillat y Bartolomé Benoit. Esta también se modifica con Félix Goico, Luis Julián Pérez y Julio Cuello, siempre con Imbert y Benoit incluidos. Luego proponen a Héctor García Godoy y a Tomás Pastoriza. También se barajan los nombres de Poncio Pou Saleta, Rafael Batlle Viñas y Carlos Grisolía. Entre tanto las incursiones de unidades militares norteamericanas hacia la zona constitucionalista se producían frecuentemente, no se sabe si sus ocupantes andaban «perdidos» o si eran enviados para probar la capacidad de respuesta de las unidades constitucionalistas. Tanto los heridos como los apresados siempre fueron entregados a través del Nuncio Apostólico o de la Misión de la OEA.

Unos militares estadounidenses que se encontraban en el Cuartel General de la Policía Nacional producen una extraña llamada al Mando Constitucionalista. Le proponen al coronel Caamaño que: «O dejaba libres a los policías que tenía detenidos en la Zona Constitucionalista o mataban a Sigfrido su hermano menor quien estaba detenido allí».

Le ofrecen hablar con Sigfrido Caamaño Sigfrido y Caamaño acepta y lo ponen al teléfono: «Sigfrido, ¿tú me oyes?». Sigfrido respondió afirmativamente. «Mira será mejor que aprendas a morirte con dignidad, porque no voy a soltar a nadie», dijo el presidente Caamaño quien pregunta si Despradel estaba ahí. A Despradel, quien también escuchaba la conversación en una extensión, Caamaño le dice: “Mira, sí matan a Sigfrido, te voy a majar los granos, a ti ya toda tu familia. Así que tú sabes lo que haces».